Escrito por Alejandro Ramírez García
Giacomo Puccini, uno de los más grandes compositores de ópera de todos los tiempos, nació en Lucca (Italia), localidad de la región de Toscana el 22 de diciembre de 1858, exactamente cinco años después de la venida al mundo de nuestra Teresa Carreño (22/12/1853) y falleció en Bruselas (Bélgica) el 29 de noviembre de 1924.
Como muchas buenas óperas italianas, son varias las obras de Puccini que nos cautivan por su hermosura melódica: así tenemos a “Tosca”, “Madama Butterfly”, “La Bohéme”, “Gianni Schicchi” y Manon Lescaut. Pero hay ciertas circunstancias, algunas veces contradictorias y enigmáticas en el transcurrir del trabajo del compositor y presentación de la obra que hacen de “Turandot” una ópera muy particular.
El 18 de enero de 2014 el joven venezolano Domingo García Hindoyan estará al frente de la Orquesta Filarmónica y el Coro de cien voces de la Ópera de Graz, junto a un selecto elenco operístico para representar la última composición del reconocido compositor italiano.
“Turandot” fue una obra inconclusa ya que Puccini falleció sin terminar el tercer acto. Según algunos autores Puccini se encontró con una trama que ameritaba una solución convincente y que aún teniendo el tiempo para buscarla (1) no fue capaz de encontrarla o tal vez hasta la dejó allí inconclusa a propósito. ¿Acaso Franz Schubert no dejó inconclusa su Sinfonía en Si menor (Nº7) con toda intención, para luego seguir componiendo? (2) En todo caso, Puccini había dejado encargado de terminar la obra musical, más no la conclusión de la trama, según sus instrucciones, a Riccardo Zandonai, pero su hijo Tonio objetó la designación y eventualmente le fue encomendada la tarea a su amigo Franco Alfano, quien compuso las dos últimas escenas de la obra bajo la supervisión del Maestro Arturo Toscanini. El Maestro criticó y rechazó la primera versión escrita por Alfano que incluía algunos pasajes de su propia inventiva sin regirse por los esquemas dejados por Puccini, hizo componer una segunda versión más ajustada a los designios del compositor y de la cual también hizo recortes. Además de supervisar la conclusión musical de la obra, fue este extraordinario director de orquesta, compatriota y gran admirador de la obra de Puccini quien también se encargó de estrenarla.
Existen varios relatos acerca de lo que aconteció aquella noche en “La Scala” de Milán cuando se estrenó “Turandot”. Se llega a la conclusión de que en esa oportunidad, el 25 de abril de 1926, el Maestro Toscanini, dirigió hasta las notas escritas por la mano del compositor. Según una de estas versiones, por un deseo del propio Puccini y de acuerdo con la familia, se convino en que el director parara la orquesta dos compases después de las palabras “Liú, poesía”, justo donde el compositor había dejado de componer. Toscanini bajó la batuta, se volteó y dirigiéndose al público explicó que la música del Maestro Puccini terminaba allí y que luego había fallecido. Dos días más tarde y posteriormente fue representada como se escenifica actualmente, con los aditamentos de Alfano (3). También aquí hay ciertas opiniones encontradas con respecto a si el Maestro Toscanini dirigió las siguientes presentaciones. Hay quienes dicen que él abandonó el proyecto después de la primera presentación y que más nunca volvió a dirigir “Turandot”. Otros sugieren que dirigió dos presentaciones más y se retiró fatigado emocionalmente, mientras que uno de sus biógrafos, Harvey Sachs, alega que sí dirigió el resto de la temporada de “La Scala” de 1926. Este tipo de incongruencias son bastante comunes por no decir que siempre existen. De hecho, cuantas hemos encontrado en las propias palabras de un autobiógrafo. Así que no es de extrañar todas estas contradicciones, mucho menos cuando se trata de una obra inconclusa a la que se le ha querido dar un final, pase lo que pase. ¿Acaso no se ha querido “reconstruir” una Décima Sinfonía de Ludwig van Beethoven derivada de unos “escombros” (esbozos y fragmentos) de sus obras? ¿No se utilizaron acaso, igual que en “Turandot” de Puccini, los esbozos “según indicaciones instrumentales y corales” de Wolfgang Amadeus Mozart para que Franz Xaver Süsmayr completara su “Requiem”, “agregando música donde faltaba y componiendo íntegramente el “Sanctus”? Con todo respeto a aquellos que han hecho los indecibles esfuerzos para “completar” obras, ¿creen Uds. realmente que esa póstuma sinfonía y ese “Requiem” representan fielmente la obra de estos dos gigantes?
Cuando no hay un deseo expreso del compositor de que algún otro le termine su obra, ¿cuál es el verdadero propósito de terminarla? ¿Amor y admiración verdadera hacia el compositor? ¿Notoriedad? Vaya Ud. a saber.
Antes de partir para Bruselas donde le harían un tratamiento experimental de radiación para erradicar el cáncer en la garganta que lo aquejaba, Puccini visitó a su gran amigo Toscanini y le ruega: “No dejes que mi Turandot muera”. De ahí el enorme compromiso de Toscanini en revisar la compleción de la obra.
Giacomo Puccini llega al fin de su vida el 29 de noviembre de 1924 de un ataque al corazón cuando, según su hijastra Fosca, pareciera que estuviera teniendo éxito su tratamiento contra el cáncer. Y a partir de su muerte es cuando se suscitan especulaciones respecto a esta ópera inconclusa.
La “Oper-Graz” austríaca, fiel a su compromiso con sus seguidores, tanto nacionales como extranjeros, se lanza este año con una atrevida y atractiva serie operática con obras de envergadura como: “La Flauta Mágica” de W.A. Mozart, “Lohengrin” de Richard Wagner y, por supuesto, nuestra reseñada “Turandot”, entre otras. Se trata de un evento de suma importancia y connotación en la cuna europea de la música y del arte de los siglos 18 y 19, que no descansa en su fecundidad creativa.
En el caso de “Turandot”, se trata de una ópera que en escena se puede comparar con la grandiosidad de montaje de “Aída”, de Giuseppe Verdi. Anecdóticamente, existe la creencia de que Puccini se inspiró para comenzar a componer óperas cuando asistió a la presentación de esta ópera en Pisa en 1876 cuando apenas tenía 18 años y algunos autores le reconocen como el sucesor de Verdi.
Sin establecer comparaciones que desvirtuarían el propósito de este escrito, he hecho mención de que en la primera presentación de “Turandot” actuó como director el ya legendario Arturo Toscanini. El joven de solo 19 años de edad emerge como guía de orquesta en sustitución del abucheado director de una compañía de ópera en la presentación de “Aída”, en Buenos Aires, en una gira por Suramérica. El caso es que él tocaba en la fila de chelos pero habiendo demostrado tener dotes de director y animado por el resto de la orquesta, toma la batuta y continúa las presentaciones. La “Turandot” de la Oper-Graz, contará con la dirección orquestal y coral de Domingo García Hindoyan, excelente violinista quien ha actuado como solista y director en varias oportunidades con la Orquesta Sinfónica de Venezuela y otras orquestas nacionales e internacionales. Quizá el hecho de que Toscanini haya estrenado “Turandot” y haya sido músico de atril tenga una significación especial para un joven que conoce además el trabajo orquestal desde el atril como integrante de diversas agrupaciones sinfónicas. Es un inmenso compromiso para cualquier director, joven o avezado, pero conociendo de su trayectoria artística, no dudamos que, transcurriendo su carrera como aventajado seguidor y discípulo de la mano ductora del Maestro Daniel Baremboim, este joven venezolano sepa lidiar y resolver los múltiples retos que habrá de enfrentar dentro y fuera de la partitura orquestal. Para él nuestra sincera felicitación por haber conseguido, a través de su estudio acucioso y su talento, la confianza que se le ha otorgado en la conducción de esta obra magna, la cual, sin duda, llevará a feliz y exitoso término.
Notas:
1) Dejó de componer en el verano del año 1924, fue diagnosticado con cáncer de garganta el 10 de octubre y falleció en noviembre
2) Compuso hasta 10 sinfonías, entre diversas obras más
3) Se debate todavía hoy día sobre cuál de los “aditamentos” de Alfano se deben montar en escena. Hay una cierta tendencia general a preferir la primera partitura compuesta por éste. Pero no hay nada seguro, seguro. Hasta Janet Maguire, compositora norteamericana ha compuesto su versión final, basada en que ese final está codificado en los esbozos de Puccini; la cual, por cierto no ha sido jamás escenificada