El director vitalicio de la Filarmónica de Israel se presenta el miércoles con la orquesta en el CA 660 de Corpartes.
Vía: www.latercera.com | Por Rodrigo González M.
Nació en Mumbai hace 80 años y profesa la religión del zoroastrismo, pero el director indio Zubin Mehta es antes que nada una institución nacional en Israel. Ahí lo llamaron a dirigir por primera vez en 1961 y con el paso de los años se fue transformando en el hombre vitalicio, en el supremo maestro de ceremonias de la Orquesta Filarmónica de Israel, a la que por contrato dirigirá hasta su muerte. Con ella ha recorrido los cinco continentes tocando a los grandes clásicos, pero antes que nada ejerciendo el cargo de embajador cultural de Israel.Es un tarea titánica y delicada al mismo tiempo para un país rodeado de naciones árabes y cuya imagen depende tanto de su política como de su excelencia cultural. Después de todo, inmediatamente antes y después de la Segunda Guerra Mundial, la Filarmónica fue dirigida desde maestros como Arturo Toscanini a Leonard Bernstein, y acompañada por músicos como el pianista Artur Rubinstein o el violinista Yehudi Menuhin. Todos, menos Toscanini, de origen judío. Todos, tal vez, entre lo mejor que la música clásica ha dado en el siglo XX.
A este envidiable y dinámico centro musical arribó un joven Mehta de 25 años en 1961. Había nacido en 1936, el mismo año que el violinista judío de origen polaco Bronislaw Huberman creó la orquesta, y la conexión fue inmediata. En 1968 lo nombraron consejero musical y en 1977 se convirtió en su director de por vida, un cargo único en una época en que todas las grandes agrupaciones sinfónicas del mundo acostumbran a ponerle fecha de vencimiento a todos sus conductores. A Chile ha venido siete veces (cinco de ellas con la orquesta israelí y las otras con la Filarmónica de Nueva York y la Orquesta del Maggio Musicale Fiorentino) y en esta octava oportunidad tocará por primera vez en el Teatro del CA 660, un recinto que reúne las condiciones ideales para una orquesta sinfónica.
Las giras internacionales que Zubin Mehta y la agrupación realizan este año tienen especial importancia: en el 2016 él y la orquesta cumplen 80 años. En rigor, el músico indio ya los cumplió el pasado 29 de abril, mientras que la agrupación lo celebra el 26 de diciembre, a ocho décadas de que diera su primer concierto en Tel Aviv bajo la dirección de Arturo Toscanini, cuando aún se llamaba Orquesta de Palestina.
En la parada chilena de su gira, este miércoles a las 20 horas, interpretará el Andante cantabile del Primer cuarteto de Tchaikovsky (en arreglo para cuerdas), la Pieza de concierto para cuatro cornos de Schumann y la Novena sinfonía, “La grande”, de Schubert. Precisamente en los años 70, década en la que registró sus mejores discos, Mehta grabó para el sello Decca un muy elogiado ciclo con todas las sinfonías de Franz Schubert (1797-1831) junto a la Filarmónica de Israel. “Pero eso fue hace muuuuchos años atrás”, responde el conductor al teléfono desde su habitación de hotel del Sheraton de Lima, ciudad donde toca idéntico programa mañana lunes.
“La gran tragedia de Schubert, que apenas vivió 31 años, es que nunca escuchó sus sinfonías interpretadas. Probablemente, de haber vivido más, les habría hecho correcciones a algunas, pero a la Novena no había nada que arreglarle. Es perfecta, de principio a fin. Es la más extensa de todas (cerca de 55 minutos) y cuando se estrenó, muchos años después de la muerte de Schubert, el compositor Robert Schumann dijo que tenía ‘una longitud celestial’. Es una composición de mucha espiritualidad, especialmente el segundo movimiento. Cada vez que ensayo con una orquesta les muestro este Andante con moto, pues es un ejemplo de maestría. Antes de Schubert, sólo el movimiento lento de la Novena sinfonía de Beethoven, la “Coral”, lo supera en extensión”, explica Mehta.
Además adelanta que dispondrá los instrumentos de diferente forma: “Colocaré las maderas (oboes, fagotes, clarinetes, flautas) en frente de la orquesta, formando un semicírculo. La importancia de esta familia de instrumentos es vital en esta sinfonía y muchas veces comandan al resto. Además sus partes son difíciles de tocar, requieren a un grupo de virtuosos, aunque para la Filarmónica de Israel eso no es problema”.
Admirador de Beethoven, el austríaco Schubert fue influido por el genio alemán y Mehta lo explica así: “Siempre se sintió muy cercano a él, aunque no lo conoció personalmente. Hay un gran lazo entre el último Beethoven y Schubert. Algunos ven ecos de Schubert también en su compatriota Anton Bruckner (1824-1896), pero aparte de ser compositores de épocas diferentes, creo que Bruckner creaba de una manera mucho más esotérica, mientras que Schubert es totalmente clásico en sus formas”.
Antes de la Sinfonía “La grande”, Mehta dirigirá las mencionadas piezas de Tchaikovsky y Schumann, de las que dice: “El Andante cantabile es como una pequeña plegaria de Tchaikovsky (1840-1893), muy bella, para instrumentos de cuerdas. La pieza de Schumann (1810-1856) es nueva para nosotros y recién la empezamos a hacer este año. Son cuatro cornos solistas enfrentados a una orquesta. En general se toca poco. Además la orquestación de Schumann es curiosa. En un pasaje, uno de los cornos toca al mismo tiempo que el trombón. Es casi risible. Eso nunca la habría hecho un compositor clásico”.
Astuto en el exigente mundo de las orquestas (donde muchos directores no duran más de tres años en las orquestas), Zubin Mehta en general es cauto a la hora de referirse a la política interna en Israel. Hace poco, sin embargo, expresó su malestar al periódico Haaretz, el diario más prestigioso de ese país, afirmando que la nación “estaba aislada” debido a su política hacia los países vecinos. También agregó que “admiraba a los israelíes por la paciencia que tenían con la política del actual gobierno, donde nada progresaba”. Consultado por La Tercera sobre aquellas declaraciones, Mehta asiente con distensión: “La mitad de Israel no está satisfecho con esas políticas, no soy el único. Efectivamente no estoy de acuerdo con todas las posturas del gobierno. Pero al mismo tiempo quiero decir que la gente necesita la música, sobre todo en tiempos de crisis, y por lo mismo nuestros conciertos en Israel están siempre llenos”.
Sobre las recientes declaraciones del pianista y director argentino-israelí Daniel Barenboim, quien sostuvo que no deseaba tocar más en Israel debido a su política hacia el pueblo palestino, Mehta (que es amigo de Barenboim) es más cauto: “Es su decisión y tengo que respetarla”.
Con una agenda muy exigente a su edad, Zubin Mehta ha llegado a dirigir hasta tres óperas a la semana (con la Opera de Munich) o dirigir siete conciertos en el mismo tiempo (con la Filarmónica de Israel). Hace unos días además se publicó su última grabación, la ópera Aida de Giuseppe Verdi, con Andrea Bocelli en el rol de Radamés. “Ya la verán. El resultado es muy bueno. Andrea Bocelli, con un micrófono, es un gran cantante. Musicalmente está muy preparado. No canta en teatros, pero en los estudios de grabación o en los escenarios lo hace muy bien”. Cuando se le pregunta por Bocelli sin micrófono, Mehta concede: “Bueno, el no canta sin él. No canta óperas en teatros. Y es muy honesto al respecto. Pero tenemos que mirar las cosas de acuerdo a los resultados y en este caso Aida fue una muy buena grabación”.