Vía: www.panorama.com.ve/ Juan Pablo Crespo
El profesor se traslada en la parte posterior de un trineo para pescar a través de un orificio en el lago congelado. Cuando sale suele llevar puesto un pantalón elaborado con piel de foca, así como una chaqueta y un sombrero de piel de oso polar. Luego regresa puntual sobre el mismo típico medio de transporte para la clase de costumbre.
Un día cualquiera en la vida de Ron Davis Álvarez no es precisamente un día cualquiera para un mortal promedio. La clase que él imparte, además, no es una más. Es una que siempre ha tenido y tendrá el sello del inconmesurable orgullo de ser venezolano. Les explico, Ron es un trabajador voluntario o “embajador” de nuestra idiosincrasia en Groenlandia, donde desde 2011 ha llevado la metodología del Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela.
Sí, hasta esta isla que penetra el círculo polar ártico llega El Sistema, como se le conoce al proyecto materializado desde 1975 por el maestro José Antonio Abreu.Desde entonces, lo que una vez fue un sueño, hoy echa frutos en unos 60 países con más de 100 programas.
El modelo pedagógico, cultural y social de El Sistema hace vida en la Casa del Niño de Uummannaq, un municipio casi que impronunciable o con aires de onomatopeya, de aproximadamente 1.500 habitantes. Uummannaq es una de las zonas más septentrionales de Groenlandia, donde cada año el sol no termina de ponerse por unos dos meses, pero entre diciembre y febrero no termina de levantarse.
Ron no solo es voluntario en la Casa del Niño de Uummannaq, un orfanato bajo la administración pública, también vive allí como “un niño más”, como él mismo resume el cariño que ha recibido desde que llegó.
“Aquí El Sistema funciona de una manera distinta, porque lo hace con los niños del orfanato y de la comunidad, además, van a un ritmo un poco más lento”. En Venezuela, donde hay casi un millón de niños y jóvenes involucrados, los núcleos se activan luego de las horas de clases, o dentro de las escuelas primarias con el proyecto Simón Bolívar.
El caraqueño de nacimiento, pero guatireño de corazón, es coordinador de la dirección de relaciones internacionales de la Fundación Musical Simón Bolívar, ente rector de El Sistema. El músico, profesor y director de orquestas, formado como violinista y gerente cultural lleva cuatro años reuniéndose todas las tardes con los pequeños para compartir sus conocimientos, aunque eso no le impide ser voluntario en otros países de Europa. De hecho, ya ha cedido parte del testigo para poder moverse mejor por el viejo continente.
Groenlandia está lleno de orfanatos, incluso, hay más de estas instituciones que semáforos. El periodista y fotógrafo Paco Nadal, autor de un blog sobre viajes y turismo para “El País” de España, dice que en aquella isla “solo existen dos juegos de pares de semáforos, que están en la misma calle Nuuk, la capital”.
La gran cantidad de orfanatos obedece a que muchos niños, tras sufrir distintos problemas familiares, como maltrato o abusos sexuales, son enviados a estos cálidos lugares por autoridades del Gobierno. Otros pocos han perdido a sus padres, por razones naturales o porque se han quitado la vida. Groenlandia tiene hoy la tasa de suicidios más elevada del mundo por número de habitantes, según la Organización Mundial de la Salud.
El Sistema tiene como norte incorporar a niños, niñas y jóvenes de todas las clases sociales, aunque un 66% proviene de hogares de escasos recursos económicos, o que vive en condiciones adversas y en zonas vulnerables. La iniciativa venezolana se ha convertido en una herramienta de primer orden para muchos países que buscan disminuir sus niveles de pobreza, analfabetismo, marginalidad y exclusión de su población infantil y juvenil.
“Más que un programa musical, El Sistema es un programa de transformación social. Una oportunidad para la vida integral”, apuntó Ron, vía Skype.
Así que, en Groenlandia y otras latitudes han copiado y adaptado este modelo a sus realidades socioculturales, de la mano de voluntarios como Ron.
Groenlandia es dueño de un paisaje tan majestuoso como severo, y de una capa de hielo que puede alcanzar tres kilómetros de espesor. Su extraña vegetación, montañas y glaciares se entrelazan en sana armonía con una población que vive de la pesca y la caza en trineos. Estos aparatos artesanales son arrastrados por la fuerza de perros entrenados, que parecen lobos, y conducidos por expertos cazadores con licencia.
Los animales “saben” qué tan grueso puede ser el hielo para seguir o no el camino, donde el peligro está al acecho. Más que mascotas, son una extensión de las familias. Y Ron confía mucho en estos cuadrúpedos de sangre caliente.
Las embarcaciones y motonieves son parte del paisaje, que se transforma de una estación a otra con particular espectacularidad. Los carros no mandan, pero los hay.
“Lo más difícil ha sido el frío, todavía no termino de adaptarme. Hay días con temperaturas de menos de 30 grados centígrados. En verano, puede subir hasta los 14 o 16 grados”, describió Ron. “Recuerdo momentos en los que el frío me hacía llorar. Un día caminaba hacia el orfanato y sentía que las lágrimas se me congelaban. Fue algo depresivo”.
Aquel gélido clima le ha hecho tiritar hasta sus entrañas y preguntarse “¿qué hago aquí, en medio de este frío interminable?”. Pero la respuesta la encontraba una y otra vez en su corazón. “Me ponía a pensar en el trabajo que hago con los niños y me llenaba de fuerzas”.
Ron también encontraba inspiración alzando un poco su mirada hacia el cielo. “En medio de aquel frío, de repente aparecía una aurora boreal y me cambiaba el ánimo. Es un privilegio observar este fenómeno de la naturaleza”.
Pocos más de dos millones 200 mil kilómetros cuadrados constituyen la superficie de Groenlandia, casi el triple de Venezuela, pero solo habitan unas 57 mil personas a lo largo de costeros asentamientos poblados. Aquella extensión de hielo y tierra pertenece políticamente a Dinamarca (aunque no forma parte de la Unión Europea, UE), pero geográficamente está a un lado de América. Los inuits o groenlandeses decidieron en 1982, en un referéndum, salirse de la UE para salvaguardar principalmente sus intereses pesqueros.
En Uummannaq no hay McDonald’s ni cines, pero se deja escuchar la radio y se deja ver un único canal de televisión. Al igual que en todo el país, la tecnología marcha con los nuevos tiempos. Paco Nadal dice que un supermercado groenlandés tiene las mismas mercancías que el supermercado de al lado de tu casa, pero todo se trae de afuera porque en la isla no se produce nada, más allá de manufacturas de pescado.
Ron aterrizó en Groenlandia en 2011, cuando estudiaba y daba clases, en Caracas. “Un profesor me puso en contacto con un pianista que, a su vez, era amigo de la directora del orfanato. Ella buscaba un voluntario del Sistema que pudiera estar aquí tres meses”.
Así se abrió la puerta. “De la isla apenas si sabía ubicarla en el mapa, aunque eso no fue obstáculo para aplicar. Estuve los tres meses y regresé, pero el cariño de los niños fue tal, que me engancharon y volví”.
Él no sabía inglés, idioma que aprendió en la isla, donde además ha cultivado algo de danés y el dialecto lesut.
El trabajo que comenzó solo Ron ahora lo comparte con Sofía Hernández, otra músico venezolana, quien ahora está a cargo de El Sistema Groenlandia y con quien dirige una orquesta de cuerdas. Con ambos, los niños aprenden a tocar violín, contrabajo, viola, chelo, flauta, flauta dulce, clarinete y tambores nacionales o típicos de la región. El grupo también realiza actividades fuera del orfanato, como expediciones.
Con el trabajo distribuido, ahora Ron salta de un país o ciudad europea a otra, siempre con la bandera de El Sistema entre su pecho.
Como parte de los niños del orfanato ahora se encuentra de vacaciones, el músico se dirigió esta semana a Suecia para dar clases también, específicamente en Gotemburgo. Luego irá a Londres, Liverpool, Escocia y Estambul.
En junio, regresará a Suecia para junto con el maestro Gustavo Dudamel, director musical de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela y de la Filarmónica de Los Ángeles, participar en el “Side by Side” (Lado a Lado), un campamento internacional de verano musical y artístico que reunirá a cientos de niños y jóvenes de Europa.
En el campamento, Dudamel dirigirá una orquesta de jovencitos, mientras Ron hará lo propio con los más pequeños. ¿Y adivinen qué? Dos niños de Groenlandia tocarán en suelo sueco.
Como preparación para el “Side by Side”, El Sistema Suecia lanzó, el 9 de abril, el programa RonTV, en Youtube. Con esta herramienta, 400 niños europeos podrán conocer el trabajo de Ron a través de una serie de episodios que serán colgados cada semana.
El periplo llevará a Ron de nuevo al orfanato, donde lo esperan sus “hermanitos” menores con el morral cargado de sueños y notas musicales. El Sistema forma parte de su desarrollo, así como los estudios, el teatro o el deporte. Pero será una estadía corta, pues Venezuela le espera para, desde aquí, continuar el impulso en la parte formativa y educativa en los países en los que se replica.
Mientras tanto, en Groenlandia lo esperan también sus platos típicos: la ballena y la foca. Le esperan también los mosquitos, que según Nadal “tienen el tamaño de un iceberg y la voracidad de un oso polar”.
Ron dice que el groenlandés es una persona tan cálida, alegre y amable como el venezolano. Dice admirar la manera cómo los inuits sienten su cultura. De ellos ha aprendido muchas cosas, como vivir en armonía con el medio ambiente. “Tienen un gran respeto por la naturaleza. Hay que entender que no se caza por gusto. Aquí no hay árboles. Los inuits saben administrar balanceadamente sus alimentos y recursos”.
De esta manera, entre contrastes y culturas, en Groenlandia o en cualquier parte del planeta suena cada vez con más fuerza El Sistema. “Aquí ven a Venezuela con mucha admiración por lo que El Sistema de Orquesta representa”, apuntó Ron con orgullo tricolor.
¡Viva El Sistema en el mundo!