El “caso Abbie Conant”

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Abbie Conant fue reconocida ya a una temprana edad como un talento artístico. En 1977 recibió el Cum Laude de la universidad Temple, donde estudió con Dee Stewart, de la Orquesta de Filadelfia. 

Ya el año anterior había estado estudiando en la universidad de Yale. Pero uno de los títulos más importantes que recibió fue su master en la Juilliard School de Nueva York. Y en ese mismo año, 1979, consiguió ser finalista en el concurso para jóvenestalentos de la ciudad neoyorquina. Teniendo tan buenos resultados, Abbie decidió trasladarse a Siena (Italia) para continuar con sus estudios con Vinko Globokar.  Pero su deseo por aprender más la condujo hasta la ciudad de Colonia (Alemania), donde estudió con el importante profesor Branimir Slokar, obteniendo en 1984 el diploma de la Staatliche Hochschule. 


Extraído del Trabajo de Investigación Fin de Carrera realizado por Mª José Noguera Rodríguez, bajo la Dirección de Alberto Castelló. Oviedo, 2010 (CONSMUPA). Gobierno del Principado de Asturias.  | Vía: www.foroclasico.com

 

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Por aquel entonces, Abbie ya había conseguido la plaza de trombón solista de la Orquesta de Turín y de la Filarmónica de Munich, la cual ésta última fue una auténtica prueba de valor a su autoconfianza. 

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La ITA (International Trombone Association) nombró a Abbie Conant como una de los miembros de su junta directiva en el cargo de la vicepresidencia, tras ser reconocida como una de las más importantes trombonistas del mundo. 

Ha sido aclamada en numerosas ocasiones para grabar discos tanto de trombón y órgano, como conciertos solistas, recitales u otras interpretaciones. Asimismo, importantes orquestas del panorama actual, como la Hessische Rundfunk Symphonie Orchester, la Orquesta de Cámara de Munich, la Orquesta de Cámara de Lituania, la St. Joseph´s Symphony, y la Halle Symphony Orchestra, han solicitado las interpretaciones de Abbie, llegando a actuar en 115 ciudades diferentes de Europa y América. 

Tras comenzar los problemas con la Filarmónica de Munich, Abbie Conant realizó una serie de actuaciones a lo largo de Alemania, intentando mostrar lo que la estaba sucediendo en esa orquesta. Esta serie de actuaciones la han llevado a tener grandes críticas, y ser muy aclamada por el público alemán. Tanto fue así, que fue contratada como profesora de trombón en las academias de música de Berlín, Colonia y Graz. 

De esta manera, se ha convertido en uno de los iconos trombonísticos más importantes que suelen acudir a diversos cursos internacionales, siendo España uno de sus destinos, junto al quinteto Spanish Brass. Actualmente, Abbie es profesora en la Academia de Staatliche Hochschule en Trossingen, donde reemplaza a su antiguo profesor, Branimir Slokar. 

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Un largo proceso en Munich

Durante el Tercer Reich la Filarmónica de Munich fue muy conocida como la Orquesta del movimiento fascista. Incluso era perceptible esta característica en su sello musical, donde un águila aparecía sosteniendo la esvástica y se mencionaban las palabras antes dichas. Pero una vez finalizada la guerra, esta frase se eliminó, aunque el símbolo de las cruces se mantuvo. 

El símbolo de la esvástica apareció en diversas ocasiones importantes representando a la orquesta: conciertos de Bruckner, Strauss, valses, el baile anual, etc. Nadie realizó ninguna protesta hasta que en 1991, cuarenta y seis años después de la II Guerra Mundial, Abbie Conant y su marido decidieron realizar una protesta a la concejala Monika Renner. Ella también compartía su preocupación por eliminar esos elementos nazistas que aún pervivían. 

Se notificó al Ministerio de Cultura el deseo de quitar la insignia que representaba la Filarmónica de Munich. Pero la respuesta fue:

Me parece, querido señor Osborne, que usted y su mujer lo intentan todo con tal de poner a la Filarmónica de Munich y a la ciudad de Munich en mal lugar. En este proceso sienten ¿que todos los medios se justifican?.

Pero estas palabras eran una derivación de lo que se había producido unos años antes en la misma orquesta teniendo a Sergiu Celibidache como director. 

Abbie Conant tenía un futuro prometedor. Había obtenido óptimos resultados en su título en la Juilliard School de Nueva York, y enseguida había quedado como trombón solista de la Orquesta de Turín. 

En 1980 fue invitada para realizar las pruebas de trombón solista en la Filarmónica de Munich. Aunque hay que decir que la única invitación que recibió estaba dirigida a Herr Conant (Señor Conant). 


La audición se realizó el 19 de junio de ese mismo año. Y Abbie Conant se enfrentaba a 32 hombres con el número dieciséis. La primera ronda se realizó tras un telón, y Abbie consiguió ser seleccionada para pasar a una segunda ronda. Cuando llamaron a los finalistas hubo un gran asombro, ya que todos estaban sorprendidos de que la número dieciséis fuera realmente una mujer. 


Pero en la segunda y tercera ronda, realizada ya sin telón, se impuso con firmeza frente a sus oponentes masculinos, y obteniendo la plaza de solista de la Filarmónica de Munich. 

Según el presidente de la orquesta, Deinhardt Goritski, el director general, Sergiu Celibidache, se opuso a la contratación de Abbie Conant. Sin embargo, era nuevo en la orquesta y aún no estaba en condiciones de hacer caso omiso de ella. Aún así, Celibidache intentó realizar una serie de cambios amenazando con su dimisión si no se llevaban a cabo. 

Y un cambio sí que se hizo. En los trece años que Abbie Conant mantuvo sus litigios con Celibidache no se volvieron a realizar unas pruebas con telón. 

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Y a pesar de tan buenos resultados que llevaban un buen nombre a la Filarmónica de Munich, en mayo de 1981, Abbie fue llamada a una reunión de la orquesta para degradarla a trombón segundo. 

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Una vez que la trombonista entró en la orquesta, estuvo un año recibiendo continuamente felicitaciones por su gran labor como solista. Empezó a ser reconocida realizando una serie de grabaciones de música clásica, estaba invitada como solista y profesora de trombón en diversos cursos internacionales, y fue escogida como miembro de la junta directiva de la ITA (International Trombone Association), donde se la declaraba como uno de los estándares del panorama trombonístico internacional. 

Celibidache había esperado durante el año de prueba de Abbie haber recibido alguna información negativa para poder aprovechar la ocasión para tener la excusa de degradarla de atril o echarla de la orquesta. Y para ello, solo necesitaba presentar un escrito donde hubiera dos críticas. 

Rápidamente, Abbie Conant se puso en contacto con el Deustche Orchester Vereinigung (Unión de Músicos de Alemania), y accedieron a pagar los costos legales si Abbie llevaba a la orquesta, y de esta manera, a la ciudad de Munich, a los tribunales. 

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El mismo sindicato explicó a Abbie que este litigio podría durar unos cinco años, y que mientras esto sucediera tendría que ocupar la plaza de trombón segundo y teniendo un salario bastante más inferior al que tenía antes. Pero en la realidad, el proceso duró trece años. 

Para poder volver a su anterior puesto, Abbie tenía que presentar una serie de pruebas. Y para ello tendría que recoger los vergonzosos testimonios de sus propios compañeros y de los directores invitados. 

Sin embargo, Abbie quería evitar todo eso. De tal modo, que se dirigió al comité de la orquesta y pidió un segundo año de prueba para que quedaran satisfechos con su labor. Esta fue una oportunidad de oro para Celibidache, quien sólo requirió los servicios de Abbie en un concierto de toda la temporada, no permitiendo que tocara para él durante el resto del año, a pesar de no haber recibido ninguna crítica.

El 3 de febrero de 1982, Abbie recibió una carta de tan solo diez líneas en la que la degradaban a segundo trombón, y sin haber obtenido crítica negativa alguna. El 11 de noviembre de ese mismo año, Abbie decidió hablar con Celibidache para intentar llegar a algún acuerdo, para poder volver a tocar aunque fuera solo para los directores invitados. La preocupaba enormemente no saber cuál era el verdadero problema en su forma de tocar. Pero Celibidache volvió a rechazar su oferta:

¿Usted sabe cuál es el problema, necesitamos un hombre para el lugar de trombón solista?

Y aún así, otro trombonista fue contratado para ocupar su vacante, incluso de trombón segundo. Todos dudaban de que Abbie fuera capaz de aguantar tal acoso, y que en poco tiempo perdería la batalla y tendría que irse. Sin embargo, un compañero, Adam Fendt, la previno de que si seguía con la acción legal contra el condado de Munich, perdería inmediatamente su permiso de residencia al ser extranjera. De tal modo, que Abbie decidió hacer las maletas y mudarse a otro condado. 

Pero a la vez, se estaba divulgando entre los miembros de la orquesta que, si Abbie continuaba su acción legal, el considerable aumento de salario que estaba previsto para la Filarmónica se perdería. 

El 15 de noviembre de 1982, Abbie Conant fue llamada a una reunión para tratar la resolución que se produciría en el juicio. Sin embargo, Abbie estaba recelosa por todos los acontecimientos que se habían producido desde que se inició el proceso legal, y decidió acudir junto a su abogado a dicha reunión. Allí había siete personas: tres integrantes de la orquesta, el administrador jefe de la orquesta, un representante de la oficina de personal y dos miembros del comité. 

El abogado de Abbie empezó por comentar en esa reunión a qué compromiso estaba dispuesta la orquesta a llegar para poder solucionar el problema. Sin embargo, las siete personas allí reunidas, no estaban preparadas para la presencia de dicho abogado, y enseguida abogaron por el hecho de que lo único que querían es que Abbie retirara los cargos. Y reiteraron que si seguía con el litigio apenas tendría posibilidades de ganar. 

Deinhart Gorintski, que era uno de los integrantes, declaró intencionadamente que los nervios de Abbie no podrían soportar todo el proceso. Y veinte días después de tal declaración, Gorintski la acusó de negarse a ir a trabajar. Aunque una investigación disciplinaria que se realizó determinó falsa la acusación realizada. 

El 17 de agosto, Abbie ya había tenido la primera audiencia en los tribunales, resultando muy corta, debido ya que el juez no podía hacer un pronunciamiento por no presentar críticas específicas. Los escritos presentados debían acontecer con descripciones exactas de todos los problemas sufridos en los conciertos y ensayos. Así que se pospuso la siguiente audiencia para diez meses después, en junio de 1983. 

El 13 de agosto de ese mismo año, Abbie recibió la notificación para la degradación a segundo trombón. Una degradación que se suscita como sexista. 

La demandante no tiene la fuerza física necesaria para ser la líder en la sección de trombón. Aparte de eso, carece de la empatía necesaria para traducir la voluntad artística del Director General.

En respuesta a las duras críticas por su fuerza física, Abbie Conant se prestó para unas pruebas en la Clínica de pulmón de Gautinger. Allí tenía que respirar en una cabina herméticamente cerrada, mientras le tomaban sangre de la oreja para ver cómo el oxígeno se absorbía por su cuerpo. Tuvo que soplar por numerosas máquinas para medir la capacidad de sus pulmones, y la velocidad en que podía inhalar y exhalar el aire. También tuvo que prestarse a una inspección donde un médico examinaría su caja torácica y el pecho. Fueron tan altos los resultados, que una enfermera la preguntó si era una atleta. 

Tras realizar las pruebas pulmonares se produjo el segundo juicio, y al que asistió Celibidache. Una vez más, los escritos presentados no tenían ninguna crítica bien fundamentada. Y el juez dictaminó que el testimonio presentado por la ciudad de Munich era inútil, ya que sería la palabra del maestro Celibidache contra las de cuarenta y tres músicos reconocidos y testimonios de directores invitados que Abbie Conant había mencionado en su alegación. 

El resultado fue que el director de la orquesta no podía hacer una acusación específica. Y el ayuntamiento donde ahora residía Abbie escribió una carta, a petición del de Munich, donde se declaraba que ni siquiera estaba habilitada para tocar de segundo trombón. 

Aún así, el 16 de junio, el tribunal dio una nueva oportunidad – tercera – a la ciudad de Munich: 

Se le ha solicitado al acusado dar más detalles sobre las acusaciones formuladas contra la demandante con la presentación de hechos y, si es posible, también con relación de fechas.

En la vista realizada el 29 de marzo de 1984 aún no se presentaron pruebas claras en contra de Abbie Conant, y el tribunal falló a favor de ella:

La demanda realizada es admisible porque el cambio en su trabajo asignado, debido a la falta de argumentos, es injustificado. 

El acusado no ha justificado su descenso de categoría con los hechos demostrados, por lo que es un juicio de valor no generalizado. 

Por encima y más allá de eso, no se menciona ninguna fecha de los errores cometidos por la demandante. Asimismo, no se menciona cuándo se le hizo la pertinente advertencia a la demandante. 

Por ello, no es posible que el tribunal pueda determinar qué hizo mal la demandante, o que pueda determinarse si se tomaron inconscientemente las advertencias, o en otras palabras, si se cometieron errores nuevamente tras la advertencia realizada.

Y nuevamente, la ciudad de Munich, junto a la orquesta, apeló. Ya habían transcurrido cuatro años desde que Abbie Conant había entrado en la Filarmónica de Munich. En aquel entonces un nuevo alcalde fue elegido, George Kronawitter, haciendo que los conflictos entre el comité de la orquesta y la ciudad se levantasen de nuevo. 

Kronawitter se opuso sobre todo a la vacilación para eliminar músicos no deseados, y con ello, lanzando una crítica al Ministerio de Cultura. Y en el periódico de la ciudad escribió: 

Si una persona pudiera sacar a los músicos que no les hace gracia y ponerlos fuera de su lugar de trabajo, no podría derrocar a los ministros de cultura. En los pasillos del ayuntamiento de la ciudad se dice abiertamente: ¿no podemos dibujarlos y quitarlos, y luego ahorcarlos en la plaza de la ciudad?

Durante el invierno de 1984, Celibidache volvió a protagonizar un escándalo yéndose de la orquesta en mitad de temporada causando una gran pérdida financiera a la ciudad de Munich. Los métodos del maestro ya eran conocidos, debido a que había tratado del mismo modo a dos anteriores orquestas en las que había trabajado, Estocolmo y Stuttgart. Pero después de unas semanas, el ayuntamiento trató una serie de compromisos con él, haciendo que Celibidache regresara a Munich. 

Tan solo cuatro años antes, el maestro había solicitado también que se despidiera al administrador de la orquesta dándole una enorme bonificación para finalizar su contrato. Y junto a él, se despidieron a más personas. Aunque Abbie Conant fue la única que se mantuvo con firmeza en su lucha. 

Fue en ese momento cuando se contrató a Anne-Sophie Mutter como solista. Pero tuvo problemas con el director y el comité, haciendo que saliera de un ensayo y cancelase sus actuaciones con la orquesta. Incluso años después, cuando la Filarmónica de Munich realizó en 1991 un concierto en Madrid, Celibidache se refirió en una entrevista a la famosa violinista como Henne geigende (violinista gallina). 

Pero a partir de ahí se vieron muchos más casos contra las mujeres por parte de Celibidache. 

En julio de 1991, un grupo de madres perteneciente a la orquesta realizaron una discusión debido a una gira que iban a realizar y a las vacaciones remuneradas que solicitaban, y que habían sido prometidas por el ayuntamiento. Pero Celibidache se enfrentó a ellas muy enojado alegando que si querían tener hijos, habían escogido la profesión equivocada. 

Ya en el verano de 1988, Celibidache había eliminado del atril de concertino del Schlesswig-Holstein Festival a Anja Tratwein. Y se limitó solo a afirmar: 

¿Sólo los hombres en los puestos principales?

Tal vez la actitud de Sergiu Celibidache se pueda determinar a partir del siguiente extracto de una entrevista realizada en el periódico Abendzeitung en 1984, donde explica el por qué de su actitud crítica. 

Estas personas que echan veneno todo el día, deberían hacer una pausa y escribir sobre ginecología. Es un campo en el todo el mundo tiene un poco de experiencia. Pero en el musical son vírgenes. Y lo seguirán siendo, por lo que voy a entrar en otro mundo no fertilizado, y dándole un tono de experiencia única.

Las audiencias de apelación se realizaron el 15 de febrero de 1985, durando tres años, y donde Abbie tuvo que seguir como trombón segundo, dando lugar a mayor trabajo y menor remuneración económica. Los acusados trataron por todos los medios de buscar algún dato donde se pudiera hacer una crítica contra Abbie. Uno de esos problemas que se alegaban era la falta de aire de la trombonista en el pasaje orquestal del Tuba Mirum, del Requiem de Mozart. 

Dos miembros de la orquesta figuraron como testigos para afirmar tal acusación. Sin embargo¸ pasaron por alto que Abbie contaba con el brillante testimonio del director invitado en esos conciertos, Yoav Talmi. 

Con tanto desbarajuste de información, el juez del caso dictaminó que él no entendía nada de música y que el asunto se resolvería por medio de un especialista, preferentemente director o profesor de trombón: 

Si la demandante, para una orquesta de la calidad como la Filarmónica de Munich, posee incondicionalmente la fuerza física necesaria, la resistencia y la durabilidad para ejecutar los pasajes más difíciles de acuerdo a las instrucciones de los directores para la longitud, intensidad y volumen.

El especialista que se buscó fue de una alta calidad y valorando su trabajo en unos 3000 marcos daneses, es decir, 2200 $ aproximadamente. Este especialista se encargaría de seleccionar una serie de pasajes orquestales y elaborar un escrito tras escuchar la interpretación de Abbie. 

Muchos de los nombres de especialistas que el tribunal estuvo buscando, rechazaban el encargo, ya que si lo aceptaban y fallaban a favor de la trombonista, nunca podrían trabajar con la Filarmónica de Munich. Otros tantos trombonistas, que podrían elaborar el informe solicitado por el juez, también rechazaron la oferta por estar compitiendo, en ese momento, por la plaza para profesorado del Conservatorio de Munich. 

Tras pasar el transcurso de un año en esa búsqueda, el 3 de marzo de 1986 el profesor Paul Schreckenberger del Conservatorio de Mannheim decidió ser él el encargado de evaluar a Abbie. Para ello solicitó que la prueba fuese grabada en la sala de conciertos de la Filarmónica de Munich. Una comitiva del ayuntamiento quería estar presente en tal evaluación y pidió al tribunal que se realizara en el mes de junio. A partir de ahí comenzó un desbarajuste en una determinación de la fecha en que sería la prueba. Schreckenberger quería que se realizara en el mes de septiembre, y así se lo hizo saber a Abbie por medio de un escrito, en el que también se incluían los duros solos orquestales que tendría que ejecutar. 

Abbie se puso manos a la obra enseguida, y se pasó todo el verano estudiando duramente. Pero cuando llegó septiembre, nadie sabía nada de Schreckenberger. El ayuntamiento decidió posponer la evaluación para el invierno. Y una vez llegada la primavera se volvió a posponer para la primavera. 

El 15 de mayo de 1987, el ayuntamiento se dirigió a los miembros del tribunal diciendo que habían hablado con Schreckenberger por teléfono, el cual les respondió que no veía obstáculos para el cumplimiento de su comitiva en la primera semana de junio. Pero pocos días después, Schreckenberger volvió a telefonear a la Filarmónica de Munich diciendo que no podría asistir a la evaluación en la fecha dictaminada. Cuando llegó el mes de julio, el profesor se retiró por completo alegando que no tenía apenas tiempo. Y ya habían pasado dos años y medio aproximadamente desde que el tribunal decidió pasar el caso a la evaluación de un especialista. 

El tribunal decidió entonces contactar con Michael Stern, profesor de Munich, pero este se negó a la oferta porque también estaba compitiendo con Abbie por la plaza del conservatorio de la ciudad. 

Se pusieron entonces en contacto con un tercer profesor, Heinz Fadle, presidente de la Internationale Vereinigung Posaunen. Este sí que aceptó y envió a Abbie una lista con siete de los pasajes más difíciles en el repertorio de trombón. En febrero de 1988 la trombonista se trasladó a la ciudad del profesor. Allí interpretó los pasajes tres veces cada uno, dándole diferentes estilos de vibrato, intensidad y fraseo. Todo el procedimiento fue grabado ante la presencia de un representante del ayuntamiento de Munich. 

La evaluación fue mucho más rigurosa que cualquier otra prueba que Abbie había tenido en una audición de orquesta, ensayo o concierto. Pero en el informe de Heinz Fadle solo había comentarios positivos. 

Es una instrumentista de viento con una embocadura extraordinariamente bien formada, es decir, la musculatura del labio le permite controlar la producción del tono en relación con el flujo de aire, dándole al mismo un uso óptimo. Su técnica de respiración es muy buena, y hace que su ejecución, en la mayoría de los pasajes difíciles, sea superior y fácil. En esta audición se mostró suficiente fuerza física, resistencia y volumen de la respiración, muy por encima; y más aún, ella tiene unos nervios enormemente sólidos. Esto, relacionado con las cualidades antes mencionadas de su forma de ejecutar, la pone totalmente en condiciones de desempeñar las frases más difíciles en una orquesta de alto nivel, y estar de acuerdo con las instrucciones del director para una adecuada duración e intensidad, así como la fuerza.

Así, por segunda vez, el 1 de julio de 1988 el tribunal falló a favor de Abbie. Fue nuevamente restituida en su plaza de solista tras ocho años en la orquesta, seis en los tribunales, después de numerosas reuniones y promesas, exámenes médicos, pruebas jurídicas, el acoso de sus compañeros y, finalmente, después de un examen realizado por un trombonista especialista. 

Éste fue sólo el comienzo de una nueva ronda de acosos y casos judiciales, ya que el ayuntamiento de Munich no trataba a Abbie Conant igual que a sus 15 colegas de viento en la orquesta. 

Todo comenzó con negarse a pagarla como trombón solista y negarse a entregar su pago retroactivo hasta que recibió la sentencia por escrito. Ello se debía a un debate protagonizado con Celibidache. Sabían que el juez llevaba bastante demora preparando la sentencia escrita, unos dos años, y esto haría que también hubiera retraso para que Conant iniciara los ensayos con igualdad de trato. 

Cuando llegó el 14 de agosto de 1990, la Filarmónica de Munich colocó a Abbie en su lugar de trombón solista, siendo la única mujer en la sección de viento, y con un salario inferior a sus 15 compañeros masculinos. Es decir, fue colocada en un tipo III de salario, mientras que sus colegas estaban en un grupo IV. Esto hacía que al mes ellos recibiesen un salario de 1100 marcos alemanes (unos 800$) más que ella. 

Debido a la enorme cantidad de trabajo que conlleva ser tutti, Abbie había realizado la duración de dos años de trabajo extra en el tiempo que duró el proceso. Incluso después de recuperar su plaza, Celibidache se negó a dejarla tocar en un solo, obligándola a tocar de segundo o ser asistente de sus compañeros masculinos. Ninguno de sus compañeros de viento sufrió estas circunstancias. Y con el tiempo, se esperaba que Abbie dejase la orquesta. 

Abbie no sabía que estaba en un grupo de remuneración inferior respecto a sus compañeros. Ignorante de estos hechos, trató de llegar a una solución amistosa. Después de recuperar su posición de solista, en la orquesta había tres trombones solistas, pero ninguno segundo. 

Conant habló con sus otros dos colegas, Dankwart Schmidt y Dany Bovin, para llegar al acuerdo de que los tres compartirían la labor de segundo por igual. Y así, la orquesta no tendría que contratar ningún otro trombonista adicional. 

Sin embargo, Dankwart Schmidt decidió tocar de segundo a jornada completa sin condiciones. Ella le preguntó el motivo, y Schmidt dijo que los dirigentes de la orquesta le habían puesto bajo una fuerte presión. No estaban interesados en tener una solución permanente, sino tener un segundo trombón de forma temporal hasta que Abbie se fuera por discriminación. 

Conant decidió rápidamente reunirse con los dirigentes para tratar el caso, pero se negaron. Y mientras estaba hablando con David Moltz, uno de los dirigentes, un colega, que no era consciente de la situación, se acercó y le dijo en broma: 

¿Sabes cuál es la diferencia entre la mujer y un inodoro? Pues que no tienes que besar al inodoro cuando terminas con él?

David Moltz rió de buena gana y se marchó. 

Al ver lo que estaba ocurriendo, Conant se dirigió a la Frauengleichstellungsstel1e (Oficina para la Igualdad de la Mujer) para solicitar tener el mismo salario que sus compañeros y que las asignaciones de trabajo fueran del mismo valor. Pero este organismo no estaba apoyado por el gobierno de Munich, y directamente allí la dijeron que no podían hacer nada. La única solución que aportaban era que esperara a que Celibidache fuera más amable con ella y por fin la dejase ser líder de la sección de trombones. 

Abbie y su marido decidieron entonces dirigirse al alcalde de la ciudad pidiéndole la ayuda para tener el mismo trato que los hombres de la orquesta. Mencionaron que Celibidache había justificado la degradación de Abbie a segundo trombón con la declaración de que el problema existía porque se necesitaba un hombre para ser solista y no una mujer. Y en ese mismo año, el maestro había insultado con sarcasmo a la Filarmónica de Munich con las siguientes palabras: 

¿Tocan como una orquesta de señoritas?

El marido de Abbie presentó más de 200 páginas con documentación de los programas y comentarios sobre la cualificación de su mujer, incluyendo los testimonios que ya había presentado cuando ella recuperó su plaza. Entre esos testimonios se hallaban los de: Kurt Masur, director de la Filarmónica de Nueva York y la Orquesta de la Gewandhaus de Leipzig, Hans Stadlmair, director de la Orquesta de Cámara de Munich; Liljefors Esteras, de la Orquesta de Cámara de Suecia; Othmar Maga, director de la Filarmónica de Seúl, Christopher Keene, director de la Ópera de Nueva York, y Yoav Talmi, director de la Sinfónica de San Diego. 

Esperando que esta información ayudara a llegar a una solución amistosa, y sin saber aún que se la estaba pagando menos que a sus colegas masculinos, Conant y su abogado del sindicato se reunieron con la Oficina de Personal de la ciudad de Munich y la administración de la Filarmónica de Munich, para solicitar el pago de antigüedad igual que sus compañeros masculinos recibieron en 1987. Pero ambas oficinas se negaron. 

A finales de 1990, el alcalde Kronawitter respondió a la carta del marido de Abbie y dijo que entendía las necesidades de Celibidache sobre tener hombres en los puestos de solista, y que lo de la “orquesta de señoritas” podría ser ofensivo solo para las mujeres. Pero prometió realizar más preguntas sobre el caso y escribirle nuevamente. 

Esa respuesta prometida no llegó nunca. Y debido a un estatuto Abbie tuvo que abandonar el intento de una solución amistosa, y reabrir un nuevo caso judicial contra la ciudad de Munich, representada por el alcalde Kronawitter, para recibir la igualdad de remuneración. 

En la primera audiencia los representantes del ayuntamiento se aprovecharon de la confusión de la trombonista, alegando falsamente que había otros vientos solistas que también estaban en su categoría de tipo III. 

El hecho es que solo los instrumentistas solistas se clasifican en grupos de pago diferentes. Esto se aplica a los solistas de viento, de los cuales, al menos otros dos también se colocan sólo en el grupo III de la escala de pago de la remuneración de la Filarmónica de Munich.

Como empleados del ayuntamiento, se les solicitó entregar los registros donde se documentaba tal afirmación. Pero era mentira. Y en su lugar se elaboró una falsa declaración. 

El juez observó que aquella era una situación muy escandalosa, donde solo había que solucionar la cuestión de igualdad en la remuneración con los compañeros que llevaban los mismos años que ella trabajando en la orquesta. El juez sentenció que no era culpa de Abbie si el caso saltaba a la prensa, y dejó parte de la responsabilidad al ayuntamiento de Munich proponiendo una nueva fecha para celebrar el juicio. 

En esa siguiente audiencia, el ayuntamiento aseguró a Abbie que recibiría un sueldo de tipo IV, pero no tendría el nivel de antigüedad que sus compañeros masculinos habían recibido en 1987. Ella rechazó la oferta. Aún no había deducido que ni siquiera tenía el mismo salario que sus compañeros más jóvenes. 

Abbie esperaba que el alcalde todavía podía ayudarla, e intentó provocar su interés mencionando todas las observaciones que el maestro Celibidache realizaba en los ensayos sobre ginecología y vírgenes, o sobre los chistes sexistas que tenía que tragarse de sus compañeros. Ella solo quería recibir el mismo trato. 

Kronawitter dio largas a la trombonista y le pedía no intervenir en el proceso. Y con cada paso que Abbie iba dando, acabó por descubrir que estaba en una remuneración inferior que sus otros compañeros. Enseguida su abogado del sindicato notificó las averiguaciones hechas a los tribunales. 

Por fortuna, el juez dijo que el tratamiento que estaba recibiendo Abbie en la orquesta era “indecente”, y ordenó que recibiera el mismo salario que sus 15 compañeros, ya que no se había cumplido la igualdad de trato. 

Se descartó, sin embargo, que recibiera los años de antigüedad que Abbie solicitaba, ya que el sindicato que la representaba debía pedir a Celibidache los criterios por los cuales se había basado para evaluar a sus compañeros en 1987.

El juez trató de dar una última oportunidad al ayuntamiento y a la orquesta de forma extrajudicial para llegar a un arreglo. Pero se negaron. 

El 28 de octubre de 1991 la historia de Abbie Conant apareció en un artículo de tres páginas del periódico más importante de Alemania, Der Spiegel. Se provocó un escándalo a nivel internacional. Y todavía de vez en cuando el caso aún aparece en la prensa de fuera de Alemania. 

Munich intentó limpiar la reputación de Celibidache. Incluso Kronawitter le nombró “Ciudadano de Honor”. Y poco tiempo después, en una edición del Philharmonische Blätter, el violoncellista tutti, Jorg Eggebrecht, hizo un desmentido oficial de que el maestro fuera sexista. 

No puede haber discusión de que el maestro es sexista. Sergiu Celibidache es un europeo extraordinario, tan impresionante, que su aura masculina es proyectada sin ser corruptible. El mundo siente la necesidad de algo así, porque vivimos en una sociedad sin normas en ese punto. Y ahí está, como un hombre incorruptible que expresa abiertamente todo durante los conciertos, lo que pasa dentro de él es una visión profundamente conmovedora. Los oyentes y los intérpretes todavía pueden disfrutar de la música en él como una revelación.

Estas declaraciones sobre la necesidad de un “aura masculina incorruptible” en una sociedad sin normas, y que el trabajo del maestro Celibidache era una “revelación” fueron publicadas en el Ministerio de Cultura. No hubo ninguna explicación o disculpa por esas palabras sexistas. Y ni siquiera se explicaba el motivo por el cual Conant fue degradada a segundo trombón o tenía una remuneración inferior al resto de sus compañeros de viento. 

El abogado del sindicato que tenía Abbie apenas podía aportar datos para justificar esa antigüedad que ella quería que le fuera atribuida. Así que utilizó su seguro de defensa jurídica para contratar un abogado especializado en discriminación sexual. Sin embargo, la comisión del ayuntamiento aún trató de mantenerla en esa remuneración inferior. 

En febrero de 1992, Abbie escribió a la Oficina de la Igualdad para la mujer. No tuvo respuesta. Ningún político parecía que quería inmiscuirse en el asunto, ni siquiera el alcalde de Múnich parecía querer ayudarla. 

Habían pasado cuatro años desde que Abbie había recuperado su plaza de solista y aún no había renunciado. La presión que se realizó a través de sus asignaciones de trabajo se incrementó. Durante la gira asiática que realizó la orquesta en 1992, el director de escena le dijo que tendría que tocar como asistente del trombón primero. Ella preguntó si alguien estaba enfermo. Dijo que no. El trompa solista, Eric Terwilliger, que estaba allí al lado dijo: 

No lo hagas, ninguno de nosotros tendría que hacerlo. ¿Por qué tú deberías?

Con estas palabras, Abbie se acercó al director de escena y dijo que no tocaría como asistente. 

Más tarde, Deinhardt Goritski junto a un administrador de la orquesta se acercó a Abbie y la dijo con dureza: “Estás obligada a tocar como asistente. Debes ir inmediatamente al escenario. Y no hay más discusión”. Pero ella respondió: “No quiero discutir sobre ello”. Y se fue. 

El administrador decidió despedirla y mandarla de regreso a Múnich. Escribió una carta a la presidencia de la orquesta para que la firmasen. Pero éstos, al ver que esta situación podría causar problemas se negó a firmar. Realmente el motivo para despedirla no estaba justificado. 

En los meses posteriores, en un intento por forzar la dimisión de Abbie, se la encomendó tocar de asistente o trombón segundo. Pero ella registró todas las amenazas en los correos electrónicos donde la obligaban a tocar en un atril inferior. 

El gerente de personal del ayuntamiento de Múnich, Hans Joachim Freiling, fue citado por los tribunales para comparecer en la audiencia de apelación del 21 de octubre de 1992. La juez enseguida dijo que la situación se resolvería si se decía la verdad. Y se le advirtió que podría tener 15 años de prisión por realizar falso testimonio ante el tribunal. No parecía ser una advertencia de rutina. 

El juez le preguntó a Freiling si había otros solistas de viento que estuvieran en las mismas condiciones de pago que Abbie. Y Freiling admitió que no había. También admitió que en 1987 se colocó a todos los solistas en un marco de máxima antigüedad, con el fin de obtener la paridad con la Orquesta Estatal de la Radio de Baviera. 

El nuevo abogado de Abbie solicitó presentar una nueva evaluación del ayuntamiento para poder colocar a la trombonista también en el grupo de antigüedad de 1987. El juez ya no estaba impresionado, eran muchos los escándalos que se iban sucediendo en ese caso. Y sentenció que no había ningún tipo de diferencias entre las credenciales de Conant con la del resto de sus colegas masculinos

Nuevamente, y después de trece años que Abbie había realizado la audición para la Filarmónica de Munich, el tribunal falló a favor de ella. 

Cinco días después de la lectura de la sentencia, Abbie fue convocada, junto a su abogado, a una reunión en el ayuntamiento con unos representantes de dicho organismo y administradores de la orquesta. 

Realizaron una serie de amenazas con tal de obligarla a presentar su renuncia. Pero ellos no sabían que Abbie ya tenía en mente salir de esa orquesta, ya que había recibido la oferta de ser profesora en el prestigioso Conservatorio de Música de Trossingen (Alemania). Ese nuevo trabajo la ofrecía mejores beneficios que la Filarmónica de Munich, y le permitiría continuar con su carrera de solista o free-lance. 

Los hombres allí reunidos la mostraron los recortes de periódicos de la actuación de Abbie en “Miriam”, donde mostraba sus experiencias en la orquesta alemana. No les gustaron las buenas críticas que ella estaba recibiendo por esa obra. Y la amenazaron con que si quería volver a tocar fuera de la Filarmónica de Múnich tendría que solicitar un permiso. 

Pero Abbie ya estaba harta. Nadie había recibido el mismo trato que ella en esa orquesta. Y esa censura y el acoso que le proponían no era más que problemas para ellos. Intentaron de nuevo volver a degradarla a segundo trombón o ser sólo asistente del solista. Pero el abogado de Abbie señaló que eso era ilegal, el tribunal la había dado la razón. Y si volvía a ocurrir algún problema como este, tendrían que pagarle una indemnización. De ese modo, casi simbólicamente, les obliga a que dejasen a Abbie presentar el trabajo “Miriam” en el Brass International de la Mujer en Missouri (EEUU).

Con tal objeción, se ofrecieron a una reunión con el abogado y solicitando a Abbie que tomase nuevamente una acción personal contra la orquesta. Lo increíble es que cuando ella estrechó la mano a los allí presentes, algunos se negaron a hacerlo. 

Abbie cosechó un estrepitoso éxito en Missouri, siendo invitada a diversas universidades norteamericanas. Dejó la Filarmónica de Múnich. Pero con el escandaloso suceso ocurrido, el gerente de personal del ayuntamiento fue sustituido, y los cinco miembros del comité de la orquesta no fueron reelegidos.

Abbie Conant había sido hasta el momento la única instrumentista mujer de viento-metal que había estado en una orquesta alemana. Y prefirió irse a Trossingen. Allí alcanzó un gran éxito como profesora. Ya en el primer año como docente tuvo un 40% de alumnos con talento, uno de los cuales ganó un importante concurso de trombón y logró la plaza de solista en la Orquesta de la Ópera de Dortmund. 

Conant trató de luchar durante 13 años por los derechos de las jóvenes mujeres instrumentistas, y aún sigue en su batalla por lograr que todos los músicos sean tratados igual. 

BLINK 

La historia de Abbie Conant aparece en el libro de Malcolm Gladwell “Blink”. Independientemente de los ribetes sexistas, lo sucedido con esta trombonista es un excelente ejemplo sobre cómo los prejuicios pueden afectar la toma de decisiones en el proceso de selección, así como de la manera como pueden ser disminuidos o controlados. 

Conant ha sido reconocida a nivel internacional por su calidad interpretativa por diferentes críticos, directores y por sus colegas trombonistas. Probablemente su talento no se habría desplegado del mismo modo si es que no hubiera tenido la oportunidad de presentarlo en un proceso de selección centrado sólo en la capacidad de los postulantes. 

Los prejuicios son creencias difíciles de cambiar, en parte porque están asociados a un conjunto de justificaciones y explicaciones que simplifican la tarea de entender un mundo variado y complejo. Los procesos de selección deben asegurar que las decisiones de contratación se basen en criterios relacionados con el desempeño objetivo de las personas, evitando los prejuicios asociados a factores como el género, apariencia física, raza, nacionalidad, religión, origen social o edad. 

El largo recorrido de Abbie Conant en la Filarmónica de Munich demuestra el impacto que tiene el diseño de sistemas de selección de captura de talentos. La inclusión de sistemas de postulación ciega genera condiciones para que identificar talentos genuinos y, finalmente, para qué utilizar totalmente el potencial humano de una sociedad. Si los talentos no son protegidos es muy probable que permanezcan anónimos. >>

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