Escrito por Prensa Fundamusical Bolívar | Fotografías Nohely Oliveros
Los Músicos venezolanos triunfaron en su segundo concierto celebrado en el prestigioso Konzerthaus de Viena ante una audiencia mayormente juvenil. La orquesta ahora se prepara para su presentación en el Festival de Bethoveen, que se celebra en Bonn, Alemania
Los Conciertos tipo “proms” que ofrecen algunas salas de conciertos tienen el atractivo de congregar a todo tipo de público, las formalidades y los trajes de etiqueta quedan a un lado y la gente, de pie, sólo se concentra en pasarla bien con sus familiares y amigos. El Konzerthaus de Viena suele presentar este tipo de conciertos de gran atractivo, y el sábado 29 de septiembre la marquesina del teatro decía: “Proms Sinfónica Juvenil de Caracas, Director: Andrés Rivas”.
Andrés Rivas, caraqueño de 22 años y quien regularmente es concertino de la Sinfónica Juvenil de Caracas, comienza a volar alto como director de orquesta. Desde niño, siempre soñó con presentarse en un teatro como el Konzerthaus de Viena y lo logró y hasta por partida doble, porque el jueves 27 actuó como violinista y este sábado volvió a subir a los escenarios, pero con una batuta en la mano para conducir a sus compañeros.
A las 7:10 de la noche el enorme recinto comenzaba a verse repleto mayormente por niños y jóvenes que esperaban de20 minutos después la Orquesta comenzó a salir al escenario y fueron recibidos por aplausos que indicaban que había una gran expectativa. A las 7:30 en punto salió Andrés Rivas, elegantemente ataviado para ponerse al frente de la Orquesta y por breves instantes hubo un gran silencio que fue roto cuando sonó la primera nota de la Obertura Rienzi de Richard Wagner.
Posteriormente Rivas, transportaría a la audiencia a un ambiente cargado del encanto suramericano con la interpretación de la Suite del Ballet Estancia del argentino Alberto Ginastera. El interés de la audiencia crecía cada vez más, lo que se veía traducido en fuertes aplausos y palabras cargadas de emotividad. Al concluir, el joven maestro haría una elegante reverencia para tomar un breve receso.
Al finalizar el intermedio la orquesta interpretaría la Sinfonía N° 4 de Piotr Ilych Tchaichovsky, una obra cargada de fuertes emociones que tanto el director como los músicos supieron transmitir al público. Gustó tanto, que la gente comenzó a lanzar rosas al escenario y recibieron una ovación que duró más de 10 minutos. La fiesta continuaría con los bises del repertorio latinoamericano, convirtiendo al Konzerthaus en una gran pista de baile.
El público austriaco no se quería ir y los guías de la sala tuvieron que ayudar a desalojar el recinto, algunos trataron de colarse a los camerinos buscando autógrafos, otros esperaron a la orquesta en las afueras del teatro para tratar de conseguir una fotografía con sus nuevos ídolos.
Por otra parte, al terminar de firmar varios autógrafos en su camerino, Andrés Rivas admitió: “este ha sido uno de los momentos más importantes de mi carrera, agradezco de corazón a todos mis compañeros de orquesta por su confianza y al Maestro José Antonio Abreu por enseñarme el camino”.