La cara es quizás una de las zonas más importantes del cuerpo, nos representa estética y genéticamente. A través de su estructura anatómica los seres humanos pueden comunicarse, expresarse, e identificarse gracias a los rasgos inmersos en ella, tomando en cuenta que estos son particulares en cada individuo.
Escrito por Fátima Fernández | Músicos de Alto Rendimiento
@MusicosMAR | @ffftriple
Según la RAE, la cara puede definirse como la parte anterior de la cabeza humana desde el principio de la frente hasta la punta de la barbilla. En la cara se encuentran órganos muy importantes que están directamente relacionados con cuatro de los sentidos: los ojos, la nariz, la boca, y los oídos, que a su vez son sostenidos por 14 huesos y 43 músculos que tienen 4 funciones principales: la visión, respiración, masticación, y la gesticulación. El rostro también puede acumular tensiones de acuerdo a los gestos y movimientos que se realizan al hablar, comer, reírse y en el caso de algunos instrumentistas, al momento de tocar. Esto no solo por el hecho de movilizar repetidamente músculos muy pequeños sino también por la sensibilidad que tiene esta zona.
Los instrumentistas de viento además de utilizar por supuesto los brazos y manos, tienen una significativa carga en la musculatura de la cara y aunque pareciera que solo está involucrada la boca, resulta que con solo soplar pueden estar activos varios músculos a la vez. La embocadura es el posicionamiento de los labios y músculos faciales con respecto al instrumento de manera que puedan vibrar en diferentes intensidades y velocidades al pasar el aire entre ellos, he aquí la base de la producción del sonido en los instrumentos de viento. Esta también depende de la anatomía de cada ejecutante, de la postura técnica, y de la boquilla de cada instrumento particularmente elegida por el ejecutante, según su gusto, necesidad de sonido, o morfología de la cara.
La formación de la embocadura aunque es diferente según el instrumento tiene condiciones generales como por ejemplo: se debe mantener el contacto entre la boca y la boquilla/caña, no se debe mover el instrumento, no cambiar el gesto de la cara, evitar movimientos de la mandíbula así como la cobertura excesiva de la boquilla con los labios, controlar el exceso o falta de presión, y buscar una firmeza de los músculos faciales pero sin generar tensiones.
El estudio de los instrumentos de viento es sumamente peculiar porque las dinámicas de respiración y el gesto facial pueden cambiar absolutamente todo, generando problemas tanto de sonido, como en el manejo de recursos técnicos de la embocadura. Esto puede ser verdaderamente arduo en especial cuando se estudia durante muchas horas considerando estos aspectos o cuando las piezas u obras que se están ejecutando lo requieren; esto genera cansancio físico y tensiones que no son perceptibles sino hasta el momento en que se deja de tocar.
La mayoría de los instrumentistas piensan que deben estudiar demasiado y que de esta manera los músculos y la embocadura se entrenan, pero durante la práctica la musculatura no puede entrenarse de manera selectiva y suficiente; debido a esto muchos instrumentistas de viento han sufrido molestias faciales, así como dolencias o rupturas del labio, temblor, fatiga muscular que se manifiesta en el labio pero realmente se puede evidenciar en toda la cara, generando una sensación de poco confort al tocar. Quizás esta situación pudiera ocasionar en un futuro no muy lejano lesiones en la musculatura involucrada con la embocadura, afectando la ejecución.
Una de esas lesiones es el síndrome de Satchmo, este se da debido a la necesidad de coordinación tan específica que requiere el músculo orbicular de los labios para mantener la embocadura y producir el sonido. Está caracterizado por la debilidad de este pequeño músculo que se encuentra en la comisura labial y se encarga de la acción de abrir y cerrar los labios así como del vaciado del vestíbulo bucal es decir soplar, también es llamado el músculo besador pues también la colocación de la boca para besar es una de sus funciones.
La fuerza que se requiere para la ejecución de instrumentos de viento metal como el trombón, trompeta, tuba y corno francés, es superior a la capacidad de contracción del orbicular de los labios, además este debe contraerse y vibrar al mismo tiempo sin generar mayores tensiones, por lo que puede ser vulnerable a la ruptura de sus fibras o desgarre del músculo, los síntomas de este síndrome se identifican a través del cansancio del labio y dificultad en el momento de mayor contracción como por ejemplo en la realización de notas largas o altas, la ruptura puede presentarse con sangrado, e inflamación de la zona; de acuerdo al tamaño de esta, se inicia el proceso natural de cicatrización sin embargo en casos graves en los que la ruptura del labio es muy grande el tratamiento debe ser quirúrgico.
Muchas veces el músico presenta indicios de cansancio muscular de la cara sin embargo al ser considerado una condición de la práctica del instrumento no se le presta mayor atención, lo que puede ser la causa principal de síndromes como el ya mencionado. Otra lesión temida por los músicos es la distonía focal siendo un trastorno en la acción de los músculos de una zona determinada en función de tono inadecuado, temblores, movimientos involuntarios, y contracción muscular; una de sus causas principales es el exceso de movimientos repetidos de un musculo o un conjunto de músculos específicos.
Los músicos instrumentistas de viento requieren de la acción de toda la musculatura de la cara con la característica de la repetitividad y de mantener por determinados y largos periodos de tiempo una postura especial en pro de la manutención de la embocadura. La disfonía focal oromandibular se presenta como una anormalidad en la fluidez o velocidad del movimiento, movimientos excesivos o involuntarios, y en la disminución o ausencia de movimientos voluntarios de la mandíbula y boca generando inclusive la dificultad para masticar alimentos, abrir o cerrar la boca, movimientos involuntarios en la lengua y labios, dolor muscular, desviación mandibular, dificultad para tragar o para hablar y por ende para soplar.
Esto puede ser una amenaza para los ejecutantes de instrumentos de viento no solo en el ámbito musical sino también en su vida diaria, la disfonía focal en los músicos puede determinarse como una enfermedad ocupacional que puede prevenirse gracias al entrenamiento físico, al trabajo técnico instrumental, y al cuidado que debe tener cada músico en la organización de su jornada de clases, ensayos, estudio y presentaciones.
Algunos ejercicios para el entrenamiento de la musculatura que se encuentra alrededor de los labios están basados en el calentamiento de los mismos, de 5 a 10 minutos antes de la práctica del instrumento como:
- Pronunciar vocales y consonantes realizando movimientos amplios y lentos exagerando la pronunciación
- Reír con los labios cerrados estirar las comisuras labiales y mantener la contracción al menos 5 segundos.
- Realizar el cierre de los labios como si se quisiera dar un beso, manteniendo el cierre al menos 5 segundos.
- Abrir y cerrar los labios (imitando a un pez) repitiendo este ejercicio mínimo 5 veces.
Propiciar tiempos de descanso durante la práctica, e hidratarse son aspectos esenciales en los instrumentistas de viento pues esto previene la resequedad en los labios y todos los conductos respiratorios evitando rupturas o irritación.
El auto masaje de la cara al terminar la ejecución del instrumento también es una alternativa que permitirá la vuelta al estado de reposo de la musculatura y de esta manera pueda mantenerse libre de tensiones y por ende de lesiones. Los ejecutantes de instrumentos de viento deben centrar especial atención a su cara, boca, mandíbula, músculos respiratorios y el cuello pues son los pilares corporales en la producción de su sonido.
Fátima Fernández
Terapeuta ocupacional especializada en músicos
“Entrenando Músicos de Alto Rendimiento”musicosdealtorendimiento@gmail.com
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