Por Hernán Rivera Mejía http://es.rfi.fr/
“La música es como una religión, la congregación, el estar juntos. Mi infancia estuvo llena de música y de amistad”, recuerda Yamandú Costa, guitarrista y compositor brasileño nacido en 1980, en Passo Fundo, Rio Grande do Sul, región fronteriza entre Argentina, Paraguay, Uruguay y Brasil. Sus padres son el guitarrista Algacir Costa, uno de los fundadores del mítico conjunto Los Fronterizos, y la cantante Clari Marson. Yamandú, de manera muy natural, comenzó a cantar con sus padres a los cuatro años. Luego fue aprendiendo a tocar guitarra de manera autodidacta. “Era un instrumento que me daba miedo en casa porque mi papá tenía muchos celos con su guitarra, que era algo prohibido. Yo la cogía cuando él se iba. Me crié entonces tocando choro, chamamé, tango y milonga. Y ahora la guitarra para mí no es un trabajo, es disfrutar de la vida. Forma parte de mi cuerpo.”
…mi papá tenía muchos celos con su guitarra, que era algo prohibido. Yo la cogía cuando él se iba
Yamandú Costa tuvo después algunos maestros de guitarra, como Lucio Yanel, y dio un primer concierto a los once años. En 1995 tocó con Baden Powel en Porto Alegre y hasta hoy éste y el español Paco de Lucía son los dos guitarristas que más admira. En esa época quería tocar jazz, lo cual lo llevó a viajar a Estados Unidos. “Estando allá, vi que el nivel del jazz era tan alto que me dije: ‘gracias a Dios que sé tocar choro porque sino estaría perdido’. En ese momento recordé a mi padre y me di cuenta de que lo que me decía era verdad: los grandes músicos siempre tuvieron un pie en la tradición, incluso los compositores clásicos. Y eso es lindo. Es la parte ingenua, la del corazón, que sólo se tiene cuando se conoce su propia tierra”, recuerda el autor de álbumes como Dos tiempos (2000, con Lucio Yanel) y El negro del blanco (2004, con Paulo Moura).
https://youtu.be/j5G1FduNZFo
“Hay que renovar volviendo a la tradición”, afirma Yamandú Costa antes de precisar que para él, que proviene de una zona de fronteras, las mezclas musicales son “algo natural” y que las hace “después de conocer las músicas respectivas de cada lugar.” “La música que hago es muy sincera y no tiene la pretensión de ser de vanguardia”, subraya. Y en cuanto a su trabajo de composición dice: “Me gusta tocar en los aeropuertos, donde hay mucha gente que pasa y ni te mira. Estás y no estás solo Es un buen sitio para componer. Creo que para mí es más fácil componer en los viajes.”
“Jugar billar o ver una película es tan importante como la relación directa con la música”, confiesa quien en 2006 grabó en Japón el disco Yamandú Costa-Tokio Session. Y luego, recordando París, señala lo siguiente: “Estar en París es mi más grande ligazón con América Latina. En Río de Janeiro vivo el choro, el samba, y cuando estoy en París escucho música venezolana, peruana, argentina… En una noche de guitarreada en París lo que más deseo es tener salud e inspiración para seguir haciendo una música linda y limpia, digna.