Vía: www.eltiempo.com/ Por: CARLOS SOLANO
El nombre de Jordi Savall, así como el de su ensamble Hespèrion XXI, es desde los años 70 sinónimo de la música antigua. Su legado, además de su popularidad, ha puesto al género en un lugar único a través de más de 120 álbumes que reconstruyen los puentes de la historia musical del siglo XV al XVIII.
El artista barcelonés, que cuando viene suele abarrotar auditorios como el de la Luis Ángel Arango o el Teatro Mayor, vuelve al país el próximo 4 de octubre, para el cierre del IV Festival Internacional de Música Sacra que se está realizando en Bogotá, con un repertorio dedicado a las folías (canciones) antiguas y criollas del Antiguo y el Nuevo Mundo. Pero además, volverá para participar en el Festival de Música de Cartagena, en enero próximo, con seis presentaciones diferentes dedicadas al tema de Tierra Firme.
Su última presentación en el país fue en 2012, en el Teatro Mayor, con un formato que unía a Hespèrion con el Tembembe Ensamble Continuo, de México, que significó un viaje singular al lado más fiestero de los criollos del siglo XVII.
“Vengo solo con un arpa, una tiorba y una percusión, por tanto no tendremos este diálogo que teníamos con el Tembembe porque está centrado en los músicos del Renacimiento y del barroco hispánico que estaba en su pleno esplendor”, adelanta Savall, intérprete de la viola da gamba.
Tanto Diego Ortiz como Antonio de Cabezón, Juan García de Zéspedes y Santiago de Murcia, compositores que destacará en este recital, eran, en su concepto, “músicos que desarrollaron todo su talento en el arte de la variación, la improvisación, y estas músicas tienen esa gran calidad, apartándose de una estructura básica pero con un desarrollo muy imaginativo”.
El programa incluye piezas célticas, de tradición irlandesa, pero que “también atravesaron el Atlántico y se conservaron en Estados Unidos concretamente”.
Y lo que ocurrirá en enero en Cartagena tendrá matices históricos: seis conciertos diferentes, en los que Savall se unirá a músicos colombianos, venezolanos, mexicanos, españoles y africanos, en un programa inspirado en “los paraísos perdidos en torno a Cristóbal Colón y la ruta de la esclavitud”.
La influencia de Savall es tan contundente que el año pasado se hizo merecedor del Premio Nacional de Música que otorga el Ministerio de Cultura de España, y se hizo aún más importante al rechazarlo como protesta contra las políticas culturales del gobierno de Mariano Rajoy, al señalar el abandono a sus colegas investigadores de la música antigua y el efecto nocivo del IVA que se impone a la cultura, del 21 por ciento.
Sin embargo, dice que “no ha habido ningún cambio, pero tampoco represalias, porque si no, no estaría en Bogotá tocando. No llegué a hablar con el Ministro, pero el Subsecretario de Estado me llamó y entendió mi gesto, se disgustó pero entendió muy bien porque era lo más lógico. En esta legislatura había estado dos veces en Madrid para discutir cómo poner en marcha una ayuda para la música antigua, sin resultado (…) celebro el premio, lo agradecí al jurado, pero no podía recibirlo del gobierno, no habría sido ético”.
La situación es, desde su panorama, fatídica: “Este año llevamos pidiendo que bajen el IVA de la cultura. Seguimos con uno de 21 por ciento, mientras que las películas porno solamente tienen el 5 por ciento”.
Savall, quien fue alumno del fallecido maestro colombiano Rafael Puyana en los años 60, recuerda su legado –y fue quien lo indujo a la viola da gamba–: “Fue en su estilo un genio y un visionario, porque tenía muy claro el valor del clavicémbalo, que era un instrumento prácticamente perdido. Fue una persona que trabajó muchísimo para recuperar una verdad histórica”.