Vía DW | Autora: María Santacecilia | Editor: Enrique López
El Festival Beethoven de Bonn reunió a la Sinfónica Juvenil de Caracas con estudiantes de Bonn. José Antonio Abreu, fundador del Sistema de Orquestas de Venezuela y candidato a Premio Nobel de la Paz, presidió el ensayo.
La Sala Beethoven de Bonn está repleta de jóvenes músicos. Tantos, que no caben sobre el escenario y la mayor parte de ellos debe ubicarse en el patio de butacas. Casi 200 forman parte de la Joven Orquesta de Caracas, que el día anterior ofreció un apoteósico concierto en el marco del Festival Beethoven. El resto, procede de diferentes escuelas de Bonn. Todos ocupan un atril y están al frente de un instrumento musical.
El ensayo está a punto de comenzar. Pocas horas más tarde tendrá lugar el concierto conjunto en el que interpretarán dos movimientos de la Quinta Sinfonía de Beethoven. Se oyen murmullos de conversación, pero nadie alza la voz más de lo debido. De repente, se hace el silencio. Llega José Antonio Abreu, fundador hace 40 años del Sistema de Orquestas de Venezuela y candidato a Premio Nobel de la Paz. A medida que va caminando hacia el interior de la sala, los jóvenes músicos estallan en aplausos.Un respeto reverencial
Abreu se dirige a ellos, expresándoles el mensaje de humanidad que transmite la música de Beethoven. Y concluye: “Ojalá sea este el primer paso para la fundación de una orquesta juvenil venezolano-alemana.” Las bases ya están sentadas: este encuentro entre jóvenes de ambos países y la mira puesta en la creación de un Festival Beethoven Caracas-Bonn en 2014, al que asistirán grandes figuras internacionales de la música.
El maestro Abreu preside el ensayo de tres horas. Es palpable el respeto que estos jóvenes siente hacia él. Sus edades oscilan entre los 13 y los 25 años, una etapa difícil para ellos, en la que la rebeldía suele hacer acto de presencia. ¿Cómo se las arregla Abreu para conseguir esa reverencial consideración hacia su figura? “La clave está en el trabajo”, explica en conversación con Deutsche Welle. “Trabajando todos los días con la orquesta se consigue.” Lo difícil es saber cómo lo logra, pues el “Sistema” cuenta con más de 350.000 niños y jóvenes repartidos entre los 24 estados venezolanos. “Hay transporte. Yo viajo mucho en avión y he aprendido a organizar mi tiempo. Ya es hora, porque tengo 73 años”, sonríe.
“Es increíble cómo tocan”
Marilena Wirz y Carolin Romberg tocan la flauta travesera y el contrabajo respectivamente. Ambas acuden a la Escuela Secundaria Nonnenwerth, en Bonn, estudian música y forman parte de varias orquestas juveniles alemanas. A Carolin no le sorprende el excelente nivel de los músicos venezolanos, pues ya asistió a un concierto que dieron en Bonn hace unos años, pero está emocionada de compartir atril con ellos: “Me encanta estar aquí hoy. Es increíble cómo tocan”.
A Marilena, por su parte, le fascina lo bien que se lo pasan los venezolanos sobre el escenario: “Es sorprendente lo divertido que les resulta tocar el instrumento. Eso se puede percibir desde fuera.” No hay duda de que la música es una fiesta para los venezolanos, una impresión que se acentúa si se tiene en cuenta la tradicional seriedad germana a la hora de sentarse sobre el escenario. “Al principio, me resultó raro”, dice Marilena. “Se mueven y bailan cuando llega el momento de los bises. En Alemania es totalmente al contrario, es mucho más serio. En cambio ellos irradian alegría.”
Quizá en este hecho radique la diferencia de público que acude a los conciertos sinfónicos, mucho más joven en Venezuela que en Alemania. “Aquí no es cool decir a tus amigos que haces música clásica. Me imagino que allí será diferente”, continúa Marilena. Ambas afirman que no suelen acudir acudir a los conciertos de la Sala Beethoven, pero aseguran que irían con más frecuencia si actuaran orquestas de este tipo.