Vía: entretenimiento.terra.com/
(Notimex).- Víctima de cáncer de pulmón falleció hace un cuarto de siglo la diva del jazz, Sarah Vaughan, conocida como Sassy, quien desde sus primeros años de vida había dado cuenta de la belleza de la voz que la llevó a conquistar a los amantes del género sincopado. Nacida el 27 de marzo de 1924 en Newark, Estados Unidos, Vaughan fue hija de un carpintero guitarrista aficionado al blues y de una lavandera, pianista y organista de una iglesia, Sarah Lois Vaughan. Cuentan sus biógrafos que creció con carencias materiales, pero con un ímpetu hacia la música, disciplina que parecía destinada a ejercer de por vida. A los siete años de edad cantó en el coro de la iglesia y fue ahí donde recibió sus primeras clases de piano hasta los 15 años de edad.
Ya en sus años de juventud participó en el concurso para aficionados en el Teatro Apollo, donde una década antes Ella Fitzgerald había ganado, y Vaughan también lo hizo, se unió a la Big Band de Earl Hines, donde comenzó su hizo de manera magistral. Tras el triunfo inició su carrera como cantante, teniendo influencias del saxofonista Charlie Parker y del trompetista Dizzy Gillespie.
Posteriormente experimentó con la banda de jazz de Billy Eckstine, cuya influencia era el “bebop”, y Vaughan graba por primera vez un disco. A principios de los años 40, Vaughan se fue consolidando como una voz única, con un vibrato particular y con un tono que solo ella podía darle a la nueva ola del jazz, consolidando su carrera de solista.
Para la siguiente década, grabó para una de las disqueras más importantes del jazz, Mercury, al mismo tiempo que despegaba su carrera profesional con éxito. Los datos biográficos disponibles destacan que en su vida personal no correría con la misma suerte, pues se casó por tres ocasiones, matrimonios que fracasaron por el estilo de vida tan agitado que llevaba la cantante. En los años 60 del siglo XX grabó dos discos, “Sarah Sing Soulfully” y “Sassy Swins the Tivoli (live)”.
Al no poder tener hijos biológicos, la cantante adoptó en 1961 a una bebé, a la cual llamó Debra Lois Vaughan. Se dice que a menudo jugaba con fuego al conjuntar la vida nocturna, con el alcohol, la marihuana y la cocaína, y aunque nunca tuvo problemas de intoxicación y de adicción que la debilitara o que la metiera en problemas legales, poco a poco fue minando su existencia. La cantante de jazz fue fumadora de por vida y a ello se atribuye el cáncer de pulmón que acabó con su vida el 3 de abril de 1990, en Los Ángeles, California. Su legado se mantiene vivo gracias a las nuevas tecnologías que alimentan algunos sitios en internet con grabaciones de sus temas más emblemáticos, como “Tenderly”, “Mean to me”, “Misty” y “Body and soul”.
Incluso sitios desde donde aún se pueden adquirir sus discos y algunos materiales en video, como los de su actuación en el Jazz fest de Montreal, que dan cuenta de la grandeza de una estrella del jazz estadounidense. NTX/MCV