Vía: ElObservador.com.uy | Valentin Trujillo
Presente en 16 de los 18 festivales de jazz de Punta del Este, el saxofonista y clarinetista cubano Paquito D’Rivera conversó con El Observador acerca de sus seis décadas de carrera
A los 66 años, el saxofonista y clarinetista virtuoso del jazz Paquito D’Rivera no pierde el humor que lo caracteriza. Cuando El Observador comenzó la entrevista con él, en el marco del 18º Festival Internacional de Jazz de Punta del Este que se desarrolla por estos días en el tambo El Sosiego, y le preguntó qué tiene de nuevo esta edición, el cubano respondió: “el lagarto”, y largó una risotada que se perdió en el campo circundante de Punta Ballena.
Se refería a un lagarto que el día anterior durante una prueba de sonido asomó la cabeza y salió de su escondite, quizá atraído por los sonidos del jazz. Varios de los presentes propusieron matarlo o taparle su cueva, pero D’Rivera pidió que respetaran su vida e incluso que le dieran un huevo. Resulta que el lagarto arrastró el huevo hasta cerca de donde se produjo la entrevista y allí quebró la cáscara y con su larga lengua lo sorbió en un instante.
Pero basta que la risa de D’Rivera se detenga para que comience a hablar en serio. “En este festival siempre pasan cosas”, afirma. Desde ensambles que se arman especialmente para tocar en alguna de las cuatro noches del festival, hasta una seguidilla de artistas de nivel internacional en la grilla.
D’Rivera destaca el trío de saxos barítonos que integrará mañana, en la noche de cierre. “Desde Cuba, hace muchísimos años, que no toco el barítono. Esto fue idea de Gary Smulyan, que lamentablemente no pudo venir por un problema de salud”, dice D’Rivera, explicando que le dio un par de whiskies para convencerlo. Le dijo que sí y al otro día se arrepintió. “Porque es un aparato muy grande. Pesa mucho eso, para portarlo”, dice y se ríe de nuevo. “Ese no es mi instrumento”, remata, y aclara que el sentimiento se lo lleva el clarinete. De todos modos, los que puedan reserven entradas para esa noche final de tres saxofones sobre el escenario dialogando. Sus otros dos interlocutores serán Scott Robinson y Frank Basile, “un chico que es tremendo”, como lo define D’Rivera, sustituyendo a Smulyan.
D’Rivera ha estado presente en 16 de las 18 ediciones del festival y destaca el nivel de organización de este frente a otros de la región. “Tú sabes que Latinoamérica es un despelote y nunca sabes lo que va a pasar. Aquí no falla nunca nada, salvo la lluvia, pero eso también pasa en Alemania”, opina el artista.
Volviendo al clarinete, D’Rivera contó una anécdota sobre su casi encuentro con el clarinetista más influyente de la historia del jazz: Benny Goodman. En 1986, luego de que Goodman declarara que admiraba a D’Rivera porque creía que no se dedicaba a imitarlo, habían acordado un encuentro para que Goodman viera a Paquito tocar en vivo. “Te das cuenta, es un pelotudo (Goodman). ¡Cómo no lo iba a imitar, si siempre quise imitarlo!”, reconoce D’Rivera.
La cuestión es que el día en que D’Rivera tocaba llovía mucho y Goodman, ya viejo y enfermo, se sintió mal y no pudo ir. “Esa misma semana lo internaron y murió. Si bien nunca pude conocerlo personalmente a través de su música creo que lo conozco bastante”, dice el clarinetista. También recuerda el mal carácter de Goodman, quien, como Miles Davis, “era un genio”. “Hacían cosas maravillosas a pesar de ser personas difíciles”.
Seis décadas
El músico Paquito D’Rivera está comenzando a festejar sus 60 años de carrera, ya que empezó a tocar el clarinete en La Habana, cuando tenía solo 6 años. Punta del Este será la primera escala de una gira larga que se le escapa de la mente pero que tendrá a México, España, Alemania, Suiza y la isla de Martinica como primeros destinos luego de que deje Uruguay. D’Rivera confiesa que le gusta mucho estar de gira, a pesar de la distancia con su hogar, en Nueva Jersey, frente a Manhattan. “Me gusta la carretera. Este es el trabajo que me gusta hacer. Hay gente que me dice que me retire, como si esto me cansara. No entienden que es mi vida”, dice el cubano. A pesar de una carrera tan longeva, D’Rivera confiesa que le queda como desafío grabar algo con Chick Corea, a quien admira, y componer una ópera, que ya tiene en proceso, junto a dos escritores cubanos exiliados. “Se llamará Cecilio Valdés, rey de La Habana”, dice.