Vía: NotiTarde.com | Por Karín Rivero González
Este joven venezolano comenzó a prepararse en la música de orquesta a los 8 años de edad, cuando estudió violín en el Conservatorio de Música de Carabobo, luego percusión y viola, pero la dirección siempre fue su pasión.
José Carmelo Calabrese con tan solo 26 años ha desarrollado una carrera exitosa en el mundo de la dirección orquestal y lo está demostrando tanto en Venezuela como en el exterior. Recientemente fue nombrado “Embajador musical” de Venezuela en Brasilia por “Movsinfo”, en un concierto donde la Orquesta Académica Brasiliense, conformada por niños, jóvenes y adultos integrantes de los diversos núcleos de Brasilia, interpretó obras de Haydn, Mozart, Shumann, Dvorak, Beethoven y piezas de la música popular del vecino país.
Calabrese es director adjunto de la Orquesta Sinfónica de Carabobo, director musical de la Orquesta del Conservatorio de Música de Carabobo y toca la viola en la Sinfónica. Mientras se desarrolla musicalmente se formó como psicólogo en la Universidad Arturo Michelena, “porque siempre me dijeron que era bueno tener otra carrera, por si acaso”, -comenta entre risas- “Éste es un mundo muy competitivo y así lo he visto siempre, mientras más preparado se esté, mejor, y al final me cayó como anillo al dedo, porque en todas las partes que he estudiado dirección siempre dicen que se debe saber de psicología, porque se trabaja con personas y creo que dado a eso las dos carreras que tengo me permite combinarlas perfectamente”.
Calabrese quiso ser director de orquesta desde que recuerda, y cuando tan solo contaba con seis años de edad jugaba a ser director con una radio de juguete a la que incorporaba casettes de música clásica, “no habían cds”, tomaba una batuta de su padre y se disponía, jugando con su imaginación, a ser el director de aquella orquesta. “A veces, cuando iba a los conciertos, no me aguantaba, salía corriendo y me subía al escenario, me colocaba en el podio con mi papá y comenzaba a dirigir en la mitad del concierto, mi mamá se moría de la pena, pero mi padre siempre manejaba eso de manera muy amena y el público se reía”.
José Carmelo hizo énfasis en lo que ha querido ser, “en un momento de mi vida se me metió la idea de que quería hacer algo realmente especial, tanto por mi ciudad como por mi país a manera de representarlo y de hacer cosas realmente importantes dentro y fuera de él, y creo que con la pasión que siempre he tenido que es la dirección comencé a trabajarlo”.
Como parte del Movimiento Sinfónico –Movsinfo- organización que se creó en 2012 en Brasil para la transformación social de jóvenes y adultos a través de la música orquestal y coral, por el Maestro Ricardo Castro, quien es su director general y director de la Orquesta Sinfónica JK de Brasilia, José Carmelo trabaja en ella como director académico del movimiento, y viaja a Brasil una vez al año para realizar los seminarios y compartir en ese proyecto que significa la realización musical de alto nivel tanto técnico como artístico de sus integrantes.
– ¿Qué significa ser embajador musical?
– El embajador, en términos generales, es una persona que va a otro territorio y lleva a cabo una determinada labor. En mi caso fue cultural, específicamente musical y hasta social, porque estuvimos trabajando, obviamente centrados en la música, con jóvenes, niños y adultos de escasos recursos económicos, tuvimos que enfrentarnos a unas realidades que a veces no son muy gratas, pero igual siempre con la música trabajando esa parte humana.
– ¿Esa labor tiene un proceso que va a continuar?
– Comenzó en 2012. Ya tenemos un año trabajando en el Movsinfo -Movimiento Sinfónico y Coral Juvenil del Centro oeste brasilero-, que abarca todo lo que es el distrito federal de Brasil y sus alrededores. Este año se hizo el II Seminario Internacional donde se unieron todos los núcleos y todas las orquestas que se han fundado hasta ahora.
– ¿Cuáles son los proyectos establecidos?
– Ahora estamos enfocados en seguir abriendo núcleos de orquestas y coros en los diferentes sectores de Brasilia y de las ciudades satélites, todo a través de donaciones, recibiendo instrumentos y creando coros hasta lograr hacer un gran movimiento sinfónico allá.
– ¿Cuándo comenzaron a dar apertura a los núcleos musicales?
– El año pasado comenzamos con una orquesta de músicos profesionales la JK de Brasilia y un núcleo de adultos que quieren aprender a tocar un instrumento, es la Orquesta Filarmónica del Suroeste y el de la Orquesta Sinfónica Juvenil de Guará. Este año se fundó la Sinfónica Juvenil de Cruceiro.
– Comente sobre estos núcleos de adultos.
– La característica principal reside en la edad. El núcleo de adultos tiene personas con edades comprendidas entre 40 y 60 años, ellas trabajan en otras cosas, pero toda su vida quisieron aprender a tocar un instrumento y no solo lo hacen por eso y por tocar en la orquesta, sino que se han enamorado tanto del proyecto que colaboran en todo lo que se pueda, hasta en donaciones de instrumentos, de dinero y en la organización.
– ¿Es posible que se pueda aprender a tocar al ser adulto?
– Nosotros hemos demostrado que una persona de cualquier edad si se lo propone y con la suficiente práctica que se necesita puede aprender no solamente a tocar un instrumento sino a hacer lo que sea, nunca es tarde… como dicen.
– ¿Cómo se administran los núcleos?
– Todo es responsabilidad de cada núcleo. Hasta ahora se están abriendo en las escuelas de educación de cada sector. En ellas se está insertando la música como una actividad extracurricular. Se han ido asignando los diferentes instrumentos dependiendo de las necesidades. Y lo interesante del seminario que realizamos por 15 días de trabajo intenso es que el concierto final para cerrarlo es con todos los núcleos juntos y se hace una gran orquesta y un coro para terminar.
– ¿Qué otras actividades realiza en Brasil?
– Estos dos años mi actividad comienza dirigiendo la Orquesta profesional JK de Brasilia. Siempre hacemos unos ensayos, un concierto y luego existe una actividad en la que tengo asignada la labor del director académico, donde me encargo de cómo se van a hacer las clases o los talleres. Un poco de orientación de todas las cosas, ensayos, tiempo de duración, cómo se deberán dar las audiciones y, aparte, doy las clases y ensayo con las orquestas.
– ¿Cuántas personas integran el movimiento?
– Alrededor de 100 personas que están distribuidas en todos los núcleos. En un año ha crecido mucho este proyecto que surgió como un encuentro, en Brasil aunque voy una vez al año, allá no se deja de trabajar todo el tiempo se están buscando donaciones, instrumentos, se está ensayando y siempre con miras a lo que es el siguiente seminario.
– ¿Qué considera se puede aprender de lo que hace el movimiento en Brasil?
– El como cuidan su música tradicional, además de lo que hemos demostrado, que una persona de cualquier edad puede tocar un instrumento y pertenecer a una agrupación orquestal.
-¿La integración a la música de orquesta puede dar una nueva vida a ese adulto?
– Por supuesto que sí. Estamos conscientes que no lo están haciendo porque se vayan a dedicar a eso como profesión, pero están muy contentos por pertenecer y formar parte del grupo y además porque no solo se encargan de estudiar y de tocar su instrumento, sino que se han enamorado tanto del proyecto que colaboran en lo que se necesite, hasta de transportar los instrumentos, de hacer publicidad, de buscar donaciones.
-¿Traerán una muestra de lo que hacen para Venezuela?
– Claro, en algún momento cuando el movimiento esté más grande hay que traerlo. De hecho hay mucha comunicación entre lo que es Valencia y Brasilia, específicamente entre la Orquesta Sinfónica de Carabobo y el Movimiento Sinfónico Brasiliense. El maestro Calabrese, director de la Orquesta Sinfónica de Carabobo, ha dado muchas orientaciones y también está muy entusiasmado con lo que se está haciendo. No descartamos la posibilidad de que en algún momento exista un intercambio donde personas de la sinfónica puedan ir a dar clases o que gente del movimiento pueda venir a compartir con músicos en Valencia; siempre está esa relación y esa comunicación.