Gehry celebrará sus 85 años el viernes en el Guggenheim, el edificio que le elevó al olimpo de la arquitectura. Más de 400 personas asistirán a la cena anual de gala, en la que Barenboim le felicitará con un concierto de Schubert.
EL arquitecto estadounidense de origen canadiense llegará esta tarde a Bilbao en visita privada acompañado de su mujer, Berta, una panameña de ascendencia cántabra, y sus dos hijos, Samuel y Alejandro, para pasar unos días coincidiendo con su 85 cumpleaños. Según confesó él mismo, Gehry se enamoró tanto del País Vasco cuando lo visitó, que estuvo a punto de trasladarse aquí con su familia. Incluso estuvo buscando casa en Mundaka, aunque, al final, no pudo llevar adelante sus planes.
La última vez que visitó la capital vizcaina fue en febrero de 2011 cuando recibió el Premio Sabino Arana; ahora el Guggenheim ha decidido homenajearle en su tradicional cena de gala anual, a la que asistirán en esta ocasión más de 400 personas entre patronos, representantes del mundo cultural y social vascos y miembros internacionales de la Solomon R. Guggenheim.
Previamente a la cena, cuyo menú ultima el restaurante Nerua del museo, se celebrará en el auditorio un concierto muy especial, en el que el prestigioso pianista y director de orquesta argentino-israelí Daniel Barenboim felicitará al arquitecto que contribuyó a hacer posible el milagro del denominado efecto Bilbao. A Gehry y a Barenboim les une no solo una gran amistad personal sino que también comparten proyectos. Así, Gehry ha diseñado la sala de conciertos, con un aforo para 800 espectadores, de la academia para músicos de Oriente Próximo, impulsada por el director de orquesta. El centro, que formará a jóvenes músicos árabes e israelíes, será inaugurado previsiblemente a mediados de 2015 y estará ubicado en el antiguo edificio de la Staatsoper Unter den Linden de Berlín, de la que Barenboim es director artístico.
Un antes y un después Pero este es solo uno de los proyectos en los que trabaja Gehry en la actualidad. A sus 85 años, Gehry se declara orgulloso de sentirse aún “irresoluto” y sigue creando edificios en todo el mundo con su particular lenguaje arquitectónico. Tiene varios proyectos en marcha y dirige un equipo de 120 personas en su estudio de Santa Mónica, situado en una nave de 4.000 metros cuadrados de un barrio industrial de la ciudad californiana. Allí acude a trabajar de lunes a sábado cuando no está de viaje. El domingo se lo reserva para navegar con su familia, una pasión que le ha acompañado prácticamente toda su vida.
En estos momentos, diseña proyectos como el rascacielos más alto de Berlín, para una torre residencial de 150 metros de altura, o la construcción del Guggenheim en Abu Dhabi, una obra de dimensiones catedralicias (80.000 metros cuadrados de superficie y hasta 80 metros de altura). Se trata probablemente del proyecto cultural más importante en el Medio Oriente y uno de los más impresionantes en el mundo. “Me han pedido que repita lo de Bilbao, pero un segundo milagro a mi edad es poco probable”, confesaba humildemente el prestigioso arquitecto durante una visita a Bilbao.
Porque Gehry siempre ha reconocido que ha habido un antes y un después del museo bilbaino en su trayectoria profesional y personal. “Donde quiera que vaya me hablan del Guggenheim. Estoy muy orgulloso de ello. Ha sido increíble el resultado. Pero aquí se dio una serie de circunstancias que es imposible que se pueda repetir en otras ciudades”, explicó. “Si yo fuera listo, me quedaría a vivir en Bilbao de la gloria, pero tengo esta tontería de seguir buscando algo, siempre estoy en constante búsqueda”, ha confesado en numerosas ocasiones el artífice del edificio del Museo Guggenheim Bilbao. No ha podido ser, pero no por ello renuncia a regresar una y otra vez a la capital vizcaina, como en esta ocasión, en una fecha tan señalada como su 85 cumpleaños: “Es como si volviera a casa a ver a mi familia”.