El barítono venezolano Álvaro Carrillo está en Bogotá para participar en el montaje de la penúltima ópera de Giuseppe Verdi, “Otelo”, en el Teatro Colón de esa ciudad.
Por Ana María Hernández Guerra | @amhg_periodista | ESPECIAL PARA VENEZUELA SINFÓNICA
El cantante lírico venezolano Álvaro Carrillo está en Bogotá, donde próximamente encarnará al gobernador de Chipre, Montano, de la ópera “Otelo” de Giuseppe Verdi, en funciones que se llevarán a cabo en el Teatro Colón de la capital colombiana, los días 21, 23, 27, 29 de junio y 1 de julio; con la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia, bajo la dirección del maestro británico Hilary Griffiths.
Recientemente, Carrillo encarnó en Caracas el Escamillo de “Carmen” de Georges Bizet, y aunque fue una ocasión estupenda, el barítono lamenta que no haya más oportunidades para que los cantantes puedan desarrollar su carrera en el país.
No obstante, su tesón no para, y señala que, además del rol para “Otelo”, también está atento a “la preparación de las arias de concierto para bajo, de W.A. Mozart, para un recital que daré en julio junto al maestro Carlos Urbaneja (pianista) en Caracas”.
-¿Cómo se da la oportunidad de participar en este “Otelo”, en Bogotá? ¿Es cierto que fue por intermedio de Sara Catarine?
-Aunque la maestra Sara ha estado muy pendiente de mí y hasta recibí una sesión de coaching vocal de su parte acá en Bogotá, la oportunidad de cantar el Montano vino por otro medio. Yo vine a Bogotá a asesorar una grabación de un artista lírico pop. Estando acá fui a ver la ópera “El Gato con Botas”, de Xavier Montsalvatge, que se presentaba en el Teatro Colón. Al finalizar la función me acerqué a saludar al elenco y al director, el maestro Alejandro Roca, quien un par de días después me escribió por Facebook para solicitarme una grabación, currículum, foto, etc. No me dijo para qué, pero a los días recibí un e-mail desde Alemania. Estaban interesados en que me integrara al elenco. Al día siguiente me estaban llamando de la Orquesta Sinfónica de Colombia para darme los detalles y enviarme el contrato.
-¿Cómo es su visión acerca del panorama lírico actual en Venezuela?
-Estos últimos meses he reflexionado mucho y llegué a la conclusión de que es necesario ir a otros escenarios para crecer como artista. Esto independientemente de lo buena o mala que pueda ser la situación general en un país. En cuanto a la situación, no es un secreto para nadie que no existe la más mínima plataforma de desarrollo para los cantantes en Venezuela. Quiénes hemos logrado algo ha sido con muchos sacrificios. En Venezuela tenemos voces increíbles, jóvenes y no tan jóvenes. Gente que en su mayoría termina desilusionada porque los gestores culturales no tienes más que ofrecer sino un pequeño trozo de carne que se pelearán cien leones. Con la cantidad de orquestas que hay en el país, con la cantidad de directores, es una lástima que siempre priven intereses egocéntricos por encima del desarrollo como potencia de la lírica mundial. A estas alturas deberíamos ser un referente del canto lírico.
Álvaro Carrillo: “Interpretar a Escamillo es extremadamente difícil porque requiere de mucha fuerza vocal y escénica”
-¿De qué manera se podría impulsar la actividad lírica?
-Están los teatros, los directores, las orquestas, los cantantes. Es entonces cuestión de voluntad de parte de quienes manejan las instituciones. Aunque sea una bonita experiencia para quienes formen el elenco, hacer una ópera al año para que alguno de nuestros directores se prepare para dirigirla en otro país no contribuye al desarrollo del campo lírico. Hace falta comprometerse. Que los mismos directores tomen la iniciativa de crear un repertorio de ópera que luego pueda ser encargado a otros directores y así también dar oportunidad a más cantantes. Esto no sólo beneficiaria a los cantantes. Le serviría a estos mismos directores para ampliar su cultura y repertorio lírico. Yo le hago un llamado a los directores jóvenes, sobre todo a los dos a quienes más admiro como directores de ópera: Diego Matheuz y Domingo Hindoyán, para unir fuerzas y crear un movimiento lírico que dará muchas cosas buenas de qué hablar.
-Respecto al rol que hará en Bogotá, ¿qué representa el Montano en su carrera?
-En el “Otelo” de Verdi hay sólo dos roles para la voz de bajo: Ludovico y Montano. Ambos con intervenciones cortas. Montano no representa un reto técnico o artístico, pero representa para mí el voto de confianza. La oportunidad de demostrar la clase de profesional que soy, independientemente de la relevancia del rol que me toque interpretar. Es una oportunidad de hacerles saber que pueden confiar en mí. Por otra parte, podré nutrirme de la colaboración con colegas de destacada trayectoria. La dirección estará a cargo del maestro Hilary Griffiths y la puesta en escena será de Willy Decker, quien es muy conocido entre otras cosas por hacer la puesta de aquella famosa “Traviata” minimalista con Rolando Villazón y Anna Netrebko.
-¿Qué expectativas tiene respecto a este “Otelo”?
-No es un título que pensaba en mi repertorio. Yago (la contrafigura, voz de bajo) es un rol soñado para cualquier voz grave, pero no está dentro de mis posibilidades vocales, por lo que sólo tengo acceso a Montano y Ludovico. Sin embargo, tengo muchas expectativas en cuanto a los colegas, los directores, la orquesta, y sobre todo poder cantar en un teatro tan lleno de magia, de historia como el Colón de Bogotá.
-¿Piensa que esta oportunidad en el Teatro Colón de Bogotá podría abrirle nuevos espacios, tanto en Colombia como en otras ciudades de América Latina?
-Por supuesto. Cada paso que uno da en esta carrera es observado con atención. En Colombia conocían muy bien mi trabajo en Venezuela a pesar de la escasa difusión que se hace de las óperas.
-Y ya que está en Bogotá, ¿cómo percibe el movimiento artístico en esa ciudad?
-Al igual que en Venezuela, en Colombia hay un talento joven increíble. Extraordinarias voces con impecable formación artística, muy integral. No sólo importa qué tan fuerte cantas. Por fortuna, ellos sí cuentan con un plataforma aún en formación para ayudarlos a desarrollar su talento. En un mes que llevo acá he asistido como público a cuatro funciones de ópera, tres recitales líricos y un concurso nacional de canto, cuyo primer premio comprende una cantidad importante de dinero y una beca para estudiar en la academia del Liceu de Barcelona. La idea de una residencia artística ronda mis pensamientos a diario. A medida que aumentan las ofertas de trabajo, más considero quedarme un tiempo por acá. Sería más fácil para ellos y para mí a nivel logístico.