Por Ana María Raga | Agradecidos por la valiosa contribución de la Maestra Ana María Raga y Fundación Aequalis
El director coral debe tener la suficiente capacidad para descifrar cualquier partitura que llegue a sus manos-además de tener criterios claros en lo referente a educación y fusión de las voces – buscando siempre el máximo equilibrio. Debe aprender la partitura hasta el punto de identificarse completamente con ella, para así poder transmitir su conocimiento y concepción de la obra, primero a través de la técnica de ensayo y finalmente, en el concierto, con el poder comunicativo de su técnica gestual, tal como señala Kaplan (1985: xiv).
Dirigir es además, en muchas maneras, enseñar. Así lo señala Imogen Holst en la introducción de su libro Conducting a Choir (1991: 3-5). Las mismas virtudes son necesarias: coraje, paciencia y sensibilidad; los otros requerimientos son: sentido del ritmo y buen oído. El sentido del ritmo alude a la comprensión del mismo como algo que fluye y su relación con el gesto. En cuanto al buen oído, refiere la autora que debe incluir una buena comprensión del lenguaje musical, imaginación acerca de cómo deben sonar las notas escritas, sentido de autocrítica al entonar y cantar y finalmente, oído armónico.
Un coro es ante todo un grupo humano. En este sentido, cada integrante tiene sus particularidades, unos aprenden más rápido que otros, unos son más tímidos, otros se sienten más a gusto con un determinado tipo de repertorio. Por eso es importante que el director conozca a su agrupación, sepa cómo motivarla y lograr de ella resultados satisfactorios, en pocas palabras, ejerza liderazgo. Esta cualidad permite hacer el trabajo musical y formativo que desarrollará en los coralistas las destrezas para el logro de una labor más eficiente y reflexiva hacia el hecho musical. Un director, como líder, debe ser un buen observador de su coro, que es en sí mismo un grupo heterogéneo, pues aunque todos deseen realizar buenos conciertos, no todos obedecen al mismo tipo de estímulo. Debe tener un buen manejo de las relaciones humanas y herramientas para resolver conflictos que pudiesen presentarse durante los ensayos. Debe ser jovial pero firme, así como contemporizador cuando sea conveniente (Grau, 2005: 82).
Existen otras habilidades que el director de coros debe poseer y no son aprendidas en los estudios profesionales, tales son la creatividad y la intuición. Grau (2005: 86) lo afirma de esta manera: “la intuición, la sensibilidad, el poder creativo, no son asignaturas que puedan aprobarse en instituto alguno”. Por ello concluye que es la combinación de estas destrezas conductuales junto a los conocimientos teóricos y técnicos impartidos en las instituciones educativas la que define el mejor desempeño de un director coral.
Las condiciones señaladas hasta este punto aplican no sólo para el director de coros de adultos, sino también para aquel que lidera agrupaciones formadas por niños. El coro infantil es un instrumento particularmente delicado, está integrado por personas en formación para quienes “el director es, ante todo, un maestro” (Zuleta, 2004: 71), cuya responsabilidad es educarlos musicalmente y también como seres humanos en su totalidad.
A partir de los aspectos descritos en los párrafos precedentes, es posible organizar algunas áreas de conocimiento y actitudinales que inciden en el desempeño del director frente al coro: entrenamiento auditivo, técnica vocal, técnica gestual, técnica de ensayo, lenguaje musical suficiente para comprender e interpretar una partitura, comunicación pedagógica, conocimientos fonéticos, liderazgo. Todo ello aunado a la sensibilidad, el sentido del ritmo, el concepto sonoro, el sentido de autocrítica y a la imaginación sobre cómo deben sonar las notas escritas.
Russo (1979: 31-32) establece parámetros relacionados con el desempeño del director de coros, que involucran el dominio mínimo de destrezas específicas cuando señala que, si bien el director puede no contar en un principio con los conocimientos técnicos suficientes para ejercer su labor, hay elementos esenciales que resultan imprescindibles, los cuales son: un sano instinto musical, el sentido rítmico, la discriminación auditiva de los intervalos melódicos y armónicos, así como la comunicatividad vinculada al instinto pedagógico. Incluye como conocimientos mínimos aquellos que le permitan leer y entonar perfectamente los intervalos melódicos, así como las funciones de acordes más importantes (funciones de tónica, subdominante, dominante, segundo y sexto grado). Debe además ser capaz de solucionar problemas rítmicos sencillos resultantes de la combinación simultánea de voces. Ese autor no es el único en señalar que el progreso en la formación de un director deba abarcar el conocimiento de materias como: Armonía, Contrapunto, Técnica de Dirección, Canto, Idiomas (fonética-varios idiomas), Historia del Arte.
Para quien escribe, un director coral para incrementar su desempeño debe ser capaz de desarrollar al mismo tiempo tres capacidades básicas: la de ser el constructor permanente de su instrumento (el coro), un intérprete estudioso de las obras y el formador de sus coralistas. En entradas posteriores compartiremos respecto de estas tres capacidades. Espero me sigan acompañando.
Ana María Raga
……………………………………….
Referencias
Grau, A. (2005). Dirección Coral. La forja del director. Caracas: GGM Editores
Holst, I. (1991). Conducting a choir. New York: Oxford University Press.
Kaplan, A. (1985). Choral conducting. New York: W.W.Norton & Company.
Russo, A. (1979). El director de coro. En El Director de Coro. Manual para la dirección de coros vocacionales (pp. 29-102). Buenos Aires: Ricordi Americana S.A.E.C.
Zuleta, A. (2004). Programa básico de dirección de coros infantiles. Bogotá: Ministerio de Cultura de la República de Colombia, Plan Nacional de Música para la Convivencia.