Prensa FundaMusical Bolívar
Así como el maestro Gustavo Dudamel no concebía la idea ser el director artístico y musical de la Filarmónica de Los Ángeles sin crear un programa en la ciudad californiana que promoviera la música como camino para la acción social, la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar tampoco concibe ir a Los Ángeles a hacer las nueve sinfonías de Beethoven sin que la agenda incluya ir a las aulas de este programa, inspirado en El Sistema, llamado YOLA (Orquesta Juvenil de Los Ángeles). Ayer, músicos de tres agrupaciones de cámara de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar fueron a una de las sedes de estudio de este programa para seguir motivando a los niños que el maestro Dudamel se ha empeñado en apoyar, de la mano de colaboradores que tienen fe en el futuro de la infancia menos favorecida. Decenas de los 215 niños, entre 6 y 16 años, que estudian música de forma gratuita en la sede de YOLA at HOLA (HOLA es un centro comunitario llamado Corazón de de Los Ángeles) tenían los ojos bien abiertos y con ese brillo del que sueña en grande. Estaban atentos a los sonidos que producían los instrumentos que tocaban los músicos venezolanos. No escuchaban esos sonidos por primera vez, pero los escuchaban tocados por aquellos que son su inspiración. Hasta poco minutos antes de la presentación del Quinteto de Vientos Arcadia, del Cuarteto de Cuerdas Francisco de Miranda y del Octeto de Violonchelos de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, se oían niños y jóvenes solfear o haciendo ejercicios de rítmica. Detrás de los estudiantes había carteles con palabras (en inglés y castellano) como creatividad, responsabilidad, satisfacción, resultados, trabajo en equipo. Esta escena, que se vive todos los días en los 423 núcleos y 1340 módulos del Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, Embajadores Nacionales de Unicef, se repite en los tres centro de YOLA en Los Ángeles. En este lugar hay niños y adolescentes como Vivian Trejo, quien tiene 14 años y estudia corno francés. “La música es muy importante para mí. Me ha ayudado a superar dificultades que tenía en la escuela (…) Mi familia ahora escucha música conmigo. Mis vecinos que antes veían mi corno y pensaban que yo tocaba en un mariachi, hoy ya saben que estoy en una orquesta sinfónica y ya saben cuál instrumento toco y van a los conciertos”. Los niños y los jóvenes no son los únicos inspirados por la música: los padres, que sueñan con un futuro positivo para sus hijos se apuntan de primeros en la fila del optimismo con este proyecto musical. Arianna Sánchez, quien llegó a Estados Unidos desde Guajaca, México, cuenta que su hijo Carlos, quien tiene 6 años tocando violín, se siente parte de una comunidad en la que lo reconocen y valoran su esfuerzo. “Carlos se la pasa diciendo lo que Dudamel siempre dice: ‘que en una orquesta todos son una familia, que debemos estar unidos’. Yo puedo percibir que entonces la música va más allá. Veo todo ese amor, esos valores que crecen junto a ellos; es una cadenita, porque esos valores también se han fundado en nosotros. Es muy interesante ver lo que puede hacer la música (…) Yo espero que mi hijo sea un gran ser humano y que le de un aporte a los demás, que él pueda dar a la comunidad lo que a él le están dando”. Este y el otro fin de semana, los músicos venezolanos ofrecerán conciertos dedicados a la familia y, sobre todo, a los más jóvenes. La misión de estos conciertos es una: mostrar que tras la música de Beethoven hay emociones y sentimientos humanos comunes a todos. Las actividades socioeducativas son parte de la programación internacional del Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, cuyo órgano rector es la Fundación Musical Simón Bolívar, adscrita al Ministerio del Poder Popular del Despacho de la Presidencia y Seguimiento de Gestión de Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela.