El músico venezolano será parte de los profesores del instrumento del instituto de verano de la escuela de música de esa casa de estudios.
PRENSA ESPECIAL.- Entre el 26 de junio y el 23 de julio, el músico venezolano Horacio Contreras transmitirá sus conocimientos en materia de ejecución del violoncello y música de cámara a los estudiantes del curso de verano Center Stage Strings, dirigido por la violinista Danielle Belen en la Universidad de Michigan, en Estados Unidos. Vale destacar que en el curso habrá estudiantes de prestigiosas escuelas norteamericanas, como la misma Universidad de Michigan, además de Oberlin, Manhattan School of Music, Colburn y el Music Institute of Chicago.
Contreras, doctor en interpretación del violoncello por esa casa de estudios, fue formado en las filas del Sistema de Orquestas Infantiles y Juveniles de Venezuela, bajo la égida de William Molina. Luego continuó sus estudió con los maestros Philippe Muller, Lluis Claret, Anthony Elliott y Richard Aaron. Así mismo, fue laureado en el Concurso Carlos Prieto de México, para intérpretes de este instrumento. Actualmente es reconocido como uno de los mejores intérpretes venezolanos de su instrumento en su generación.
Dentro de sus actividades recientes, Contreras realizó conciertos y recitales en Venezuela, Argentina, Colombia, Costa Rica y los Estados Unidos. En nuestro país, Horacio Contreras fue director artístico del I Festival Iberoamericano de Violonchelo Ciudad de Barquisimeto, evento auspiciado en julio de 2015 por Fundamusical Simón Bolívar, las Orquestas Juveniles e Infantiles del Estado Lara y la Orquesta Sinfónica de Lara.
Contreras es miembro del grupo de música contemporánea Khemia Ensemble. En mayo de este año el Khemia Ensemble lanzó su primer disco, titulado “Voyages”.
ENTREVISTA CON HORACIO CONTRERAS
-¿Qué prefiere, entre la ejecución del violoncello solista y el trabajo orquestal?
-¡Disfruto de todas las facetas del instrumento! El trabajo orquestal es maravilloso porque allí es donde tal vez se siente más la naturaleza colectiva de la música. En una orquesta se sientan alrededor de ochenta personas a dar lo mejor de sí por conseguir un objetivo común: la creación de la belleza y la comunicación profunda con el público a través de las obras interpretadas. La música de cámara a su vez es más íntima, y el repertorio es muy interesante porque, entre otras cosas, es concebido por los compositores pensando en un círculo reducido de allegados. Yo me inclino hacia la música de cámara y la enseñanza.
-¿Cuáles son sus preferencias, en cuanto al repertorio que trabaja?
-Últimamente he estado explorando varias tendencias. Por una parte, he trabajado para conocer y promover el repertorio de compositores latinoamericanos. He tocado obras de compositores como Heitor Villa-Lobos, Camargo Guarnieri o Leo Brouwer. También me ha interesado establecer contacto con compositores más cercanos a mi como los venezolanos Ricardo Lorenz, Paul Desenne, Modesta Bor y Simón Rodríguez Porras o la argentina Carolina Heredia, con quien trabajo en el ensamble Khemia. Por otra parte sigo tocando música que pertenece al repertorio más conocido por el gran público y lo disfruto mucho. En general me gusta mucho explorar todo tipo de repertorio.
-¿Qué le llevó a hacer la investigación sobre “Los sones de Tura”?
-Siempre me sentí atraído por la antropología y la etnomusicología. Además, estoy casado con una muy bella antropóloga. La investigaciones acerca de las Turas las realicé junto a mi esposa Natali. Ella escogió ese tema para sus trabajos de grado en licenciatura y maestría, y me dio así la oportunidad de incursionar en esos campos que siempre me habían interesado. A través de las Turas pude vivir una relación aparentemente diferente con la música, en la cual la identidad de una comunidad muy pequeña y la de sus individuos está directamente inscrita en las notas que producen y en las danzas que ejecutan. Yo soy parte de un colectivo global que toca música que viene de muchas partes y fue creada en épocas distintas. Sin embargo esa experiencia me dijo mucho de mi propia experiencia con la música y de cómo encontrarme más a gusto allí. Tal vez mi experiencia con las Turas incluso me acercó al repertorio latinoamericano y a la música de mi tiempo.
-¿Ha incursionado en el campo de la composición?
-Nunca he sentido la necesidad de expresarme de esa manera. No quiero decir que lo que hago es mejor o peor, o más o menos original. Simplemente mis necesidades han sido diferentes.
-¿Hay compositores que le hayan dedicado obras?
-Cuando era un quinceañero encargué mi primera obra junto a mi amigo Yuri Rodríguez al excelente compositor merideño Pedro Simón Rincón, una sonata para dos cellos. El joven y talentoso compositor merideño Simón Rodríguez Porras también me dedicó su obra “Gesta Térrea” para violoncello solo. Yo estrené ambas obras hace ya varios años en Mérida, y animo a los violoncellistas venezolanos a que las conozcan. Por otra parte, mi compañera del Khemia Ensemble, la compositora argentina Carolina Heredia me dedicó su obra “Añoranzas” el año pasado. Esa obra está escrita para violoncello y pista electrónica, y la estrené el año pasado en el tour que hice con Khemia por varias ciudades de Estados Unidos. También esa obra está grabada en nuestro CD “Voyages”.