Para la Orquesta Sinfónica de Venezuela fue un gran momento el unir talentos y subir al escenario de Fitven 2013 en la hermosa ciudad de Mérida junto a Oscar D’León, cantante y bajista, que ha llenado los corazones de los venezolanos con su música y sobre todo con una actitud única, una gran sonrisa y un positivismo que contagia, sobreponiéndose a la adversidad. Es ejemplo a seguir para todos. El Gran Sonero del Mundo sigue marcando las pautas de nuestra historia musical, energía le sobra. Venezuela Sinfónica –primer noticiero digital de la movida sinfónica venezolana- aprovecha la oportunidad para conversar con este artista que con su ejemplo de vida nos brinda la esperanza para lograr los sueños y objetivos en la vida.
Evelyn Navas Abdulkadir/ Venezuela Sinfónica.
Ni siquiera un accidente doméstico, con la consecuente pérdida de la visión en su ojo izquierdo, amilanó la inquebrantable voluntad de un hombre que se hizo a sí mismo a pulso. Caraqueño de origen, Oscar Emilio León Simoza, mejor conocido como Oscar D’León, es músico autodidacta, eligió el bajo como su instrumento y pulió su hermosa voz para cantar un género exigente: la salsa.
Su éxito en América Latina y todos los países de El Caribe junto a su orquesta La Dimensión Latina, le merecieron ser conocido como El Faraón de la Salsa y también como El Sonero del Mundo, cuando conquistó Europa, Asia, Estados Unidos y muchas latitudes, donde impuso sus temas hoy por hoy considerados clásicos.
Como artista popular se ha dado el lujo de estar con las orquestas sinfónicas venezolanas, compartiendo con el Sistema de Orquestas Infantiles y Juveniles de Venezuela y también con la Orquesta Sinfónica Gran Mariscal de Ayacucho y más recientemente con la Orquesta Sinfónica de Venezuela, con la cual compartió el escenario de Fitven 2013 en Mérida.
El Bajo, una pasión que le abrió las puertas
Oscar D’León proviene de una populosa parroquia de Caracas, Antímano y desde muy pequeño se interesó por la música caribeña. De sus inicios en el canto recuerda que: “eran dudosos, no tenía forma de saber que sería cantante. Me atrajo el bajo porque es un instrumento líder en cualquier agrupación, pero nunca tuve formación académica. Aprendí a tocar de forma empírica oyendo los temas de la Sonora Matancera, tratando de imitarlos. Fue una gran emoción para mí tener un bajo en mis manos, la primera vez que lo toqué, ni siquiera sabía que tono estaba tocando. Con el tiempo me fui amoldando, me acompañaba en cualquier tema”, nos cuenta el artista. Sin embargo hoy, no toca su bajo cuando está en el escenario: “Hoy manejo la orquesta y eso me complica las cosas”.
De esos inicios recuerda que escuchaba los temas del Trío Matamoros, la Sonora Matancera y la Billo’s Caracas Boys, así como a sus ídolos: Benny Moré, Celia Cruz, Tito Rodríguez y Willie Colón. Su carrera musical se inició cuando tenía 28 años. Llegó a desempeñarse como mecánico, taxista y hasta culminó la carrera de topógrafo, que nunca llegó a ejercer. Mientras tanto, incursionó en varias agrupaciones musicales.
Destacó por ser un gran bajista y llegó a ser cantante cuando el destino le brindó una oportunidad que no pasó por alto: tenía la posición de bajista con una agrupación que tocaba en la cervecería La Distinción, en la que inicialmente sólo cantaba en los coros, sin embargo, ante la ausencia del cantante principal del grupo antes de una presentación, manifestó su interés para cubrir esa vacante y es así como se inicia como la voz principal de la banda.
En 1972 Oscar D’León crea La Dimensión Latina, junto al percusionista Elio Pacheco, José Rodríguez, el trombonista César “Albóndiga” Monges, el pianista Enrique “Culebra” Iriarte (que sería sustituido luego por Nano Ladera, Tony Monserrat y Jesús Narváez) y José Antonio Rojas. Se estrenan el 15 de marzo de ese año en un ensayo en casa de Iriarte en La Guaira y debutan luego en La Distinción. Graban el primer disco y logran el éxito con el tema Pensando en ti. Dos años después se une el bolerista Wladimir Lozano, comenzando una relación muy exitosa con Oscar D’León, ya que como dupla logran imponer temas como Que bailen to’s, La Piragua, y el primer éxito internacional Llorarás, compuesto por el mismo Oscar D’León, así como también, La Vela, Divina Niña, Taboga, Juancito Trucupey, El frutero, Parampampam y Dolor cobarde. Los arreglos musicales de la orquesta siempre fueron de Monges y Oscar D’León.
“Al fundar la Dimensión Latina y ver cómo conquistamos el éxito en poco tiempo, supe que me dedicaría a la música a tiempo completo. Sabía que mi camino iba a cambiar y no me equivoqué y aquí estamos”, relata Oscar D’León, quien nos dice que su papá tenía reservas al principio: “Aún así me apoyaron porque vieron en mi la felicidad que afloraba todo el tiempo, la inquietud y el deseo existía. El dinero comenzó a llegar, producto del éxito y la familia mejoró también”.
La música: la prioridad que brinda felicidad
Oscar D’León no cree en la suerte, sino en el trabajo y en la responsabilidad. El éxito viene de ser constante con su profesión: “No elegí la Salsa como género, es cuestión de gusto. Hoy disfruto de cualquier género con aprecio y un gusto total. La fama y el éxito vienen de ser acucioso con la profesión, de pensar en ella como la prioridad, de atenderla y quererla como lo más importante de la vida. Para mí, mi Orquesta es mi primera familia y mi música es lo más importante porque me da felicidad”.
Oscar D’León es compositor desde muy joven: “Escribía desde antes de la Dimensión Latina, pero hice sonar mis temas con ella y así me catapulté. Hoy me inspiro en cualquier motivo favorable para escribir una canción. Mi forma de componer es ésta: primero tarareo y después visto ese maniquí con letra. En muchas ocasiones me llega la musa y cómo no tengo un grabador conmigo, se pierde algo del proceso. Para mí es fácil componer porque he sido dotado con un don de la naturaleza: captar la música y saber qué es bueno o no, qué va a ser un éxito o no”, nos cuenta.
Oscar D’León, con ese tino para saber cuando tenía un éxito discográfico en sus manos, aprovechó todas las ocasiones: “Es difícil prever si se va a ser exitoso, pero cuando supe de esos primeros éxitos con la Dimensión Latina, pegué un grito y de verdad, tenía razón, me di cuenta de que con ella iba a trascender. Tengo ese feeling para saber si un tema será exitoso con sólo escucharlo, pero hay otros factores que determinan el éxito discográfico como el ensayo constante, la disciplina, la responsabilidad y la puntualidad”, revela y es en estos aspectos donde se ha afincado para mantenerse en el tope desde hace más de 40 años.
Hoy cuando evalúa su carrera y cómo ha impactado al mundo con su música, sonríe y dice; “Significa mucho, se trata de mi familia, mi país, mi música, mi orquesta, todo eso va en mi pensamiento. Y es que mis músicos son como mis hijos, me preocupa que sus hogares estén bien, los oriento y aconsejo. He aprendido mucho, he caminado el sendero del éxito y por eso me digo a mi mismo que no debo ser arrogante, sino tranquilo, ser auténtico y fiel a mi forma de ser y vivir la vida sin apresuramiento, eso sí, tomando acciones certeras para mantenerme vigente”, puntualiza Oscar D’León.
Conquistando escenarios en todo el planeta
Desde 1977, el Sonero del Mundo inicia su carrera como solista y crea su propia orquesta, La Salsa Mayor, con la cual cosecha sus éxitos Mi bajo y yo, El Baile del Suavecito y Bravo de verdad. Con el pianista Mauricio Silva, compositor y cantante forma La Crítica, orquesta con la cual logró obtener un matiz muy particular que capta la atención de los soneros internacionales, destacando su participación en el Festival de Soneros en Caracas, en el año 1980 al lado de Johnny Pacheco y Pete “Conde” Rodríguez y Daniel Santos. En esos tiempos graba los temas de origen cubano Mata Siguaraya, Monta mi caballo, El Manicero y Longina, que adquieren una nueva sonoridad, siendo reconocidos por el público de todo el mundo.
Su amor por la música cubana le llevó a presentarse en la isla caribeña con un éxito apoteósico y a pesar de las críticas, su visita contribuyó al renacer de la salsa en Cuba. En los años 80 logró imponer temas como Detalles, El derecho de nacer, Mis hijos, A él y Que se sienta, con los cuales lideró las listas de ventas. Su sonido siguió innovando al lado del grupo Los Blanco y de esos tiempos se recuerda el tema Que muchacho y el disco Auténtico donde le rinde homenaje a Benny Moré versionando los temas Francisco Guayabal, Que bueno baila usted y Bonito y sabroso.
Al tiempo, Oscar D’León logra cautivar con todo ese sabor y sonido tan exclusivo a Japón y hace de las suyas en escenarios como el Madison Square Garden de Nueva York y el Teresa Carreño de Caracas, por ejemplo. Su sonido se depura con matices de Latin Jazz en sus acordes y logra incorporarse también a los grandes festivales de jazz del mundo.
Su sueño de estar junto a los grandes de la Salsa, que tanto admiró desde su temprana juventud, se cumple y logra alternar con Celia Cruz, Eddie Palmieri y Tito Puente. Con estos dos últimos artistas participa en el que se convertiría en la obra póstuma de Puente: Masterpiece/Obramaestra, donde interpreta los temas Cielito lindo/Negrita y París Mambo.
Un tema que identifica a Oscar D’León es Ariel, grabado en 1988 con la Billo’s Caracas Boys, homenaje que le hace al propio maestro Billo Frómeta y a Benny Moré. Dueño de una discografía inmensa y rica, Oscar D’León destaca por presentaciones en vivo que mueven a cualquiera con su imparable energía. Ha grabado más de 50 álbumes con varios discos de oro y ha recibido numerosos premios y honores.
Ya siendo un ídolo, Oscar D’León le apuesta a la nueva generación salsera y es por eso que graba para el sello perteneciente a Ralph Mercado, “RMM” el tema Hazme el amor con La India y Llegó el sabor con José Alberto “El Canario”. Destaca también su álbum Sonero del Mundo junto a Willy Chirino. En el 2001 graba su álbum Más que amor, Frenesí, un bolero al que le da el giro de balada y conquista nuevamente las carteleras musicales. Incluso, forma parte de las bandas sonoras de Disney con el tema Mundo Perfecto, para la película Las Locuras del Emperador.
Junto a músicos experimentados y algunos de sus hijos, Oscar D’León ha estado presente desde hace tiempo como uno de los mejores exponentes de la ‘salsa brava’ en escenarios internacionales con su son único, propio que cuenta con la influencia del jazz que le ha ganado, fama, respeto y adeptos. Su voz, tan rica en matices le permite cantar cualquier cosa, desde salsa, boleros, baladas, temas de amor y hasta reggaetón, lo mejor de la tradición latina se expone en su instrumento. En Venezuela es reconocido como uno de los músicos más importantes del país, es un ídolo que ha sabido conquistar la fama y la fortuna dignamente.
Nominado al Grammy muchas veces, Oscar D’León cuenta con el homenaje de la ciudad de Nueva York que le dedicó el Día de Oscar D’León el 15 de marzo de 1998. Recientemente recibió un Grammy Latino en reconocimiento a su trayectoria musical.
Tocar junto a su orquesta, lado a lado de la Orquesta Sinfónica de Venezuela, fue toda una experiencia para ambos. “El sonido es majestuoso, es un sentimiento muy particular y único. Estar con una orquesta sinfónica es lo máximo dentro de la música. Llegar a esos altares es sentirse realizado. Un gran orgullo”, así relata su experiencia y es que desde los ensayos para Fitven 2013, todos los músicos de la Orquesta Sinfónica de Venezuela estaban contagiados con esa energía tan propia que impone Oscar D’León y su característico ‘sabrosoooo’ se hizo sentir en la sala José Félix Ribas del Teresa Carreño para el ensayo preliminar. En Mérida, hasta la madrugada el público bailó, sin importarle el frío y la lluvia.
Hoy se alegra con saber que las orquestas sinfónicas del país reciben apoyo: “Este es un gran país sinfónico y da gusto saber de cuántos músicos jóvenes tenemos”.
Más allá de la adversidad
Oscar D’León ha sufrido en carne propia varias vicisitudes, como un infarto o la pérdida de la visión del ojo izquierdo, pero eso no parece detenerle. Siempre logra recuperarse y volver a los escenarios con su sello original: su sonrisa.
Hoy nos llena de orgullo y satisfacción y con su Grammy Latino –en reconocimiento a su trayectoria impecable- en sus manos, sigue sonriendo con simpatía: “El consejo que les doy a los artistas jóvenes es que sean auténticos, que mantengan un estilo propio, que ensayen mucho, sean cordiales y sencillos. Ser humildes es el tesoro de cada quien”.