Vía: www.elfinanciero.com.mx/ Por Rosario Reyes
Es la única soprano mexicana que tiene presencia constante en el Festival de Salzburgo, el más importante encuentro artístico del mundo. Este año volvió por cuarta vez al prestigiado escenario austriaco para cantar el rol de Adalgisa en la ópera Norma, de Vincenzo Bellini.
Rebeca Olvera es la única soprano mexicana que tiene presencia constante en el Festival de Salzburgo, el más importante encuentro artístico del mundo. Este año volvió por cuarta vez al prestigiado escenario austriaco para cantar el rol de Adalgisa en la ópera Norma, de Vincenzo Bellini, con una producción que rescata el sonido orquestal de mediados del siglo XIX.
“Funciona increíblemente, estamos acompañados por una orquesta que toca instrumentos originales o construidos de la forma en que se hacían en la época de Bellini y el sonido es maravilloso; no es tan brillante, tan fuerte como los instrumentos modernos, se acopla mucho mejor a las voces, es un ensamble bellísimo”, cuenta la soprano en entrevista telefónica desde Salzburgo.
Cecilia Bartoli, “La diosa”, como le llaman sus colegas, protagonizó el montaje dirigido por Moshe Leiser y Patrice Caurier, con el tenor John Osborn como Pollione. Fueron cuatro funciones, que culminaron este fin de semana, de la puesta estrenada en 2013, merecedora del premio a la Mejor Nueva Producción en los Opera Awards de Núremberg. Tras su paso por Salzburgo emprenderá una gira por París, Edimburgo, Montecarlo y Viena.
Tradicionalmente Norma es interpretada por una soprano y Adalgisapor una mezzosoprano. Sin embargo, el autor no lo plantea así -advierte la artista- por lo que en estas producciones las tesituras de ambas rivales en la historia se invierten. Una propuesta que, al igual que el rescate del sonido original de la orquesta, tiene como artífice a laBartoli, quien como productora también hizo el casting de las voces.
“Cecilia Bartoli es una artista que se informa, investiga, hay un trabajo tremendo detrás de cada producción que ella hace”, destaca Olvera, cuya actuación en esta última puesta recibió elogiosos comentarios en la prensa, entre ellos del crítico Von Klaus Kalchschmid, en el portal alemán www.klassikinfo.de, y de Anthony Tommasini, de The New York Times.
“Claro, estando ella en el escenario trato de no pensar en su nombre… cuando llego al camerino me doy cuenta de que acabo de estar con la gran Cecilia Bartoli y me muero de la emoción. Es una diosa, una inmortal, una gran actriz. Su arte no se limita a tener una maravillosa voz, una maravillosa técnica y una musicalidad impresionante, sino que su manera de actuar, de abordar los personajes y de pensar los gestos y los movimientos es increíble. Es fácil llegar a las lágrimas en el escenario con ella”.
También junto a la mezzosoprano y, por primera vez con Rolando Villazón, Olvera comenzará a ensayar esta semana Ifigenia en Tauride, de Christoph W. Gluck, que estrenarán en primavera nuevamente bajo la dirección de Leiser y Caurier. Interpretará a la diosa que resuelve el conflicto en esta trama oscura. “Se dice que es la ópera más triste del repertorio”, comparte.
En sus 10 años de carrera, Rebeca Olvera ha sido elogiada por el público y la crítica mundial, y ha llamando la atención hacia las cantantes mexicanas en un panorama en el que los tenores son más reconocidos.
Con cierta modestia, lo explica así: “Somos muchos artistas mexicanos los que estamos en el extranjero, no nada más tenores, aunque claro, es que todos son tan encantadores que es inevitable ponerlos en primer plano. Como nuestros tenores hay pocos. Las sopranos mexicanasbatallamos en general, porque hay cada rusa, cada rumana, cada lituana, que están tremendas. Y aun así hemos logrado abrirnos paso”.
Son pocas sopranos las que han trascendido en los escenarios internacionales durante las últimas décadas. Radicada en Zúrich, Suiza, desde 2005, Olvera reconoce que el respaldo que tuvo de la Casa de Ópera de esa ciudad para construir su carrera en Europa -y una vida familiar: es esposa y madre de dos.
“He tenido la fortuna de conocer y trabajar al lado de los grandes. A veces cantando tres líneas o tres minutos en el escenario, otras cantando roles protagónicos y conviviendo cien por ciento con esas personalidades a las que admiro y de las que he aprendido muchísimo”.
Se fue de México con 23 años, un premio de la Ópera de Bellas Artes en el concurso Morelli y poca experiencia: su primera lección de canto la tomó a los 21, la edad límite para entrar al Conservatorio Nacional de Música. Cambió el último semestre de la carrera de comunicación por el incierto futuro del canto. La vida, como diría, Milan Kundera estaba en otra parte.
“Realmente nunca planeé nada, tenía muchas ganas de tener una gran carrera y de irme al extranjero, pero no sabía cómo, fue una sorpresa para mí que hubiera sucedido tan de prisa, fue muy bonito darme cuenta que realmente no hay fórmulas, cada quien tiene su propia historia y llegamos al mismo lugar por caminos diferentes”.
A los 36 años, con un largo trayecto por delante, reconoce el valor del tiempo en el arte. “Lo bueno de la edad es que siempre te da más experiencia, más sabiduría y espero estar usando todo a mi favor”, concluye quien en su última actuación en México acompañó a Javier Camarena en el concierto titulado Príncipe entre tenores, en el Auditorio Nacional el pasado 28 de mayo. No tiene ninguna fecha confirmada para volver a cantar en el país.