El debate acerca del sonido de los flautistas puede llegar a ser intenso y apasionante. Durante el campamento, no se hizo ausente, sobre todo por el libro del benemérito maestro Peter-Lukas Graf. La introducción de su compilado “The Singing Flute” tiene mucho que decir al respecto. Espero que la traducción del texto no sea una molestia (negrillas nuestras). Disfrútenlo.
«¿Qué es un “buen” sonido en la flauta? ¿Qué significa realmente el famoso “bello sonido”? Cuando tratamos de definirlo, nos encontramos criterios como “limpio” (no airoso), “con colores” (variación de timbre) y “flexible” (cambios de dinámica). Todas esas cualidades y más, hoy, pueden ser producidas electrónicamente a la perfección. Incluso, es posible aprenderlas en el instrumento, mientras sepas exactamente lo que estás buscando. Siempre que el trabajo de la producción de sonido se dirija exclusivamente a colorear el sonido y variar la dinámica, igualmente, sigue siendo un fenómeno puramente físico-acústico.
Un sonido acústico agradable, por así decirlo, puede ser puesto en práctica en una melodía. Esto es exactamente lo que pasa cuando equipos electrónicos son usados. Frecuentemente, podemos escuchar a instrumentistas haciendo lo mismo: muchos flautistas, por ejemplo, tienden no sólo a mantener su hermoso sonido constante e inmutable, sino que también aplican a este sonido un vibrato igualmente invariable.
En contraste, nos concierne entender el sonido no precisamente como un objetivo estético sino como un medio que dé vida a la expresión: experimentar el sonido, ante todo, como un hecho musical, no como un fenómeno acústico. Una vez que reconocemos esto en el curso de una frase musical, cada instante está dominado por lo que le precede y por lo que le sigue; entonces, no escuchamos y tocamos solo notas, medidas y definidas por su particular timbre y volumen – nos confrontamos con el misterio del indefinible sonido musical.
Desde tiempos inmemorables, los ejecutantes de cuerdas y vientos han aspirado a aproximarse a la expresividad de la voz humana en sus instrumentos. Theobald Boehm recomendó fuertemente el estudio de arias y ‘lieder’ para aprender a “cantar” en la flauta. Con la misma intención, Marcel Moyse compiló una extensa colección de melodías operáticas. El ejemplo de cantantes y la imagen interna de una escena dramática debería inspirar a flautistas y dirigirlos hacia un manejo del sonido vivo y lleno de colores.
Me gustaría hacer homenaje a mi propio maestro, Marcel Moyse, por sus últimas palabras dichas hacia mí en el Conservatorio Nacional de París: N’oubliez pas les mélodies!. No olvides las melodías.»