Publicado . | Fragmentos extraídos de Venezuela en el cielo de los escenarios y Venezuela sembrada de orquestas, ambas publicaciones de Fundación Bancaribe.
El sistema nacional de orquestas preescolares, infantiles y juveniles está contribuyendo en gran medida a construir, en el espacio público, una imagen del músico venezolano exitosa, una carrera profesional como posibilidad, con estatus y reconocimiento social; un modelo y oportunidad a seguir para las juventudes venezolanas. Se están creando, así mismo, nuevos significados relacionados con la cultura del mérito, el esfuerzo, la constancia y la disciplina, como dignos caminos que conducen hacia una Venezuela mejor.
José Antonio Abreu
Discurso Premio Nobel Alternativo, 07/12/2001
Una historia de éxito y esperanzas
El Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela es una obra social y cultural del Estado venezolano. Concebido y fundado en 1975 por el maestro y músico venezolano José Antonio Abreu, El Sistema propone sistematizar la instrucción y la práctica colectiva e individual de la música a través de orquestas sinfónicas y coros, como instrumentos de organización social y de desarrollo humanístico. Este modelo pedagógico, artístico y social, que ha alcanzado relevancia en el mundo entero, constituye el programa de responsabilidad social de mayor impacto en la historia de Venezuela.
EI sueño inicial
A mediados de la década de los años 70, el maestro José Antonio Abreu invitó a un grupo de jóvenes músicos venezolanos a hacer realidad un sueño: formar una orquesta juvenil que permitiera a los estudiantes de música llevar a cabo prácticas en conjunto, transformar la educación musical en el país y crear un gran movimiento con identidad venezolana que se convirtiera en una fuente laboral digna y profesional.
Respaldados por un decreto oficial de 1964, que contemplaba la obligatoriedad de la práctica en grupo para todos los alumnos de las escuelas de música del Estado, Abreu y ocho jóvenes estudiantes de música comenzaron a reunirse a finales de 1974. Frank Di Polo, Ulyses Ascanio, Sofía Mühlbauer, Carlos Villamizar, Jesús Alfonso, Edgar Aponte, Florentino Mendoza, Carlos Lovera y Lucero Cáceres, fueron los músicos que emprendieron esta travesía.
Desde el inicio, el proyecto tuvo un carácter nacionalista. Ya para el primer ensayo grande, que se realizó el 12 de febrero de 1975 en la sede de la Escuela de Música Juan José Landaeta, llegaron más jóvenes de todo el interior de Venezuela, especialmente de Aragua, Lara, Táchira, Trujillo, Zulia, Carabobo y Caracas, quienes serían el semillero de músicos que constituirían la primera Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil de Venezuela Juan José Landaeta, la cual debutó oficialmente el 30 de abril de 1975 en la sede de la Cancillería.
Esta agrupación primigenia del Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, integrada por 80 músicos, tuvo figura legal desde el 12 de febrero de ese mismo año. Así, comenzó una asombrosa historia de éxitos: en 1978, cambió su nombre y se denominó Orquesta de la Juventud Venezolana Simón Bolívar, conocida en la actualidad como Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela, la cual ha realizado el más importante periplo de presentaciones internacionales y se ha convertido en la orquesta cúspide de El Sistema y embajadora de la identidad artística venezolana, obteniendo reconocimientos como el Premio Internacional de Música de la UNESCO, entre otros.
El respaldo del Estado venezolano
El 20 de febrero de 1979 fue constituida la Fundación del Estado para el Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela (FESNOJIV), según el decreto Nº 3.093 del Ministerio de la Juventud, publicado en la Gaceta Oficial Nº 31.681 con la finalidad de capacitar recursos humanos altamente calificados en el área de la música y obtener el financiamiento requerido para la ejecución de planes, actividades y programas. Es la primera fecha en la que el Estado venezolano da su apoyo irrestricto a este programa educativo, cultural y social, el cual se ha mantenido consecutivamente y ha sido acogido por todos los gobiernos de Venezuela.
Posteriormente, en 2010, FESNOJIV es adscrita a la Vicepresidencia de la República con la intención de continuar promocionando y desarrollando todas las orquestas juveniles e infantiles que la misma fundación ha creado en todo el territorio nacional, así como a todas las agrupaciones musicales y programas educativos y sociales a los que ha dado origen El Sistema de Orquestas y Coros. En el año 2011, según el decreto 8.078 publicado en la Gaceta Oficial 39.626, la FESNOJIV cambia su nombre a Fundación Musical Simón Bolívar y es adscrita al Ministerio del Poder Popular del Despacho de la Presidencia y Seguimiento de la Gestión de Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela.
La Fundación Musical Simón Bolívar es una institución abierta a toda la sociedad venezolana, que posee una estructura gerencial flexible, novedosa y dinámica perfectamente diseñada y adaptada a la filosofía y objetivos de El Sistema. La Fundación es la plataforma legal y administrativa destinada a facilitar y materializar todos los programas, convenios, intercambios y acuerdos con los organismos de la administración pública descentralizada, con entes gubernamentales venezolanos y extranjeros y con empresas particulares y privadas. Igualmente, es el ente a través del cual se obtienen los recursos económicos provenientes del Estado venezolano y de organismos nacionales e internacionales. La Fundación ha establecido un modelo gerencial-administrativo en todo el territorio nacional, por el cual se rige la red conformada por las orquestas y coros juveniles e infantiles, todos los núcleos y centros pedagógicos y el equipo docente y administrativo, respetando la idiosincrasia de cada región.
El álbum de los pioneros
Beatriz Abreu
Proveniente de un entorno familiar musical, estudió piano y órgano y, en el año 1972, creó junto a sus hermanos una orquesta de cámara: “Éramos ocho músicos y algunas veces invitábamos a José Antonio (Abreu) para que nos dirigiera. A partir de 1974, esos siete músicos, ocho conmigo, nos veníamos a Caracas, cada quince días, para formar parte de esa agrupación que José Antonio (Abreu, su hermano) tenía en entre ceja y ceja: la Orquesta Nacional Juvenil”.
A finales del año 1974, Beatriz Abreu comienza a viajar con frecuencia a Caracas para ensayar con jóvenes músicos de Aragua, Zulia, Mérida y Carabobo. El 30 de abril de 1975, un concierto en la Cancillería marcaría el debut oficial de esta orquesta conformada por gente del interior del país. “El comienzo de este ahora gran programa fue difícil, muy duro, (…) hoy día, cuando miro atrás, cuando pienso en el pasado y vuelvo a ver adelante, siento que esto es un milagro, que hemos sido instrumentos de Dios para sacar adelante este proyecto”.
Ana Cecilia Abreu
Llegó a Caracas a finales de 1974 y, desde que nació El Sistema, ha estado involucrada esencialmente en labores de logística, responsabilidad que mantiene hoy día en el despacho del maestro Abreu. Recuerda que en los inicios eran pocos y no tenían recursos materiales, pero sí mucho amor y mística por el trabajo que hacían. Comenzaron entonces a crecer como organización, como una plataforma perfectamente planificada por José Antonio Abreu, su hermano, aprendiendo a trabajar siempre bajo presión.
Sobre su experiencia en El Sistema, Abreu acota: “Muchas veces le dedicamos más tiempo a los niños de las orquestas que a nuestros propios hijos; algunas temporadas amanecemos planificando las actividades, sin dormir, pero luego viene el concierto y, cuando la orquesta se sube al escenario, se nos olvidan los malos ratos, el cansancio, el trasnocho y le vemos sentido a todo. Lo que alienta nuestro esfuerzo son los niños, ellos son el milagro de El Sistema, porque muchos no tienen nada de dónde agarrarse a la vida, solo tienen su orquesta”.
David Ascanio
Conoció a José Antonio Abreu a los 15 años antes de que se creara la Orquesta Juvenil y desde entonces comenzó una relación alumno-maestro entre ambos: “… él me enseñó a conocer y estudiar los pilares fundamentales de la música, la búsqueda de la excelencia, ver lo macro y lo micro y las relaciones de la música con otras artes. Yo escuchaba extraordinarias pláticas donde, por ejemplo, se analizaba un cuadro de Leonardo da Vinci y José Antonio lo comparaba con una sinfonía de Mozart”.
Más tarde, Abreu lo invita a sumarse a la Orquesta Juvenil. Participó entre 1975 y 1976 en todos los ensayos que dieron vida al Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles, y se convirtió, junto a Frank Di Polo y Carlos Riazuelo, en el primer solista (piano) de la Orquesta Juvenil. Posteriormente, se desempeñó como profesor en el Conservatorio de Música Simón Bolívar y en el Instituto Universitario de Estudios Musicales. En El Sistema, Ascanio se ha desempeñado como asesor académico y director del diseño curricular del Centro Nacional de Acción Social por la Música.
Florentino Mendoza
Realizó estudios de violonchelo en Europa y, al regresar a Venezuela en 1974, se encontró con una única orquesta sinfónica que no permitía la entrada de músicos venezolanos: “Eso generó en mí una gran frustración (…) Entonces me reencontré con Héctor Vásquez, quien era un viejo amigo y excelente chelista, y comencé a estudiar con él. Un día me comentó que había un músico venezolano llamado José Antonio Abreu que quería arrancar con un proyecto de una orquesta juvenil. Pensé que se trataba de una orquesta más, con su debut y despedida. Luego caí en cuenta del proyecto, que iba incluso más allá de la música, se trataba de un plan social y nacional”.
En el Sistema de Orquestas, Mendoza se ha desempeñado como músico, profesor y gerente. En la actualidad dirige la Orquesta Juvenil e Infantil de Chacao, donde tiene la satisfacción de ver a los niños crecer y convertirse en adolescentes y en adultos siempre guiados por la música, “…así como José Antonio nos levantó a nosotros. Por eso este sistema no tendrá fin, es un programa eterno a través del cual Venezuela está a un paso de convertirse en la meca de la formación y de la actividad musical del mundo”.
Jesús Hernández
Se sumó al proyecto de la Orquesta Nacional Juvenil por invitación del maestro José Antonio Abreu cuando era estudiante de violín en Maracay, estado Aragua. En 1978 ocupó la posición de concertino y logró complementar su carrera con Historia de la Música y Dirección Orquestal, convencido de la importancia de estas materias para su mejor desempeño como solista de la orquesta. “Recuerdo que durante los ensayos el maestro nos decía, cuando notaba nuestro cansancio, que al cuerpo había que mortificarlo, frase que nos animaba a continuar, a pesar de la fatiga (…) Para mí el Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles le dio al país la oportunidad de apreciar la música como profesión”.
Alejandro Blanco Uribe
Entró a El Sistema como percusionista para luego desempeñarse como asistente de José Antonio Abreu. Participaba en la Coordinación de Producción de Eventos y Conciertos donde aprendió música, gerencia, logística y organización, además de aprender a no tener miedo ante los retos. “Esos primeros años de El Sistema representaron una experiencia maravillosa. Ciertamente, el contexto cultural de la época fue propicio para la creación del proyecto. Carlos Andrés Pérez, presidente de Venezuela para aquel período, creyó en el movimiento. Eso fue importante. Recuerdo que las becas de la Fundación Gran Mariscal de Ayacucho fungieron como un instrumento de sostén importante de los músicos de la orquesta”. En la actualidad Blanco Uribe se desempeña como promotor cultural independiente.
Marlyg Bosque
Cuando se incorporó a la orquesta era, si no una de las pocas mujeres que estudiaba música (trombón), la única. Asistía entonces a dos escuelas: la José Ángel Lamas y el Conservatorio Landaeta, y pertenecía a la Orquesta del Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes (INCIBA) y a la Banda Marcial de Caracas. Su posterior entrada a la Orquesta Juvenil le permitió formarse como músico profesional y contraer nupcias con uno de los integrantes de la orquesta. Se ausenta por un período de 20 años del Sistema de Orquestas para trabajar en el Consejo Nacional de la Cultura (CONAC), pero regresa luego a asumir funciones administrativas y de coordinación musical en la Dirección de Formación y Desarrollo de El Sistema, donde labora actualmente.
José Quevedo
Primero ejecutante y ahora profesor de clarinete, se integró a la primera orquesta de El Sistema como clarinetista y, a falta de ejecutante del fagot, decide iniciarse en el instrumento con el profesor Filiberto Núñez, quien lo preparó en tres meses. Actualmente, dicta clases en diferentes núcleos del país como profesor de fagot y clarinete. “Ahora uno debe dar paso a los jóvenes porque en El Sistema hay muchos valores y muchachos talentosos. Siempre estoy dispuesto a darlo todo por este movimiento, porque en realidad esto ha sido como una casa, una familia para nosotros”.
Eduardo Salazar
Se inicia como clarinete principal de la Orquesta Sinfónica Juvenil de Venezuela Simón Bolívar, luego de formar parte de la Banda 24 de Junio, la máxima agrupación musical del estado Carabobo, y lo asume hasta el año 1989 para encargarse de otras responsabilidades dentro de El Sistema. “Siento que el Sistema de Orquestas representa en mi vida el aprendizaje de la disciplina, la responsabilidad y el compromiso (…) Tengo que reconocer la manera mágica que tiene el maestro Abreu de implantar un sistema de enseñanza, la maestría para aplicar esa pedagogía, porque él construye cosas extraordinarias, y creo que mi generación, que ahora se dedica a diario a lo pedagógico, aprendió a enseñar desde lo más fácil hasta lo más difícil”. En la actualidad, Eduardo Salazar está al frente de la Orquesta Sinfónica Juvenil de Carabobo y dirige la orquesta infantil de la Escuela Lisandro Ramírez.
Edgar Saume
Profesional en el campo de la música popular urbana, se involucra en el mundo de la música sinfónica al entrar a la Nacional Juvenil como timbalero fundador de la orquesta, posición en la que se ha mantenido hasta la actualidad, además de haber impartido clases y realizado estudios de dirección y composición.
Recuerda el desorden de los primeros ensayos, improvisando con grandes ollas de cobre que fungían de timbales en ausencia de instrumentos propios. “El inicio del movimiento orquestal fue muy emocionante. Desde el principio, la orquesta empezó a hacer giras internacionales, a recorrer Venezuela y a impulsar el trabajo docente. Lo que al comienzo fue la reunión de un grupo de muchachos, bajo la guía de José Antonio Abreu, creció de manera exponencial (…) Me siento miembro de un gran trabuco, de un movimiento que cambió a Venezuela para siempre”.
Andrés Sucre
Para el momento del nacimiento de El Sistema, no existían en el país oportunidades desde el punto de vista orquestal. Sólo se conocían la Orquesta Sinfónica de Venezuela, la Orquesta Sinfónica de Maracaibo y una orquesta de cuerdas en la Universidad de Los Andes. Una noche, estando en clase de teoría y solfeo, en el Conservatorio Juan José Landaeta, el maestro Abreu le dijo que había un señor de la Cancillería que quería hacer una orquesta y que había la posibilidad de tocar.
“Tenía 18 años de edad. Ese sábado cada quien se trajo su instrumento. En ese momento tocaba clarinete, pero yo quería tocar oboe. José Antonio Abreu me preguntó si interpretaba otros instrumentos. Le contesté que guitarra, corneta y trompeta. Me confesó que necesitaban una trompeta, y así fue como inicié mis estudios con este instrumento. Pienso que El Sistema ha elevado, día a día, la base musical de los venezolanos y nos ha enseñado, por sobre todas las cosas, que la música es dar amor”.
Lope Valles
Asistió al segundo ensayo de la orquesta invitado por el maestro José Antonio Abreu. Valles, incrédulo ante lo que veía como otra promesa más, comenzó a creer al verse en la primera gira musical, en el Festival de Aberdeen, Escocia. Luego, pasó ocho años en la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, y en su calidad de Comunicador Social, apoyó la divulgación y promoción de las actividades de El Sistema hasta el año 1983, para encargarse desde entonces de funciones gerenciales.
Posteriormente, se encargó de instalar núcleos regionales, residenciándose en la ciudad de Cumaná por cuatro años para montar el núcleo del estado Sucre, con todas las orquestas de esa región. Al culminar, hace lo mismo en Táchira y, cuatro años más tarde, regresa a Caracas para apoyar la dirección docente nacional; “(…) esto nunca se detiene. Una de mis mayores satisfacciones en la vida, lo que me mantiene al pie del cañón, es ver cómo esos muchachos crean sus propios destinos, siempre en un camino de progreso… Ayer los vi entrando a una orquesta, chiquiticos… Mañana los veo triunfando en Berlín como, por ejemplo, a Edicson Ruiz”.
Carlos Villamizar
Al enterarse que se estaba creando un grupo musical en la Escuela Juan José Landaeta, con José Antonio Abreu a la cabeza, se dirigió hacia allá con unos amigos: “El maestro Abreu nos contó ese día el plan; dijo que íbamos a tocar y a hacer práctica orquestal. Lo principal, en esos días, era hacer música, estar allí y compartir. Nunca se habló de un movimiento nacional a futuro, pues todo se desarrolló de una manera muy sencilla, aunque sí con mucho corazón”.
Villamizar se sentó en la orquesta en la fila de los segundos violines, después vinieron las primeras giras, el contacto con el maestro mexicano Carlos Chávez, y otra cantidad de experiencias que marcaron su existencia. “Realmente me siento orgulloso de pertenecer al logro artístico y cultural más importante de Venezuela y de América Latina en la segunda mitad del siglo XX”.
Antonio Huizi
Fotógrafo de profesión, comenzó con la orquesta desde sus inicios documentando las giras: “Cuando salíamos con los muchachos era como si viajara un grupo de rock… Eran muy frescos, juveniles, ingenuos todos. Esos muchachos eran verdaderos personajes, todos con el pelo largo, con un look de roqueros”.
A través de su trabajo fotográfico, Huizi pudo llevar el registro de los cinco primeros años, los de mayor rigor y los más duros. “Hoy me siento orgulloso de tener esas fotos, de conservarlas, porque es el documento del comienzo de un sueño convertido en realidad. Lo especial que vi en esa orquesta es que, desde el comienzo, no mostraba las formalidades de una orquesta sinfónica; había mucha naturalidad y eso hizo que los muchachos, finalmente, tuvieran un gran sentido de pertenencia. Esa naturalidad fue lo que me hizo sentir parte de ellos; yo no era músico y ellos me aceptaron como uno más, me involucraron y me involucré. Y José Antonio vio la necesidad de tener el registro y el testimonio de lo que estaba pasando”.
Frank Di Polo
Comenzó a tocar violín a los cuatro años de edad y viola a los 12; tres años más tarde, ofrecía su primer concierto. Fue concertino de viola en la Orquesta de Cámara de la Universidad Central de Venezuela, que dirigía Pedro Antonio Ríos Reyna. Obtuvo una beca Fullbright para realizar estudios en Estados Unidos y, a su regreso a los 21 años de edad, es invitado a incorporarse como primera viola en la Sinfónica Venezuela, en donde permaneció seis años. Posteriormente, gana una audición para entrar a la Orquesta de Cleveland, pero decide acompañar a José Antonio Abreu en los primeros ensayos de la Orquesta Juvenil en el año 1974.
A los 30 años de edad, lo nombran primer presidente de la Sociedad Orquesta Nacional Juvenil de Venezuela “Juan José Landaeta”, y más tarde crea la Escuela Itinerante de Viola, a través de la cual ha ido sembrando la pasión por ese instrumento entre jóvenes y niños de todo el país. Ha sido la cabeza responsable, junto a otros pioneros, del establecimiento y la fundación de orquestas juveniles en toda Latinoamérica y El Caribe. Su interés por mantener viva la memoria de esta empresa lo llevaron a convertirse en el gran documentalista, en fotografía y video, de El Sistema.
Igor Lanz
Licenciado en Composición Orquestal y Coral, con postgrado en Dirección Orquestal por la Guidhall School of Music and Drama, en Londres, acompañó a José Antonio Abreu en el diseño del programa del Sistema Nacional de Orquestas y Coros Infantiles y Juveniles de venezuela, en función de una filosofía que incluyera en la educación musical del conservatorio la práctica orquestal como elemento fundamental y cotidiano del proceso de formación del músico. Fue fundador de la Coral Filarmónica de Aragua y se ocupó, desde 1988 hasta 2009, de la dirección ejecutiva de la FESNOJIV.