El italiano Paolo Conte, que hoy cumple 80 años, ha sido considerado en ocasiones solo como un músico de jazz. Pero desde hace décadas viene demostrando que es mucho más: un cantautor que comprende todos los estilos, desde la chanson francesa al tango pasando por la música popular italiana.
Vía: lahora.gt | Por Lena Klimkeit | Roma | Agencia/dpa
Conte nació el 6 de enero de 1937 en el Piamonte italiano, en una familia amante de la música, pero más como afición que como trabajo. En la casa familiar se escuchaba jazz a pesar de que estaba prohibido bajo el régimen de Benito Mussolini.
Al igual que su padre, Conte aprendió a tocar el piano y también el vibráfono y el kazoo. Y también como él, estudió derecho, se convirtió en abogado y se hizo cargo de la notaría paterna.
La música se convirtió en un pasatiempo y Conte tocó en grupos de jazz y cruceros, aunque no cantaba. En los años 60 empezó a escribir canciones para estrellas de la música italiana y compuso “Azzurro” para Adriano Celentano, una de las canciones más conocidas fuera del país.
Tenía ya 37 años cuando el productor Italo “Lilli” Greco le convenció para que cantase sus temas. Al principio Conte se resistió, según contó Greco en una entrevista con el canal Arte. “Soy abogado, una persona seria”, le dijo al productor. Pero en 1979 triunfó con su disco “Gelato Al Limon” y se convirtió en uno de los “cantautori” italianos de más renombre internacional.
Además de “Azzurro”, entre sus mayores éxitos están románticos temas de jazz, como “Vieni via con me” o canciones como “Genova per noi”, en la que canta sobre Italia. “Conseguí componer en el menor espacio música que lo dice todo”, afirmó sobre “Vieni via con me”.
Sus canciones de tono melancólico están inspiradas en parte en su Piamonte natal, donde los inviernos son largos y oscuros.
Conte asegura que a veces tiene la sensación de haberse pasado la vida cantando para los anhelantes hombres de la posguerra, para una generación que compartía una profunda tristeza.
Pero muchas de sus canciones también son bailables y alegres, sobre todo cuando suena el kazoo. Algunos de sus compañeros le consideraban un “omnívoro” que lo escucha y aprende todo y que utiliza los más variados estilos musicales para transmitir sentimientos y emociones. Entre sus modelos a seguir, Conte cuenta a músicos de jazz como Duke Ellington o Louis Armstrong.
Además de componer, tocar y cantar, Conte también dibuja y pinta. Asegura que siempre trabajó duro y aunque en 2016 publicó un nuevo disco, ahora es capaz de imaginarse dejando atrás el mundo de la música. “Si vivir sin música significa no dar más conciertos o no componer más, podría hacerlo”, dijo recientemente al diario “La Repubblica”. Pero nunca renunciará a escuchar música.