Vía: Últimas Noticias.com | Sergio Moreno Gónzales | FOTOS: Miguel Acurero
En algún lugar de la Mancha, enloquecido por las historias de caballería, Don Quijote decide emprender una aventura con su escudero Sancho PanzaEn algún lugar de la Mancha, enloquecido por las historias de caballería, Don Quijote decide emprender una aventura con su escudero Sancho Panza. Su amor por Dulcinea lo lleva a imaginar luchas con gigantes, que no son más que molinos de viento.
El mítico personaje de Miguel de Cervantes regresó este fin de semana a las tablas de la sala Ríos Reyna del Teatro Teresa Carreño, casi 20 años después de su última representación sobre zapatillas de ballet. La coreógrafa venezolana Laura Fiorucci, pupila de Vicente Nebrada, decidió arriesgarse a versionar la obra original de Marius Petipa, con música de Ludwig Minkus.
Con este montaje, la compañía Ballet Teresa Carreño retoma el camino de esplendor que tuvo en sus mejores momentos de la mano del maestro Nebrada. El elenco demostró los frutos de un trabajo de varios meses de preparación.
Sobre el escenario, la noche del estreno brillaron los protagonistas: Alejandra Martínez en el papel de Kitri y el primer bailarín del Ballet de Santiago de Chile, José Manuel Ghiso, como Basilio.
Un punto aparte merece la Orquesta Sinfónica Municipal de Caracas, que logró una merecida ovación por la ejecución de la obra de Minkus. El director Rodolfo Saglimbeni supo llevar a los músicos junto a los movimientos sobre las tablas, que incluye pasajes nuevos creados por la coreógrafa Fiorucci, quien decidió introducir más personajes dentro de la historia, para que los bailarines tuvieran mayor posibilidad de lucirse.
El segundo acto de las Dríadas, las hermosas hadas que habitan en los sueños de Don Quijote, fue el mejor de la noche, tanto a nivel interpretativo como visual. Hubo algunos tropiezos en el primer acto, como los movimientos de un personaje que hace de mendigo, mientras se desarrollaba el número de la pareja principal, así como algunas deficiencias de los bailarines masculinos del Ballet Teresa Carreño.
En general, la obra mereció los largos aplausos de una sala Ríos Reyna casi llena.