Vía: www.guillermodalia.com/ (texto del libro “Como ser feliz si eres músico o tienes uno cerca)
Si estamos hablando que la característica más particular del músico es el individualismo, ¿qué ocurre cuando tiene que participar de una colectividad? ¿Y cuando es un colectivo formado todo por músicos? En cualquier desempeño profesional se mantienen unas relaciones con los demás y por mínimas que éstas sean siempre van a existir, con compañeros, jefes, dirigentes, usuarios, etc. El trabajo de músico también conlleva que se tengan que mantener relaciones con otras personas: compañeros, alumnos, gerente, personal de administración, padres de alumnos… En el ámbito de las agrupaciones musicales es donde esta circunstancia cobra mayor sentido, más que en la docencia, pues el contacto con los colegas es continuo, diario, de proximidad incluso física y se van a compartir multitud de acontecimientos en el desarrollo de nuestra labor: ensayos, conciertos, giras, etc.
Empecemos apuntando algo obvio: la orquesta la forma un grupo de personas, es un colectivo de compañeros y por lo tanto, su funcionamiento es como cualquier grupo de trabajadores que podemos encontrar en una empresa, pero además, es un grupo formado por músicos, cuestión ésta que la hace especial.
Por supuesto que existen ejemplos de compañerismo y buenas amistades entre los integrantes de una orquesta, pero lo frecuente es que estas relaciones se desarrollen únicamente entre algunos de ellos, formándose, conscientemente en algunos casos y otras sin pretenderlo, grupos reducidos que se aíslan de los demás. Lo que podemos considerar cohesión de grupo (de la totalidad del grupo) suele ser una asignatura pendiente en muchas orquestas.
Es habitual que los integrantes de la orquesta acudan con el tiempo justo a los ensayos y conciertos, utilizando el escaso tiempo restante para prepararse practicando un poco, también al finalizar ocurre algo parecido, se abandona con rapidez la sala y a los compañeros. Esta situación no ayuda precisamente a que se puedan favorecer vínculos sociales entre compañeros que vayan más allá de un saludo inicial o de un comentario sobre el nuevo director invitado o sobre el tiempo atmosférico.
En el trabajo que realizamos en orquestas,en muchas ocasiones se nos preguntan cuestiones como “¿Pero porqué nos tenemos que empeñar en establecer lazos con nuestro compañeros? Somos profesionales y nos une solamente nuestro trabajo, se trata de realizarlo lo mejor posible. Mis compañeros no tienen porque ser mis amigos.” Veamos, el concepto de amistad es amplio, no se pretende que existan unos vínculos íntimos de afecto y cariño con todos los colegas, pero los beneficios que se obtienen si en el trabajo se propicia un buen ambiente son muchísimos y, en ese buen ambiente, tiene un peso importante la relación que tengamos con los compañeros. No es preciso ser amigo, pero si mantenemos una relación cordial y amigable obtendremos una mayor calidad de vida y seremos un poco más felices. Además de las dificultades intrínsecas de la propia labor, el trabajo del músico en la orquesta no está exento de problemáticas propias de cualquier tarea que se realice en grupo, y el ambiente que creemos va a ser fundamental para poder solucionar los más que probables problemas, conflictos o malos entendidos que surgen necesariamente en cualquier organización con los compañeros.
Las ventajas de trabajar en un ambiente cordial se advierten en diversas áreas: En el resultado, en el proceso, en el grupo y en el individuo.
- En el resultado, ya que mejora el rendimiento artístico de la orquesta si existe un buen clima entre sus componentes.
- En el proceso, ya que día a día existen menos conflictos y los que surgen se resuelven con más agilidad.
- En el grupo, pues el trabajo diario de ensayos no tiene por que ser motivo de desavenencias que se prolonguen en el tiempo.
- En el músico, que es a la vez causante y primer receptor de las ventajas, en calidad de vida en el ámbito laboral, llegándose a producir un número menor de bajas laborales cuando existe un clima amistoso en la orquesta.
Características como el individualismo, el divismo o la competitividad pueden provocar fácilmente problemas en una colectividad. En un grupo de personas es lógico que existan desavenencias, lo importante es poseer herramientas para resolverlas.