Vía: www.lanacion.com.ar/ Por Pablo Kohan
El compositor argentino, nacido en Lisboa y radicado en Francia, vive un gran momento musical en París
De la extensa y bien valorada pléyade de compositores argentinos radicados en otras geografías, hay dos que han adquirido una significación y un renombre especiales. Uno es Osvaldo Golijov, que hace ya casi una década que se ha llamado a un extraño silencio. Desde Azul, un concierto para chelo y orquesta estrenado por Yo-Yo Ma en Boston, en 2006, poco o nada se sabe de su trabajo compositivo y han sido varios los encargos de gran relevancia que le fueron encomendados y que no completó. El otro es Esteban Benzecry, que, además de continuar con su tarea, su música pareciera ir gozando cada vez de más difusión y adeptos.
Tal como el propio Benzecry se define, es un compositor argentino nacido en Lisboa, ciudad en la cual, temporalmente, vivía y trabajaba su padre, Mario Benzecry, otro trotamundos, hoy bien asentado en nuestro país y conduciendo los destinos de ese interesante proyecto que es la Sinfónica Nacional Juvenil José de San Martín. Esteban está radicado en París desde 1997, y desde la capital francesa llegan las noticias del concierto que la Orquesta Pasdeloup ofreció el sábado pasado en la novísima e imponente Philharmonie, el auditorio recientemente inaugurado en la capital francesa. En su presentación, la más antigua orquesta de Francia, dirigida por Mykola Diadiura, incluyó Evocación de un mundo perdido, un concierto para violín y orquesta que contó con la participación solista de Arnaud Nuvolone. Aunque ya es trascendente de por sí que una obra de un compositor argentino sea interpretada en la Philharmonie, mucho más notable aún es que la orquesta haya decidido ofrecer, a lo largo de esta temporada, ocho conciertos con diferentes obras suyas.
Superada esta primera presentación, a lo largo de la temporada 2015-2016 la Orquesta Pasdeloup tocará obras de Benzecry tres veces más en la Philharmonie, tres en la Salle Gaveau y una, con estreno mundial incluido, en el Théâtre du Châtelet. En esos siete conciertos se podrán escuchar Evocación de un sueño -otra obra para violín y orquesta en la que el solista será, ni más ni menos, Nemanja Radulovic-; Colores de la cruz del sur, Tres mitos andinos y Ouverture, el estreno en cuestión, que tendrá lugar el próximo 23 de abril. Además, la música de Esteban, en las manos de otras orquestas y otros músicos, sonará en otros rincones de Francia y del mundo. En la apertura de la sala La Ballena Azul, acá, en Buenos Aires, hace algunos meses, la Sinfónica Nacional interpretó “Pachamama”, el número final del díptico Madre tierra.
Es indudable que la vena americanista que Benzecry pone en juego debe ser uno de los atractivos mayores sobre músicos y públicos. En todo caso, en este nacionalismo imaginario del siglo XXI hay mucho de novedoso y no hay ninguna reiteración de los modos con que los compositores nacionalistas del siglo pasado llevaban adelante la aventura de incluir elementos musicales concretos y leyendas y mitologías propias como sustento de su creación. De aquella etapa del nacionalismo argentino y latinoamericano, que Juan Carlos Paz combatió con tanta enjundia como inteligencia para abrir caminos hacia otras experiencias compositivas, quedan algunos gestos y alguna ritualidad que pueden remitir a Revueltas o a Ginastera. Pero Esteban apela a otro tipo de construcciones musicales, a otra referencialidad mucho más abstracta y a una postura personal mucho más americanista que estrictamente argentina, de la que emergen otras leyendas y otras mitologías. Pero si bien este nacionalismo no pintoresquista ni pentatónico ni costumbrista puede haber sido una llave para abrir las puertas del planeta musical, más de la mitad de su creación no tiene vinculación con ningún nacionalismo, aunque éste se entrometa sin pedir permiso, casi como una genética imbatible y omnipresente. Con sólo observar los títulos de las cinco creaciones que ofrecerá la Pasdeloup en estos ocho conciertos parisienses, se ve que conviven en perfecta armonía y democracia obras que refieren a América latina y otras al muy original mundo de Esteban Benzecry.