JUAN ÁNGEL VELA DEL CAMPO | El País
El Premio Birgit Nilsson, dotado con casi un millón de euros, se entrega cada tres años
Casi en coincidencia con el anuncio del último Premio Nobel de Literatura, la Fundación Birgit Nilsson ha entregado el premio que lleva su nombre, en homenaje a la legendaria soprano sueca, a la Filarmónica de Viena en una ceremonia en Estocolmo presidida por los reyes Gustavo y Silvia de Suecia. Es la primera vez que esta cotizada distinción, que se otorga cada tres años, recae en una institución musical. En ediciones anteriores los elegidos fueron el director de orquesta Riccardo Muti en 2011 y el tenor Plácido Domingo en 2009, este último por expreso deseo de la cantante sueca fallecida en 2005, y cuyo secreto se mantuvo hasta febrero de 2009.
La asignación económica de un millón de dólares (790.000 euros) lo convierte en el premio más generoso en la música clásica. Con la elección de la mítica orquesta vienesa se cierra la intención de diversificar el premio en una triple dirección, bien a un cantante, bien a un director de orquesta o bien a una entidad musical.
Birgit Nilsson se mantiene viva en la memoria operística. A modo de apunte, la cantante sueca alcanzó el estrellato en la década de los 50 del pasado siglo con sus debuts en Bayreuth, Múnich, Viena, Milán y el Metropolitan de Nueva York. Abandonó la ópera en escena en Fráncfort en 1982 con una de sus creaciones emblemáticas: Elektra, de Richard Strauss. En la entrega del premio a la Filarmónica de Viena se proyectó un fragmento en vídeo del dúo de amor del acto segundo de Tristán e Isolda, con Jon Vickers como tenor.
Pia Lindstrom, hija de Ingrid Bergman, fue la maestra de ceremonias del acto. Andreas Grossbauer, violinista y presidente de la Filarmónica de Viena, insistió en que el dinero del premio se destinará en gran parte a perfeccionar el archivo histórico de la orquesta. Clemens Hellberg, violinista, primer archivero, expresidente de la Filarmónica, y autor de libro Demokratie der Könige (Democracia de reyes), una voluminosa y trascendental historia de la Filarmónica de Viena, con versiones en alemán, inglés, francés y japonés, aunque no en español, se centró más en trazar un perfil de la soprano sueca, subrayando su lado emocional y expresivo.
Muti, antes de subirse al podio, planteó unas reflexiones humanistas sobre la importancia de una orquesta sinfónica en la búsqueda de la belleza. Por si hubiera alguna duda sobre la oportunidad del premio en función de la calidad musical, la Filarmónica de Viena interpretó a niveles de perfección los Preludios, de Liszt, y la versión orquestal de la muerte de Isolda de Wagner, con un Muti en estado de gracia.
En la cena de gala posterior, también con la presencia de los Reyes de Suecia, el cuarteto Steude, de la Filarmónica de Viena, y el gran pianista Yefim Bronfman interpretaron los movimientos extremos del quinteto de cámara de Schumann. La lectura fue, como era de esperar, extraordinaria.