La versatilidad de la música en el trombón es reducida para el oído común que poco conoce de la variación de melodías que puede emitir. Pero Barranquilla fue testigo de la riqueza del instrumento de viento, de la mano de dos músicos de talla internacional: el estadounidense Jimmy Bosch, quien enseñó el fuerte sabor de ritmos afrocubanos; y el venezolano Miguel Sánchez, que llegó con la sutileza de lo clásico.
Vía: m.elheraldo.co | Por: ADRIANA CHICA GARCÍA
“El emperador de la salsa dura”, así se autodenomina Bosch; sus solos improvisados han recorrido América y Europa, hasta países de lejana geografía como Marruecos, Japón y Rusia. En el otro lado del salón, la precisión técnica de Sánchez mantiene las intenciones originales de los compositores de música clásica, que data su inicio en el siglo XI en el mundo occidental.
Ambos maestros hicieron parte de la nómina del Festival Internacional de Trompeta y Trombón de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad del Atlántico, que finalizó anoche en un concierto que tenía previsto a Jimmy Bosch como artista principal, acompañado de las voces del grupo Raíces de la institución. Previamente, el pasado miércoles Miguel Sánchez hizo su actuación, junto al pianista colombiano Cristian García. Ambos dictaron recitales a sus estudiantes.
Bosch, su energía y su dureza. Su vestimenta descomplicada y contemporánea refleja su despampanante personalidad: con naturalidad suena el trombón y saluda con amplios gestos que parecen muecas predispuestas. “Al músico, en general, no le gusta estar como parte del papel de la pared, atrás. Lo que da la oportunidad de que te inviten adelante es tener la capacidad de improvisar”, así explicó Bosch el sello con el que ha marcado la diferencia en solos y colectivos.
El trombón llegó a él por casualidad cuando estudiaba en la escuela elemental en Hoboken, New Jersey, donde nació en una familia de inmigrantes puertorriqueños. Pero por ese azar ha logrado dejar huella en sus participaciones con Las Estrellas de Fania, Rubén Blades, Eddie Palmieri, Ray Barretto, Steve Turre, Marc Anthony, y la lista continúa…
“La escuela solo tenía trombón. Cuando dije que quería tocar algo, me lo dieron. La primera pregunta que hice fue: ¿qué es eso? Comencé desde los 11 años y ya ves los resultados”, resumió. Bosch se hizo en las calles de la ciudad del condado de Hudson, un pequeño “pueblito musical” donde también se crió el cantante de música popular Frank Sinatra.
La pasión y la educación son sus principales motor; porque, al final, “la gracia es poder transmitir”. ¿Se puede transmitir melancolía con un sonido tan fuerte? “Sí, la dureza depende de lo que uno quiere lograr, el sonido expresa lo que uno siente dentro, para que la gente llore o grite”. Sus palabras son contundentes.
Pese a eso, después de años de práctica y presentaciones en tarima, no cabe duda que lo suyo es la música dura, la salsa, la que pone a bailar, con la que identifican al largo instrumento metálico sin válvula. “Es el instrumento cuyo sonido es el más cercano a la voz de un cantante sonero. Yo los trato de imitar cuando toco”. Así define al trombón y a su música, que saca sus notas más fuertes.
Sánchez: notas de un estudiado intérprete. El panorama, aunque igual de musical, pintó diferente para el venezolano Miguel Sánchez. Una cómoda cuna lo vio nacer en medio de una familia de músicos. De hecho, comenzó sus estudios con su padre Ángel Sánchez en el Conservatorio Juan José Landaeta, entre rígidas y exigentes lecciones que le abrieron el umbral hacia la diversidad de géneros.
Sus emociones reservadas y palabras meditadas evidencian años de formación. Pablo Murillo y Eliel Rivero, el Conservatorio Intinerante, el legendario trombonista Michel Becquet y el Conservatorio de París fueron algunos de los pilares de los cuales aprendió.
“En casa siempre había música, de parranda y clásica, de lo que fuera. Y el trombón siempre estuvo ahí aunque a mí no me gustaba. Inicié en la percusión y el clarinete. Mi padre me llevó hacia el trombón, y no hay cosa más difícil que aprender música con un familiar”, confesó Sánchez.
Él también ha viajado por Europa, América del Sur y Estados Unidos, no solo para conciertos, sino para dar clases magistrales, y asistir a recitales y festivales de prestigio como la Fábrica de Diapositivas (Holanda), Epsival (Francia), Trombonanza (Argentina) y Fosja (Puerto Rico). En la actualidad es miembro de la Universidad Experimental de las Artes y el Conservatorio de Música Simón Bolívar, además de director artístico de la Academia Latinoamericana de trombones.
“Leyendo sobre la historia del trombón desmitifiqué muchas cosas que se decían sobre el instrumento, como que es caribeño, cuando realmente es europeo. Todo lo que encierra históricamente es impresionante”, afirmó con propiedad.
Con ese conocimiento y la influencia natural que llega a los rincones latinoamericanos, Sánchez decidió fusionar la música popular de su natal Venezuela con obras barrocas y clásicas. “Mi versatilidad en un escenario me la da el mismo instrumento, me convierte en un actor musical. El trombón tiene una nobleza sonora, posee un rango de registro muy similar a la voz humana, es fácil llegar a cualquier género”. En eso Sánchez también coincidió con Bosch.
Después de sus interpretaciones y percepciones, queda claro que del trombón en el Caribe está marcado desde cualquier tipo de género musical.