La brasileña Ligia Amadio, ingeniera industrial y directora titular de la Filarmónica de Bogotá (OFB), se mueve en un mundo todavía eminentemente masculino, pero no se siente una intrusa ni tiene miedo de llevar la batuta.
Bogotá, 6 jun (EFE).- La brasileña Ligia Amadio, ingeniera industrial y directora titular de la Filarmónica de Bogotá (OFB), se mueve en un mundo todavía eminentemente masculino, pero no se siente una intrusa ni tiene miedo de llevar la batuta.
La desigualdad “no está superada todavía, queda mucho por recorrer”, afirma Amadio en una entrevista con Efe horas antes de dirigir hoy un concierto de la OFB con uno de los mejores violinistas del mundo, el ruso Schlomo Mintz, como solista, en el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo de Bogotá.
El fin de semana pasado tuvo como solistas al dúo de pianistas BDB, formado por las españolas María José de Bustos y María José Barandiaran, y el protagonismo de estas tres mujeres en el escenario no pasó inadvertido a los asistentes al auditorio León de Grieff.
Esta paulistana lo da todo en el escenario y deja sorprendido al público no solo por sus cualidades como directora, sino por su gran expresividad, tanto corporal como verbal.
De Bustos señaló a Efe que fue la primera vez en su carrera que se encontró con “esta experiencia triplemente femenina” y que las tres han decidido de común acuerdo que no será la última, pues “la química ha hecho su efecto y el torrente musical ha fluido”.
Las tres coinciden en que la misoginia que aun persiste en el ambiente musical proviene de alguna prensa, algunos críticos y ciertas administraciones, pero no de la comunidad de los músicos o del público.
“En muchas ocasiones, la imagen está por encima de la calificación de la capacidad profesional”, dice Amadio, que lo considera “intolerable bajo cualquier punto de vista”.
Amadio recuerda que hasta 1982 no hubo una sola mujer entre los músicos de la prestigiosa Orquesta Filarmónica de Berlín y el escándalo que se armó en 1983 cuando su director, Herbert Von Karajan, se topó con la negativa de los músicos a tocar con la clarinetista Sabine Meyer, que tenía entonces 23 años y a la que había propuesto para un puesto temporal.
Aunque los músicos negaron que fuera por ser mujer y alegaron que la violinista suiza Madeleine Caruzzo tenía un puesto fijo en la orquesta, las acusaciones de machismo no faltaron.
Amadio empezó a estudiar piano a los cinco años pero no tenía intención de ser música.
De hecho estudió y terminó una carrera de ingeniería antes de ingresar al Conservatorio de Música de la Universidad de Sao Paulo, en donde escogió la rama de dirección orquestal.
“Tenía 22 años y yo ya sabía que no iba a ser una gran pianista, por eso no elegí ser instrumentista. La composición (otra rama de esta carrera) es para unos pocos escogidos, son genios. Yo era una persona muy normal y al mismo tiempo sabía que tenía el carácter para dirigir una orquesta”, afirmó.
Aunque admite que es “mandona”, aclara que solo con eso en una orquesta no basta, hay que ser líder, porque “los directores que solo mandan son temidos, pero no muy respetados”.
Amadio, primera mujer que ganó el concurso de dirección orquestal de Tokio, en 1997, ha sido directora titular de orquesta en Mendoza (Argentina) y en su natal Brasil, además de directora invitada en orquestas de otros muchos países.
En el mundo en el que se mueve no hay muchas mujeres, pero curiosamente en su curso del conservatorio los alumnos eran siete mujeres y tres hombres, lo que hacia afirmar a uno de sus profesores que “algo raro estaba pasando”.
Solo se graduaron cinco de los estudiantes de aquel curso y todas eran mujeres, incluida Amadio.
“La dirección es interpretación, aunque más amplia, depende de los cuerpos y las cabezas de otras personas. La orquesta es nuestro instrumento, un instrumento mucho más complejo”, explica.
Amadio llegó en febrero de 2014 a la OFB y fue recibida con “mucho amor y respeto”, aunque “la relación se desarrolla con el tiempo”, dice.
“Es una orquesta de muchas cualidades”, que acaba de estrenar un lugar propio para ensayar, señala.
Algo no muy habitual en los directores de orquesta el pasado sábado, antes de dirigir la Sinfonía No.1 en mi menor Op. 39 de Jean Sibelius habló al público acerca de las lejanas y frías tierras donde fue compuesta y las circunstancias que atravesaba entonces Finlandia, invadida por los rusos.
“Siempre lo hago, si tenemos el contexto histórico o del compositor es otra manera de entrar en la música”, señaló. EFE