EFE/ Para el creador del laureado Sistema de Orquestas de Venezuela, José Antonio Abreu, un niño que crece rodeado de música “no es pobre” y de esta premisa parte para promover en toda América Latina su proyecto social con la ayuda de instrumentos y sinfonías.
Abreu, Premio Príncipe de Asturias de las Artes, relató en una entrevista con Efe, cómo su propia infancia estuvo rodeada de música, una experiencia que contribuyó a su desarrollo espiritual y profesional y que decidió replicar en los niños de Venezuela hace cuarenta años, cuando fundó el llamado Sistema.
Tomando en cuenta que su proyecto de enseñanza de música sinfónica para combatir la pobreza ya se ha reproducido en más de 40 países y cuenta ya con más de 800 orquestas, se siente convencido de que su meta de crear una gran orquesta en América Latina no solo es posible, sino que además se puede lograr a corto plazo.
El “maestro”, como se le llama en el seno de El Sistema, participa es uno de los protagonistas de la campaña “25 líderes, 25 voces por la infancia”, lanzada por la Oficina Regional de Unicef para América Latina y el Caribe con motivo del 25 aniversario de la Convención sobre los Derechos del Niño.
Abreu cree que ha sido tomado en cuenta como embajador nacional de Buena Voluntad de Unicef “desde hace tantos años” porque la organización internacional ha verificado la relación “muy estrecha” entre la música y el desarrollo social y espiritual de los niños.
PREGUNTA: En los casos de los países con un importante porcentaje de pobreza como Venezuela, ¿por qué aprender a interpretar música académica?
RESPUESTA: Ya un niño que posee la música no es pobre. El adquirir la música, el tocar un instrumento, el cantar en un coro, lo separa completamente de la línea de pobreza, lo convierte en un niño rico en valores y sobre todo en posibilidades de crecimiento y de desarrollo.
P: Usted ha dicho que su aspiración es que cada niño aprenda a tocar un instrumento, ¿el instrumento da un aporte en particular en la lucha contra la pobreza?
R: Si queremos acercar al niño a la música, la manera de concretar eso más bella, más constructiva y más significante es el dominio del instrumento por parte del niño, así que nuestra tarea es enseñar los instrumentos y hacerlos tocar juntos, no solo que el niño toque el instrumento sino que conviva con otros niños tocando con él y viviendo la experiencia maravillosa de la orquesta.
P: ¿Cómo llegó usted a la conclusión de que la música podía ayudar al desarrollo del niño, a la autoestima, a otras áreas de desarrollo a través de la música?
R: Lo supe porque yo viví mi propia experiencia como niño y surgieron miles de vertientes a través de las cuales yo comprendí desde el principio que para mi, como niño, la formación musical había sido fundamental y no pude resistir la tentación, digámoslo así, de transmitir esa experiencia a los demás niños del país, yo lo que quiero es que ningún niño venezolano, ningún niño latinoamericano quede al margen de la educación musical.
P: Dice que su sueño es que no haya un niño que no se haya aproximado a la música, ¿Cree que se puede lograr?
R: Creo que sí (…) ya hoy los jóvenes que participan en el Sistema han aprendido su función docente con los niños. Cada joven es un maestro en potencia, convencido por su propia experiencia de lo que significa para el niño y para el país su trabajo, de manera que nosotros hemos convertido, y lo digo sin modestia alguna, la música en una empresa de país, en una empresa nacional, en una empresa continental y queremos ayudar a todos los países latinoamericanos a concretar ese camino y a aliarse con Venezuela para hacer de ello una sola causa internacional.
P: ¿Quiere hacer una orquesta sinfónica latinoamericana??
R: Claro, eso de hecho existe, hay suficientes niños y jóvenes en el continente. De hecho, hay varios sistemas nacionales de orquestas ya constituidos y funcionando, pero por supuesto, en ese camino no hay limites.
P: ¿Cuál es el balance después de 40 años del Sistema?
R: Creo que el balance es extraordinario. En las 24 provincias de Venezuela surgen orquestas, coros y bandas de niños que desde la más tierna infancia cultivan los valores del arte, desarrollan su personalidad estética y transmiten a su familia, a sus vecinos y a su comunidad la maravillosa herencia del arte musical.