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Antes de decidir cómo emocionarse ante una situación, haga todas las preguntas que pueda.
Vía: www.portafolio.co | Por Ricardo Gómez
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“El flautista norteamericano, Andrew Wye, a sus alumnos de flauta –luego de estar horas sacándole sonido al instrumento–: “Con el tiempo escucharán peor su sonido”. ¡Una paradoja! No lo escucharán peor porque estén tocando mal, sino porque han aumentado su capacidad de escuchar”.
Obtener la máxima cantidad de información posible antes de decidir cómo emocionarnos con respecto a una situación y actuar en consecuencia: a ese proceso se le llama escuchar. Es un acto neurobiológico que implica recibir datos del entorno y luego procesarlos para emitir una respuesta. Y en la lógica fisiológica cerebral es un hecho cierto: las personas reciben la información, la procesan y reaccionan. Todos lo hacemos. Es por ello que la mayoría cree que escucha bien.
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El nivel de asertividad en la escucha tiene que ver con la forma como nos emocionamos mientras recibimos y procesamos datos. Las personas podrán escuchar mejor si logran gestionar sus emociones, callar su voz interior y manejar la ansiedad que produce la ausencia de información; tomarse lo que escucha de manera personal o el silencio.
Los directores de orquesta Claudio Abbado y Gustavo Dudamel, entre otros, reconocen que la principal habilidad que debe tener un director es la de escuchar.
Los directores de orquesta Claudio Abbado y Gustavo Dudamel, entre otros, reconocen que la principal habilidad que debe tener un director es la de escuchar. No solo la música, sino las emociones de los músicos. Si no sabemos escuchar, todo lo demás que se desprenda de esa acción, tendrá un resultado diferente a lo esperado.
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‘A buen entendedor, pocas palabras’.
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¿Qué hay que tener en cuenta cuando escucha?: responder rápido no significa escuchar. Hoy, gracias a la tecnología, quisiéramos que todo estímulo que proponemos tuviera respuesta inmediata. Y si esta no llega a la velocidad deseada, sentimos y/o pensamos que no nos están escuchando.
Cada persona se toma su tiempo para procesar la información que recibe y emitir respuestas. Administrar ese tiempo desde quien espera esa respuesta, nos convertirá en mejores escuchas. En otras palabras, a mayor inmediatez en la respuesta, menor la calidad de la escucha.
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Empatía: las personas quieren que las escuchen. La necesidad básica social de todo ser humano es la de ser escuchado. Empatía no significa creer que ya entendemos y poner la cara respectiva. Significa entender la intensidad de la situación que el otro nos comparte, sin importar cómo nos parezca. Ahora, vivirla con esa intensidad tampoco implica sufrirla igual que como lo está haciendo el otro.
Evite inventar y pregunte: nuestro cerebro presupone todo y es la manera que tiene para recuperar la información que hace falta o darle forma a la distorsionada. Lo que para una persona significa una cosa para otra puede ser algo distinto. Entonces, escuchar solo presuponiendo y sin hacer preguntas que permitan igualar los significados para las partes; es una de las formas más nefastas de escuchar, dejando en aprietos la validez de una famosísima frase popular: ‘a buen entendedor, pocas palabras’.
Los costos de oportunidad por no preguntar para entender son más altos que los del tiempo que nos gastamos haciendo la pregunta y aquellos que implica emocionarse anticipadamente.
Antes de decidir cómo emocionarse ante una situación, haga todas las preguntas que pueda. Evite las presuposiciones (así sean obvias) y asegúrese de actuar con base en la información más cercana a la realidad posible. Y por el tiempo no se preocupe: ese siempre está disponible.
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