[et_pb_section bb_built=”1″][et_pb_row][et_pb_column type=”1_3″][et_pb_text _builder_version=”3.12.1″]
La muerte de Dios, el superhombre, el eterno retorno, la voluntad de poder…
Vía: www.estandarte.com | Nietzsche
[/et_pb_text][et_pb_image _builder_version=”3.12.1″ src=”https://www.venezuelasinfonica.com/wp-content/uploads/2018/08/principal-portada-asi-hablo-zaratustra-es.jpg” /][/et_pb_column][et_pb_column type=”2_3″][et_pb_text _builder_version=”3.12.1″ text_orientation=”justified”]
A todos estos conceptos clave para el devenir del pensamiento contemporáneo Nietzsche les dio salida en su querido Así habló Zaratustra, un extraño libro escrito y publicado entre 1883 y 1885 del que afirmó: “Entre mis escritos ocupa un lugar aparte. Con él he hecho a la humanidad el regalo más grande que hasta ahora ésta ha recibido. Este libro […] no es sólo el libro más elevado que existe, […] es también el libro más profundo, nacido de la riqueza más íntima de la verdad”. Al menos de su verdad y de su libertad. Porque Zaratustra es un ejercicio supremo de libertad formal y conceptual. Lo primero porque Nietzsche creó un personaje rodeado de misterio, el legendario profeta fundador del zoroastrismo en cuya boca colgó extrañas profecías, sueños, predicciones, poemas, aforismos, diálogos, fábulas…
El profeta regresa para anunciar –como en una especie de evangelio invertido– que el orden moral ya no rige el cosmos, que aquello no es ni siquiera una aspiración porque sencillamente es imposible, que la vida es dolor y que hay no solo que afrontarlo sino que superarlo. Una nueva mentalidad que alumbrará seres libres preocupados en buscar y dar sentido a sus vidas. Todo esto es lo que un buen día Zaratustra decide que ha de comunicar a los seres humanos. Para ello ha de terminar con su retiro y mezclarse con ellos. Así arranca Así habló Zaratustra:
[/et_pb_text][/et_pb_column][/et_pb_row][et_pb_row][et_pb_column type=”4_4″][et_pb_text _builder_version=”3.12.1″ text_orientation=”justified”]
“Cuando Zaratustra cumplió treinta años abandonó su patria y el lago de su patria y se fue a la montaña, donde gozó de su espíritu y de su soledad sin cansarse de hacerlo durante diez años más. Mas por fin llegó un día en que su corazón se transformó, y una mañana se levantó cuando la aurora comenzaba a mostrarse en oriente, y dirigiéndose al Sol le habló de esta manera:
[/et_pb_text][et_pb_text _builder_version=”3.12.1″ text_orientation=”justified”]
[/et_pb_text][/et_pb_column][/et_pb_row][/et_pb_section]