7 Famosos Duelos Musicales

Vía: Listverse

7 Duelos Musicales
7 Duelos Musicales

Ludwig van Beethoven vs. Abbé Gelinek

De todos los duelos pianísticos protagonizados por Ludwig van Beethoven en Viena, se cree que este no sólo fue el primero (1792) sino el más importante de su carrera, que le valió un sólido reconocimiento y abrió las puertas a un nuevo estilo de improvisación al piano a fines del siglo XVIII.

Se sabe poco de este evento, y lo que más se conoce hoy en día es lo escrito por el oponente, Abbé Gelinek, a sus amigos Johann Baptist Schenk y Carl Czerny, ambos responsables de que Beethoven y Gelinek se conocieran cuando el primero volvió a Viena buscando con quién estudiar (luego de perder la oportunidad de hacerlo con Wolfgang Amadeus Mozart tras su muerte).

La relación, en un principio, fue amena. Fue tan positiva la impresión que Beethoven dejó en Gelinek y sus allegados, que éste solicitó a Schenk que fuera maestro de composición del joven. Pocas clases demostraron la excelencia de Ludwig van tanto para la escritura como para la ejecución, evidencia que Gelinek necesitó disputar ya que él se consideraba uno de los mejores pianistas de Austria.

Se cree que el encuentro se organizó en el palacio de alguno de los patrocinadores de Beethoven (el Príncipe Lichnowsky o el Barón von Swieten) y que incluyó a toda la aristocracia vienesa partidaria de Ludwig van. Pensado en tres rondas, donde cada músico interpretaría primero una pieza propia (antigua o escrita para la ocasión), luego una improvisación libre y finalmente una obra de su oponente.

Fue tan superior la improvisación de Beethoven sobre la de Gelinek, que éste decidió abandonar la sala antes de la tercera ronda. Muchos historiadores han documentado a Gelinek declarando que Beethoven estaba “aliado con el Diablo” o que, simplemente, “no era humano”; pero la realidad es que en su correspondencia con su círculo íntimo declaró que “en Beethoven ha aparecido una nueva forma de improvisación pianística, excelsa y superior a todas las existentes, por su agresividad, su destreza y su pasión, expresiva en demasía y mejor aún que la de Mozart“.

Alexander Scriabin vs. Josef Lhévinne

Dentro de los grande duelos musicales más famosos en la historia de la música, hay uno que nunca ocurrió (aunque hubiera sido muy interesante si hubiera sucedido): el del compositor Alexander Scriabin contra el pianista Josef Lhévinne.

La suspensión de la trifulca se dio porque Scriabin se desgarró los tendones de su mano derecha mientras preparaba las obras para el duelo: estaba practicando las “Réminiscences de Don Juan“, de Franz Liszt (basadas en la ópera ”Don Giovanni” de Wolfgand Amadeus Mozart) y la obra “Islamey“, de su contemporáneo Mili Balákirev. Ambas obras tenían, en su época, la fama de ser las piezas para piano más difíciles de interpretar jamás compuestas.

Lhévinne, sin embargo, fue reconocido (y aún hoy en día) como uno de los mejores pianistas de toda la historia, habiendo hecho gran cantidad de grabaciones en piano a rollos (el mismo que utilizó Sergei Rachmaninov para grabar sus obras), que le ganaron la admiración y el respeto de otros grandes pianistas del siglo XX como Josef Hofmann y Vladimir Horowitz.

El accidente de Scriabin demostró ser crucial en su carrera y en la historia de la música para piano. Aún a pesar de sus pequeñas manos, ganó fama de gran pianista tras sus estudios en el Conservatorio de Moscú, y tras su accidente, los médicos consideraron prudente diagnosticar que jamás volvería a recuperar el correcto (y ya de por sí limitado) uso de su mano.

Abatido, durante su recuperación, escribió su magnífica e importante “Sonata para Piano No. 1 en Fa menor” (tercera sonata escrita, aunque publicada como su número 1), como un “llanto en contra de Dios, en contra del destino”.

No volvería a intentar competir contra Lhévinne. Su mano se recuperó favorablemente y esta pequeña anécdota nos dejó una profundamente importante partitura del repertorio pianístico actual.

Daniel Steibelt vs. Beethoven

En 1800, tuvo lugar el famoso duelo (en el palacio de Lobkowitz) en el que Daniel Steibelt lo retó a que tocasen juntos. En dicha ocasión Beethoven tomó partituras de una obra de éste modificándolas (al mismo tiempo que las iba tocando) con tanta gracia, que Steibelt declaró que no volvería a Viena mientras Beethoven viviera allí y abandonó la ciudad, radicándose en París.

Johann Sebastian Bach vs. Louis Marchand

Este duelo fue contado a veces con certeza académica, a veces no tanto, por casi todos los biógrafos de Johann Sebastian Bach. Una de las obras más completas y correctas del compositor alemán es la de Phillip Spitta, que cuenta la anécdota de la siguiente manera.

En septiembre de 1717, Bach ya era un músico reconocido en toda Europa por ser el mejor intérprete de instrumentos de teclado (principalmente órganos, clavecines y clavicordios) de Alemania. No era conocido o admirado por sus composiciones, ya que el movimiento musical del período Barroco se estaba simplificando y Bach continuaba escribiendo con mucha densidad, peso y robustez musical, texturas típicas de principios de dicho período, ya en decadencia (los propios hijos de Bach, compositores dentro del período del Clasicismo, opinaban abiertamente que su padre se “había quedado en el tiempo”).

Louis Marchand era un también renombrado organista y tecladista europeo, nacido en Francia, y cuando se hizo eco del virtuosismo de Bach, viajó a Alemania con el sólo propósito de conocer y vencer al músico alemán.

Bach trabajaba en Weimar por esos días, y cuando ambos músicos se conocieron, el Rey de Prusia, Federico II (gran fanático de la música de Johann Sebastian), organizó un pequeño concurso de interpretación de clavecín. Bach llegó muy temprano por la mañana, antes que nadie, para poder calentar y estirar sus dedos. Marchand entró al palacio más tarde, escuchó estos ejercicios de calentamiento, dio media vuelta y abandonó el edificio, subió su carruaje y regresó inmediatamente a Francia. Nunca volvería a viajar a Alemania.

Wolfgang Amadeus Mozart vs. Muzio Clementi

En la Nochebuena de 1781, Wolfgang Amadeus Mozart y Muzio Clementi se conocieron en la corte de José II de Habsburgo. Entablaron una relación meramente amigable (que luego se convertiría en una rivalidad amarga de desprecio mutuo), y las habilidades de Clementi eran tan excelsas que pudo competir en un concurso de improvisación contra el joven Mozart, de sólo 25 años, y lograr que el Emperador declarara un empate. Para obtener la victoria, deberían improvisar sobre un tema que el Emperador pensó en el momento, y Clementi logró la misma cantidad de aplausos que Mozart, habiendo ambos interpretado fugas, valses y variaciones en modo mayor y menor.

Ambos músicos acordaron, al final del evento, que Mozart había ganado; sin embargo, se sabe que, aunque tomaron esa decisión, no estaban los dos de acuerdo con ella. Clementi era un hombre educado y bondadoso, y su aceptación de la victoria del alemán fue solamente por respeto; Mozart, por su parte, odiaba a los italianos, los consideraba malos músicos. Le escribió a su padre diciendo que “Clementi es un buen intérprete, en lo que respecta a tocar el instrumento sólo con la mano derecha. Su mayor fortalece reside en los pasajes de terceras. Fuera de eso, su gusto o sensibilidad no valen ni una corona. En resumen, es meramente un [robot] mecánico. Es un charlatán, como todos los italianos. Indica que una pieza es presto pero la interpreta como allegro.”

Clementi, por su parte, escribió esto de Mozart: “hasta ese momento no había escuchado a nadie interpretar con tanto espíritu y gracia. Me apabulló, particularmente, un adagio y muchas de las variaciones que creó sobre el tema elegido por el Emperador, sobre el cual ambos debíamos ejecutar alternativas.”

Ludwig van Beethoven vs. Joseph Wölfl

Ludwig van Beethoven tenía el mal hábito de ser bueno en lo que hacía. Eso empujaba a otros intérpretes a intentar hacerse una reputación propia denigrando la del propio Beethoven. Joseph Wölfl (pianista y compositor austríaco) y Beethoven fueron amigos, ambos dedicándose piezas musicales mutuamente. Pero aparentemente Wölfl, con el paso del tiempo, se volvió envidioso de la maestría de Beethoven y lo retó a un duelo pianístico en 1799, en la casa del Conde de Wetzlar, admirador y sponsor de Beethoven, como también mecenas de varios otros artistas.

Al momento del duelo, Wölfl se había asegurado de programar varios conciertos en Alemania y Austria, para cerciorarse de que Beethoven se enterara de su éxito en ascenso. Funcionó. Anton Schindler, amigo y secretario de Beethoven, informó a este que había nacido un nuevo rival en lo que refería a interpretación pianística. Wölfl era extremadamente alto y sus enormes manos podían abarcar espacios inusitados en el teclado. Beethoven, siendo más pequeño, quedaba en desventaja física sobre el instrumento. En muchos casos de ejecución, debía apoyarse de otros medios que no fueran sus manos para lograr ciertos efectos (como, por ejemplo, el uso del pedal). Tener buena técnica de pedal significaba lograr los mismos resultados sin diferencias notables.

Pero a pesar de esa clara ventaja física de Wölfl, Beethoven arrasó en el duelo. La primera instancia resultó en un empate, pero las dos siguientes fueron arrolladoras, ya que Beethoven no tenía rival en lo que refería a improvisación y lectura a primera vista. Al igual que como sucedió con Steibelt, Wölfl perdió notoriedad en Austria luego de este evento.

Franz Liszt versus Sigismond Thalberg

Franz Liszt fue considerado uno de los primeros pianistas virtuosos de la historia de la música (junto con Niccolò Paganini en violín). El primero, si. pero no el único.

La rivalidad entre Liszt y Sigismund Thalberg (otro intérprete virtuoso de mediados del siglo XIX) duró muchos años, en los cuales Thalberg realizó la misma cantidad de giras de conciertos por Europa que Liszt, tocando en los mismos salones, inmediatamente antes o después que Liszt, para mostrarse como digna competencia y ganar el título del mejor pianista del mundo. El hecho de que esta rivalidad haya perdurado por tantos años es un testamento a las habilidades de Thalberg ya que ningún pianista del siglo XX pudo jamás declararse competencia de Liszt.

Liszt y Thalberg no realizaron duelos de la forma descripta antes en el post sobre la rivalidad entre Ludwig van Beethoven y Daniel Steibelt. En cambio, primero intentaron competir concierto tras concierto durante sus giras, uno instándolo al otro a entrar en la pelea. Ambos eran admirados por el público y, finalmente, decidieron encontrarse para dar punto final a la enemistad que llevaron por todo el continente. El 31 de marzo de 1837 quedaron en encontrarse en el salón de París de la Princesa Cristina Belgiojoso donde interpretarían distintas obras de su repertorio actual. Pero lo que ninguno de los dos sabía, es que el otro estaba escribiendo una nueva obra de altísima demanda técnica para estrenar durante esa velada y vencer a su oponente.

Dentro de las piezas de su repertorio que usaron como armas en el duelo, Liszt tocó su “Grand Galop Chromatique” y Thalberg sus “Variaciones de Fantasía sobre el ‘Norma’ de Bellini“. Y para coronar la noche, ambos artistas estrenaron esas piezas preparadas exclusivamente para la ocación: la “Fantasía, Op. 33, sobre melodías de la ópera ‘Moise’ de Rossini“, de Thalberg; y sus “Réminiscences de Robert le Diable, de Meyerbeer“, de Liszt. Ambas piezas se siguen interpretando hoy en día y son consideradas como algunas de las más técnicamente difíciles para interpretar.

Ambos intérpretes fueron ovacionados de pie. La persecución de Thalberg por la corona de Liszt continuó, pero nunca volviendo a atreverse a enfrentarlo cara a cara. Ambos músicos gozaron de un éxito rotundo en Europa por lo que restó de sus carreras, pero la brillantez de Liszt perduró en el tiempo hasta ser reconocido aún hoy en día como uno de los intérpretes más importantes del siglo XIX y uno de los compositores más cruciales de la historia de la música.

Patricia Aloy
Patricia Aloyhttp://www.facebook.com/aloypatricia
Directora del Noticiero Digital Venezuela Sinfónica @vzlasinfonica www.venezuelasinfonica.com Los invito a leerlo! Caracas, Venezuela

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