Escrito por María Elisa Flushing
Han pasado más de 70 años desde que “Ciudadano Kane” se estrenó y todavía está considerada como una de las mejores películas en la historia del cine. Su éxito se debe no sólo a los avances técnicos, artísticos y narrativos que el genio cinematográfico de Orson Welles desplegó, sino también a la extraordinaria banda sonora que el genio musical de Bernard Herrmann compuso. La música es magnífica, sin duda, pero lo más sorprendente es que en la película se representa una ópera ficticia, inexistente y especialmente inventada para que su estreno sea un rotundo fracaso.
El nombre Bernard Herrmann tal vez sea poco conocido, no así el de las bandas sonoras que compuso para películas como “Taxi Driver”, “Psicosis” o “El fantasma y la señora Muir”. Entre 1941 y 1976 trabajó en la producción musical de casi 50 películas al lado de directores legendarios como Orson Welles, Alfred Hitchcock, Martin Scorsese y Brian De Palma. “Ciudadano Kane” fue su primera banda sonora y con ella recibió su primera nominación a un Oscar de la Academia.
La película cuenta la historia de Charles Foster Kane, un poderoso e influyente empresario norteamericano quien poco antes de morir pronuncia la palabra “Rosebud”. Un periodista tratará de averiguar el significado de esta palabra y para ello entrevistará a las personas más allegadas y que mejor conocieron al magnate. Entre ellas está su segunda esposa, Susan Alexander, una cantante sin mayores aptitudes a quien Kane obliga a convertirse en una diva de la ópera.El profesor de canto que el empresario contrata para Susan, el “Signor Matiste”, tratará de convertirla en una soprano dramática. Una y otra vez ensayan “Una voce poco fa”, un aria de la ópera “El Barbero de Sevilla”. El tiempo y el dinero invertido en las lecciones son inútiles porque, como lo expresa el desesperado maestro, “hay personas que pueden cantar y otras no”.
Pero para Foster Kane nada es imposible y Susan tendrá que debutar en el teatro que él mismo ha mandado a construir especialmente para ella. Como en el repertorio operístico conocido Bernard Herrmann no encontró nada apropiado para resolver las dificultades musicales que conllevaba lograr que desde el inicio de la ópera fuera evidente la tensión de Susan y su incapacidad para alcanzar las notas altas, el músico tomó la decisión de componer un aria de una ópera ficticia a la que llamó “Salammbô”. Deliberadamente escribió la pieza en una tesitura más alta de lo normal y con una orquestación fuerte y pesada para que la voz pareciera que se ahogaba.
La escena es realmente sobrecogedora porque la tragedia que está representando Susan es la de su propia vida, una tragedia que la llevara al borde del suicidio al darse cuenta del desprecio que el público siente hacia ella. Sin duda, la imagen que Herrmann quería para esta escena, la de “una niña aterrorizada flotando en la arenas movedizas de una poderosa orquestra”, la logró.
Citizen Kane Susan Sings from Rob Angiello on Vimeo.
Un par de años después del estreno de “Ciudadano Kane”, la soprano dramática Eileen Farrel, poseedora de una de las mejores voces de los últimos 50 años, grabó el aria de “Salammbô” bajo la dirección del propio Bernard Herrmann. Las cualidades vocales de Farrel estuvieron a la altura de las exigencias de la partitura y el resultado es extraordinario, muy distinto al que protagonizara la pobre Susan Kane. En 1974, otra gran soprano, la neozelandesa Kiri Te Kanawa, también asumió el reto de grabar “Salammbô” para un disco dedicado a la música de Bernard Herrman bajo la dirección de Charles Gerhardt
Como contrapartida a la ficcional “Salammbô”, Bernard Herrmann compuso una ópera “real” completa, una adaptación de la novela “Cumbres Borrascosas” de Emely Brönte; sin embargo, no tuvo gran éxito y rara vez se representa. Y no deja de ser paradójico considerar que muchas personas que conocen el aria de “Salammbô” nunca hayan escuchado la genuina y auténtica ópera.