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Decca Classics acaba de publicar una lujosa caja con 80 discos, que contiene todas las grabaciones que el pianista chileno hizo para el sello Philips, junto a figuras como Colin Davis, Bernard Haitink y Leonard Bernstein.
Vía: radio.uchile.cl | Por Rodrigo Alarcón L.
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Sus responsables hablan aquí por primera vez para Chile: “Por derecho propio, él tiene un lugar entre las leyendas”, dicen.
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“Por casi medio siglo, Nueva York ha sido esencialmente una ciudad de tres pianistas: Arthur Rubinstein para el esplendor romántico de gran escala, Vladimir Horowitz para el virtuosismo frenético y Rudolf Serkin para la estimulación del espíritu rigurosamente intelectual. Claudio Arrau logra combinar los más distintivos elementos de sus tres famosos colegas famosos”.
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Corría marzo de 1983 y el reputado crítico Peter G. Davis le dedicaba esos elogios en la revista New York al pianista chileno, que recién había celebrado 80 años desde su nacimiento en Chillán. A esa altura, el niño prodigio que a los cinco años dio su primer concierto y a los 15 finalizó sus estudios con un pupilo de Franz Liszt como Martin Krause, era ya una leyenda.
35 años más tarde, ese párrafo sirve como introducción para una monumental edición del sello Decca Classics: Complete Philips Recordings es un box set que reúne ¡80 discos! con todas las grabaciones que Claudio Arrau hizo para esa discográfica. También incluye las que hizo para la Decca norteamericana y la versión del Concierto para piano y orquesta No. 4 de Beethoven, publicada por Deutsche Grammophon y registrada en vivo en un concierto de Amnistía Internacional, junto a la Orquesta Sinfónica de la Radio de Baviera de Múnich, dirigida por Leonard Bernstein.
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La edición también contiene dos entrevistas: una de 1964 sobre los conciertos de Beethoven, realizada para el LP que Arrau grabó junto a Bernard Haitink y la Orquesta Real del Concertgebouw (RCO); y una de 1970, con reflexiones acerca del compositor nacido en Bonn.
Por si no fuera suficiente, la compilación es acompañada por un libro de 18o páginas, con un índice de grabaciones, fotografías del archivo de Philips y un ensayo escrito por el productor y estudioso Jeremy Hayes, que justamente comienza con las líneas de Peter G. Davis.
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“Cuando hablo con colegas y periodistas, todos parecen muy complacidos de que hayamos realizado este trabajo. Creo que una edición como ésta le recuerda a la gente por qué Claudio Arrau es uno de los mejores”, dice Edward Weston, director de catálogo de Decca Classics, a Radio Universidad de Chile.
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Desde Londres, explica que “tratamos de volver a contar la historia a través de sus grabaciones y las reacciones que esto ha generado aquí me demuestran que fue la decisión correcta. Por derecho propio, él tiene un lugar entre las nuevas figuras estelares y las leyendas que aún admiramos. Es comparable con Rubinstein o Horowicz. Es un estilo diferente, pero estamos hablando de ese nivel de leyenda del piano”.
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“Es la unión de los siglos XIX y XX”
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Si hace un par de años el sello Sony publicó una docena de discos con todas las grabaciones de Arrau para Columbia y RCA, ahora Decca presentó una colección de lujo, que en su tienda online se vende a 215 dólares (unos 130 mil pesos chilenos). ¿Se justifica? Al menos la lista de compositores, obras, directores y orquestas que incluye es abrumadora.
De Beethoven, hay dos ciclos de conciertos, con la Staatskapelle Dresden y la mencionada orquesta del Concertgebouw, grabados entre 1984 y 1987 y en 1962, respectivamente; también hay dos ciclos con las sonatas, el triple concierto, seis sonatas para violín y algunas de sus variaciones.
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De Liszt, se incluye la Balada No. 2, los Estudios trascendentales y los conciertos para piano, junto a la London Symphony Orchestra dirigida por Colin Davis. De Chopin, están sus nocturnos, además de preludios, baladas y scherzos. De Schubert, las sonatas e impromptus. De Mozart están las primeras 18 sonatas. De Debussy, los primeros dos libros de Preludios, el segundo libro de Imágenes y la Suite bergamasque.
También hay conciertos para piano de Tchaikovsky, Grieg y Brahms, junto a la RCO y la Boston Symphony Orchestra. Y el repertorio incluye hasta las cuatro partitas de Bach que Claudio Arrau alcanzó a grabar antes de su muerte, ocurrida en 1991 en Austria.
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“Arrau era una de las últimas conexiones con las tradiciones musicales del siglo XIX, pero combinó la herencia del virtuoso del romanticismo con la aproximación moderna de fidelidad escrupulosa a la partitura. En ese sentido, representa la unión de los siglos XIX y XX”, escribe Jeremy Hayes en su ensayo, donde repasa los repertorios incluidos en el box set.
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Desde Suffolk, el especialista explica a Radio Universidad de Chile que su conexión con Arrau se remonta a sus primeros años de vida, cuando comenzaba a estudiar piano, tenía sus discos y lo veía repetidamente en vivo: “Estuve con él como un entusiasta caza autógrafos que lo esperaba en el backstage, donde siempre fue muy amable. Después, cuando trabajé para la BBC Radio 3, hice una serie de programas para su cumpleaños 85 e iba a grabar un concierto en el Royal Festival Hall de Londres, que lamentablemente se canceló”, relata. “Uno de mis tesoros más preciados es una fotografía que me envió, con una dedicatoria”.
Con ese bagaje, Jeremy Hayes asegura que una de las virtudes de la recopilación es la posibilidad de comparar sus diferentes interpretaciones: “Por ejemplo, podemos escuchar cómo las versiones de casi todas las sonatas y conciertos para piano de Beethoven evolucionaron. Esto es algo esperable, por supuesto. Las interpretaciones de los grandes músicos siempre cambian, a veces sutilmente, a veces radicalmente, a medida que pasan tiempo con una música que les habla de diferentes maneras”.
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Tocar como salta un gato
¿Cuántas personas en Chile conocen realmente a Claudio Arrau? Mejor aún: ¿cuántas personas escuchan a Claudio Arrau? Son preguntas inquietantes, tratándose de una figura que sin problemas puede reclamar el lugar del músico chileno más relevante a nivel internacional.
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Algo de eso también hubo en la publicación de Decca Classics, dice Edward Weston, aunque a nivel global: “Desde mi lado puedo ver lo lejos que sus grabaciones han llegado a la gente, incluso de maneras hasta inconscientes. Por ejemplo, hay muchas grabaciones de Claudio Arrau que están en las listas de Spotify, la gente lo escucha bajo categorías como Relaxing Piano o Classic Piano. Ahí hay grabaciones fabulosas, entre las que están las de Claudio, porque son de las mejores. Pero cuando miras los nombres que la gente celebra hoy, él ha sido un tanto menospreciado”, dice.a
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“Lo que esperamos es destacar un poco su maravilloso trabajo, como lo merece. Él tiene una conexión con Liszt, uno de los más grandes compositores de todos los tiempos, así de importante es. En su interpretación permanece fiel a las piezas, su ego no interfiere, lo que es muy importante en esta época, pues pese a ser una personalidad, lo que luce en su trabajo es su técnica. En estas grabaciones, lo que se nota es su virtuosismo”, añade.
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Aunque en Chile ha pasado desapercibida, la publicación de Decca ya ha tenido repercusión. La BBC Radio 3, por ejemplo, le acaba de dedicar casi una hora de su programa Record Review, donde el pianista y presentador David Owen Norris no disimula su entusiasmo: “Si ves a Claudio Arrau en un video, te das cuenta que él alcanza ese sonido aterciopelado porque incluso cuando está tocando muy rápido, presiona las teclas muy suave y lentamente. Ese uno de los secretos de su sonido. La otra cosa muy notable es cómo su sonido tiene diferentes capas. Mientras algunos de sus dedos están haciendo una cosa, los otros están haciendo algo completamente distinto”, explica ahí.
Para Jeremy Hayes, Claudio Arrau tiene un lugar seguro “en el panteón de los grandes pianistas”, pero “su magistral aproximación a la música no está acorde con la sociedad de hoy, donde prevalece la superficialidad y mucha gente escucha la música (¡¿mientras hacen otras cosas?!) en sus Iphones y computadores”.
“Vivimos en una época donde la ‘perfección’ técnica parece lo más importante. Las interpretaciones de Arrau son tan profundas, que necesitan tiempo para evolucionar y para que los auditores las entiendan y aprecien. Sus grabaciones están entre las más significativas de este repertorio y van a resistir el paso del tiempo, pero la gente tiene que dedicarse a escucharlas apropiadamente para apreciar su grandeza”, argumenta.
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¿Cómo logró eso Claudio Arrau?
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En su ensayo, Jeremy Hayes rescata declaraciones del propio pianista chileno para intentar explicarlo: “Como en la música nos enfrentamos a notas, no palabras, con acordes, con transiciones, con color y expresión, el significado musical -siempre basado en esas notas como están escritas y nada más- tiene que ser adivinado. Por lo tanto, cualquier músico, no importa qué tan grande sea, que no sea también un intérprete de un orden adivinatorio, como lo fue (Wilhelm) Furtwängler o (Dietrich) Fischer-Dieskau, es de algún modo alguien incompleto, alguien sin grandeza espiritual”, dice.
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Y tiene también una metáfora felina: “Si tienes las articulaciones rígidas, no les permites ir a través del teclado. Yo trato de tocar como salta un gato. Debe ser completamente natural. Me he prometido a mí mismo que cada vez que sienta que una especie de rutina se arrastra en mi interpretación, me detendré. Cuando toco estoy casi en éxtasis, un éxtasis creativo, que no perdería por nada. Para esto vivo”.
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