Señoras y señores,
Después de estos seis años – una duración inusual para un embajador – mi misión en Venezuela culmina el próximo 3 de agosto.
Pronto llegará mi sucesor Emmanuel Pineda, actual embajador de Francia en Honduras. Me cuesta abandonar Venezuela, un país que me ha recibido con tanto cariño, que me ha enseñado muchísimo como diplomático y como ser humano y que siempre tendrá un lugar especial en mi corazón. Pero sé que el trabajo colectivo que ha emprendido la Embajada en los últimos años seguirá y por eso quiero agradecer de manera muy especial a todos y cada uno de los miembros de mi equipo, así como a todos nuestros socios venezolanos.
Para terminar, quisiera dirigirle a la sociedad venezolana unos mensajes:
Nunca pierdan su optimismo, porque es contagioso. Esa forma con la que ustedes enfrentan los problemas y las crisis, que consiste en trabajar sin desfallecer y además con una sonrisa, es realmente maravillosa y es lo que más me ha impresionado. Para mí, que he conocido diversas culturas alrededor del mundo, ustedes poseen una cualidad preciosa que se manifiesta en sus ganas insaciables de conseguir un futuro mejor para sus familias, y para Venezuela.
El precursor, Francisco de Miranda, único latinoamericano cuyo nombre está inscrito en el Arco de Triunfo de París, una vez dijo que: “El trabajo y la moral son las bases fundamentales sobre las cuales reposa el sólido sistema de la libertad”. Esa libertad, conjuntamente con la igualdad y la fraternidad tan apreciada por los venezolanos, son valores compartidos muy arraigados que han unido durante siglos al pueblo venezolano con el francés. Sigamos caminando juntos alrededor de esas convicciones.
El esclarecido héroe continental Simón Bolívar, que tanto luchó por la libertad, escribió que: “La unidad lo hace todo y, por lo mismo, debemos conservar ese precioso principio”. No pierdan nunca ese sentido de unión que aconsejó Bolívar, para lograr el futuro mejor que todos ustedes desean y que con tanto esfuerzo persiguen.
Amigos venezolanos, me voy a trabajar en otro país porque mis funciones así lo exigen, pero dejo mi corazón por siempre en el Ávila, en Roraima, en Petare, en Apure, en Catia, y sobre todo con ustedes. Despedirse nunca es fácil y menos cuando uno no se quiere ir de un sitio que considera prácticamente como el suyo. Gracias por haberme recibido como lo hicieron. Con un cariño sólido y sincero que nunca olvidaré.
Y nuevamente gracias por acompañarnos hoy en este día de Fiesta Nacional.
¡Viva Venezuela!
¡Viva Francia!
¡Y viva la amistad franco-venezolana!