Vía: www.correodelorinoco.gob.ve/ Por Luis Jesús González Cova | Foto: Ángel De Jesús
El repertorio incluyó la obertura de Los maestros cantores de Núremberg, compuesta por Richard Wagner, seguido por el Concierto para clarinete en la mayor, de Mozart, con Carlos Escalona, y la Sinfonía N° 9 en Do Mayor de Franz Schubert
Refrescante, como una limonada helada en un caluroso Domingo de Ramos, previo a la Seman Santa se sintió el concierto ofrecido la mañana de el domingo por la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela (Ossbv), dirigida en esta oportunidad en la Sala Simón Bolívar del Centro de Acción Social por la Música, en Caracas por la batuta del experimentado maestro César Iván Lara.
El repertorio de fresca sonoridades dignas de interpretarse en un espacio abierto y sombreado en una mañana caraqueña de marzo incluyó en primero lugar la obertura de Los maestros cantores de Núremberg, compuesta por Richard Wagner, seguido por el Concierto para clarinete en La Mayor, de Wolfgang Amadeus Mozart, en el que destacó la participación como solista del joven de 28 años de edad, Carlos Escalona, quien pertenece a las filas de la Ossbv desde hace casi 10 años.
Par finalizar, la orquesta interpretó por primera vez la Sinfonía N° 9 en Do Mayor conocida como “La Grande”, registrada como la última sinfonía compuesta Franz Schubert y descubierta casi por casualidad, luego de su muerte, por el hermano del autor, Ferdinad y el también compositor y crítico musical Robert Schumann, según acotó Lara en conversación con el Correo del Orinoco.
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Son varios los factores que intervienen al momento de seleccionar un repertorio. En este caso, apuntó César Iván Lara, la escogencia de las piezas partió del Concierto para clarinete en La Mayor de Mozart, preparado por Escalona, una pieza que, casualmente, como la sinfonía de Schubert, fue compuesto por Mozart meses antes de su muerte.
De manera que, tomando como base el concierto de Mozart, “me propuse, por un lado, hacer un concierto de corte clásico, pero entre comillas, no clásico en el sentido estrecho sino en el sentido de que se trata de piezas y autores que se conocen mucho”, pero con sonoridades muy frescas y ligeras, describió el director.
De ahí la combinación de una obertura que comprime la grandilocuencia y expresividad de Wagner seguida de una creación si se quiere intimista en la que Mozart, a decir de Lara, parece asomar el presentimiento de su muerte, “porque el concierto es muy fresco y tiene muchos elementos de intimidad”, confirmó el portador de la batuta.
UNA LARGA RELACIÓN
Este concierto de Mozart, “tal vez el primer gran concierto escrito para clarinete” fue compuesto justo cuando comenzaba a desarrollarse el instrumento que ofrece un timbre y un color diferente a las sonoridades quizás mas nasales de los oboes y fagotes, instrumentos ya establecidos para ese momento.
La relación del solista, Carlos Escalona con esta obra, tiene una fuerte carga emocional. Justamente con el primer movimiento de esta obra el músico ganó su primer concurso de ejecución cuando apenas tenía 16 años.
Esta es la tercera vez que lo interpreta delante del público y la primera vez con el respaldo “de mi orquesta. Para mi no hay otra que me pueda acompañar como lo hace la Bolívar, fue una experiencia muy hermosa. Me sentí muy cómodo”, reconoció luego del intermedio.
No obstante Escalona la califica como una pieza “muy compleja”, con un segundo movimiento que “para mi es lo más hermoso que hizo Mozart” porque exige hacer unos pianissimos (sonidos de muy baja intensidad) “que pocos instrumentos pueden hacer como lo hace el clarinete”, sonidos que dan una sensación de calma y relajación que se agradecen. “Ese segundo movimiento, es algo muy especial”, opinó.
UN RETO TÉCNICO
El final del repertorio, protagonizado por La Grande de Schubert, fue escogido además como un reto técnico para la Simón Bolívar de Venezuela, agrupación bandera del Sistema Nacional de Coros y Orquestas fundado por el maestro José Antonio Abreu.
“Fue un reto en función del tiempo y la complejidad de la obra. Teníamos apenas cuatro ensayos y me pareció adecuando colocar la obra de Schubert como un desafío. La Ossbv nunca la había interpretado antes y es una composición muy exigente”, con una estructura completa de cuatro movimientos (la extensión más larga en una sinfonía) que entre todos duran cerca de una hora, apuntó Lara.
HOMENAJE A LA FRATERNIDAD
El recital interpretado ayer por la Ossbv, además de fresco, ligero clásico también podría describirse como fraterno. Por una parte, el concierto de Mozart fue compuesto especialmente para su amigo el clarinetista Anton Stadler. De hecho, junto con La flauta mágica y el Réquiem, el Concierto para clarinete es considerado otro de los cantos para la fraternidad universal del compositor.
En este mismo orden de ideas, a decir de César Iván Lara, en el último movimiento de La Grande, Shubert rinde un tributo y muestra su admiración por Beethoven.
“Creo que el final de la sinfonía Schubert cita el ‘Himno a la Alegría’ (Sinfonía N° 9, casualmente) de Beethoven. Lo varía un poco pero se siente Beethoven ahí, demuestra la admiración que siente hacia él. Una anécdota interesante es que Schubert fue enterrado a pocos metros de Beethoven, es algo que puede parecer muy romántico, pero es real”, contó César Iván Lara.