Música para la Nasa | Publicado por Álvaro Alonso
Un año después de la publicación en febrero de 1965 del álbum A Love Supreme de John Coltrane, Roger McGuinn y Gene Clark firmaban con su grupo The Byrds la canción «Eight Miles High», inspirada directamente por las «capas de sonido» inventadas por Coltrane. Duane Allman reinventará su estilo a la guitarra eléctrica tras escuchar a Miles Davis y a Coltrane. Grateful Dead, Santana, prácticamente todos los grandes músicos de rock abrazarán los hallazgos de Coltrane sin cortapisas, generando una revolución copernicana en la música popular del pasado siglo.
John Coltrane llevaba tocando desde la más tierna edad, pasando por el rythm & blues y el jazz de orquesta, como la del Apollo de Dizzy Gillespie. Pero será el encuentro con Miles Davis quien sacará a John Coltrane del anonimato incorporándolo al quinteto del que surgirá esa obra maestra del jazz que es Kind Of Blue. En 1957 John Coltrane había estado tocando con Thelonious Monk, cuya influencia va a ser decisiva, y grabado su primer disco importante, Blue Trane, momento clave en su vida puesto que consigue, tras encerrarse en agonía de varios días y noches en su casa, en los que no paró de rezar, salir completamente limpio de su adicción a la heroína y el alcohol.
El nuevo estilo de Coltrane, consciente de que iba a significar una extensión de lo visto hasta entonces en el mundo del jazz, se dio de bruces con el formato breve, necesitado para expresarse en sus solos de más espacio, lo que le llevó a tener varios encontronazos con el productor Bob Thiele, quien quería que Coltrane se ciñera al formato de los estándar. Coltrane quería por su parte grabar composiciones más largas, lo que desembocó también en un tímido reproche de Miles Davis, que le pide mayor concisión. Coltrane, desde que adoptara el saxo soprano, había logrado una sonoridad realmente grandiosa, incluso en los registros extremos. Su imaginación unida a su conocimiento técnico fueron vistos como inéditos en el mundo occidental.
Coltrane, además de haber estudiado politonalidad e improvisación modal, mostró interés por las ragas hindúes y las escalas pentatónicas africanas. Según el propio Coltrane, fue Monk quien «me enseñó a tocar dos o tres notas simultáneas con el tenor: con digitaciones falsas y ajustando los labios, se pueden conseguir acordes perfectos… Fue entonces cuando la armonía se convirtió en mi obsesión; a veces tenía la sensación de tocar mi música a través de un cristal esmerilado». Unida a la influencia de Monk, está la de Ornette Coleman y la de John Gilmore, el saxo tenor de Sun Ra. Sin embargo, como recuerdan Arnaud y Chesnel, será Eric Dolphy el elemento decisivo para que la música de John Coltrane llegara al puerto hacia el que tenía que dirigirse y que alcanzó gracias al providencial contrato con el sello Impulse, donde en una carrera frenética antes de perder la vida de un cáncer galopante grabará sus sesiones históricas en un periodo que va del 61 al 67.
En 1965 vive John Coltrane en Long Island con su mujer Alice que espera un niño y sus dos hijos. Alice rememora cómo su marido trabajaba en una suite en cuatro piezas que debían ser una ofrenda a Dios cuando le sobrevino la fiebre al final del verano de 1964. «Estando en la Marina, tuvo una visión que no pudo interpretar en aquel momento. Sin embargo, tal visión no dejó de acompañarle, hasta que la idea de A Love Supreme comenzó a crecer en su conciencia. De manera que en 1964 recordó aquella visión y entonces pudo ver todo con claridad: el sonido».
Según las notas escritas por Coltrane y encontradas en casa de Alice, su “regalo para Dios” en cuatro piezas fue primariamente concebido para un conjunto de nueve instrumentistas incrementado por percusionistas latinos. Sin embargo, fue finalmente grabado por su cuarteto clásico Coltrane/Garrison/Jones/McCoy Tyner, el mismo “laboratorio experimental” con el que ya había grabado uno de los más deliciosos y asequibles discos de jazz de todos los tiempos: Ballads, de 1963. Bob Thiele, quien se mostraba reticente con las intenciones de Coltrane, terminó cediendo a sus deseos y otorgándole toda la libertad creativa. El propio Thiele explica lo particular de sacar al mercado un disco de estas características: «No había precedentes en aquella era. Una canción de jazz que tuviera en mente entrar en las emisoras de radio -algo esencial para poder grabar- debía tener como máximo cinco o seis minutos… Ahora, John Coltrane hacía un disco con tan solo cuatro canciones de no menos de diez minutos de duración cada una. ¡Te puedes imaginar los gritos que recibí por parte de los jefazos de la compañía!». Sea como fuere, en un año vendió cerca de cincuenta mil copias, una cifra escandalosa para un disco de jazz de estas características.
El funeral de Coltrane se celebró sin cámaras el 21 de julio de 1967 en la Iglesia luterana de Saint Peters, en el centro de Manhattan. Ornette Coleman, con quien Coltrane había tomado lecciones, se encargó de serenar el acto con su música, acompañado de Albert Ayler. «Él fue nuestro líder», recalcó Archie Shepp, «él puede haber abandonado la ciudad, pero sin duda será recordado». En silencio, la viuda Alice Coltrane junto a sus cuatro hijos. Se truncaba así una carrera de una creatividad ascendente, que había dado como resultado dieciséis grabaciones en los últimos seis años, que serían prolongadas con sus célebres grabaciones póstumas. John Coltrane, tocando en extenso «My Favorite Things», emprendía el vuelo hacia otra dimensión.