El director y pianista argentino celebra los veinte años del Festival de Pascua de la Staatsoper de Berlín
Vía: www.abc.es/ Por ROSALÍA SÁNCHEZ
Hace veinte años por estas fechas la Staatsoper de Berlin estrenaba unFestival de Pascua que se ha convertido ya en miembro de pleno derecho del circuito europeo. «En realidad se nos ocurrió hacerlo por una consideración pragmática -rememora el padre de la idea, Daniel Barenboim-;estábamos comenzando un ciclo del “Anillo” y el mejor momento para programarlo era en Pascua, llenando un agujero musical que quedaba en Berlín debido a que la Filarmónica estaba fuera. Siempre hemos seguido fieles al programa Wagner y a compositores cercanos a Wagner», subraya el director, que avanza incluso que la Staatsoper se plantea convertir Parsifal en un título fijo de Pascua. «Es muy buena idea y contamos con una gran producción de Dmitri Tcherniakov que a mí me gusta especialmente», comenta.
Sin duda lo más impactante que ha pasado en Berlín en estos veinte años es la llegada masiva de refugiados en los últimos meses, y Barenboim apoya firmemente a la canciller, Angela Merkel. «Me parece fantástico lo que ha hecho, cómo está luchando», dice, aunque se queja de que el resto del mundo no responda como debería. «Me decepciona que Europa esté sola en esto. Naturalmente, los refugiados acuden aquí por el Estado de Bienestar, pero ¿por qué otros continentes no hacen nada? -lamenta-En Chile vive una comunidad palestina enorme, en Brasil viven más libaneses que en Líbano… ¿Por qué no reciben refugiados? ¿Y qué pasa con los hermanos árabes?»
Su implicación en la crisis, el reciente concierto de bienvenida, en el que ha dirigido conjuntamente con Simon Rattle y con el húngaro Ivan Fischer, igualan en pasión proyectos como el concierto a dúo con Martha Argerich en la edición del festival de 2017. «El año próximo lo voy a pasar en grande porque voy a volver a tocar junto con Martha Argerich para cerrar el festival -anunciaba- y el programa incluye obras para dos pianos de Johannes Brahms, Arnold Schönberg y Anton Webern. Será, además, el último festival que pasemos en el Teatro Schiller», celebraba con cierta impaciencia, en referencia a la sede provisional durante las grandiosas obras de renovación del teatro de Unter den Linden.
También se mostraba ayer especialmente orgulloso de que «Die Frau ohne Schatten», de Strauss, con dirección de escena de Claus Guth y con la Staatskapelle de Berlín, vaya a ser dirigida por Zubin Metha, durante una charla con un grupo de corresponsales que tenía lugar a caballo, entre la lucida apertura de la actual edición del festival con «Orfeo y Eurídice» en la noche del viernes y los últimos retoques al concierto con la Filarmónica de Viena del sábado.
«El efecto de esta incursión en la música preMozart, un paso importante para mí, es que ahora estoy hambriento de seguir dirigiendo más obras de Gluck -dijo-. Es todo un reto abordar obras en las que no sabemos si el compositor estaría satisfecho y me ha permitido aprender mucho sobre articulación, por ejemplo, preguntándome una y otra vez: ¿Cuánto? ¿Hasta dónde?»
El próximo año cumplirá Barenboim veinticinco años en Berlín, y desde esta perspectiva percibe al público berlinés «en un proceso de transición psicológica. Entonces, si preguntabas a cualquier por algo típico de Berlín, te respondían respecto al pasado, al Este y al Oeste. Quizá seguía sucediendo en menor medida hasta hace cinco años, pero ahora están identificando lo característico de esta nueva realidad surgida», reflexiona.