Por XAVIER QUIRARTE | milenio.com
México | Al recibir un Grammy en 2005, el pianista Horace Silver dijo: “He tratado de dar lo mejor de mí para entregarles la música que Dios me ha dado. Afortunadamente la han aceptado y, espero, que seguirá viva, bendiciendo y dando ánimo a la gente”. Silver, quien falleció el 18 de junio a los 85 años, no estaba equivocado: su música seguirá viviendo.
Baste escuchar algunas de sus composiciones clásicas, como “Song for My Father”, “Nica’s Dream” o “The Preacher”, para sentir una descarga que eleva el espíritu, nos hace sentir bien. El contrabajista Christian McBride, al enterarse de su muerte, dijo que “la música de Horace Silver siempre ha representado lo que los músicos de jazz predican pero no necesariamente practican, y es la simplicidad”.
El crítico Ed Hamilton escribió que Silver aseguró “que al escuchar la banda de Lunceford a los 11 años, se casó con su primera esposa: la Señora Música. Le jugó rudo a la escuela: le dejó una nota a su padre diciéndole que iba a la Gran Manzana. Ahí iría a la Calle 52 y vería a cualquiera y a todos hasta que consiguió una gira con Stan Getz que lo llevó a Nueva York, derecho al meollo de la escena del jazz”.
Una vez en el meollo, Silver nunca dejó de lado sus raíces. Nat Hentoff refiere que en uno de los ensayos de los Jazz Messengers —grupo fundado por Silver y luego heredado a Art Blakey—, al trabajar con la pieza “The Preacher” los músicos recordaban la música religiosa y su impronta en el jazz, al grado que uno de ellos dijo: “Eso es algo que los cuates blancos ni siquiera pueden copiar”. Pero su Iglesia estaba abierta a muchas otras influencias, pues el pianista y compositor se forjó entre grandes músicos, además de que su gusto por la música de otros países, como el caso de Cabo Verde, que escuchaba de su padre, originario de Portugal.
En Blue Note grabó algunos de sus mejores álbumes, como Horace Silver and the Jazz Messengers, Blowin’ the Blues Away y Song for My Father. En su sello discográfico, Silveto, dio rienda suelta a su espiritualidad con obras como Music to Ease Your Desease oEspiritualizing the Senses, además de grabar un musical basado en un sueño en el que, decía, “Duke Ellington y Rachmaninoff se conocen en el cielo y ambos son admiradores de la música de cada uno. Duke lleva a Rachmaninoff de gira en el cielo para que conozca a todos los grandes del jazz que habían muerto, como Louis Armstrong, Coleman Hawkins y Thelonious Monk”.
Silver, quien hablaba en plata al hacer música, ahora se ha unido a la realeza celestial del jazz.