Esos fueron los instrumentos que necesitó John Williams para componer el tema central de “Tiburon”. Eso y muy pocas notas. Pocas pero insistentes, amenazantes y en un crescendo que presagia el ataque imparable del tiburón. John Williams sabía que el eje central de la banda sonora debía ser el tema del tiburón, la verdadera estrella de la película. Tras varias pruebas llegó a la conclusión de que lo mejor era apostar por la sencillez. Y Williams acertó. El tema transmite el terror y el peligro que representa el tiburón asesino.
Sus notas se asocian en la película a cada ataque de escualo. Con ello Williams consigue acrecentar la angustia del espectador, ya que en cuanto oímos la música sabemos el peligro que se avecina, antes incluso que los personajes. Podemos decir que la música es el propio tiburón.
La popularidad del tema del tiburón ha eclipsado al resto de la banda sonora pero se trata de una música brillante y muy diversa. En la primera parte del film todo está dominado por el motivo del tiburón. No obstante Williams se permite algún tema alegre como el que ilustra la llegada de los turistas a la playa de Amity y que se titula irónicamente “menú para tiburones”.
En la segunda parte, una vez que la película se abre al mar, la música cambia hacia un sonido más típico del género aventuras. Ya se aprecia desde el momento en que los tres protagonistas parten del puerto en busca del tiburón. Es una música optimista y heroica que recuerda a las melodías de Korngold para las películas de piratas tipo “El Halcón del mar” o “El Capitán Blood”. No obstante el tema del tiburón reaparece numerosas veces y hay algunos pasajes tenebrosos como el que pone fondo al relato de la trágica historia del hundimiento del Indianápolis que hace Robert Shaw.
“Tiburón” fue la segunda colaboración de Steven Spielberg y John Williams. El año anterior habían trabajado juntos en “Loca Evasión”. Spielberg era todavía un joven director poco conocido. Williams lo era algo más, había empezado a trabajar en los años 60 e incluso ya tenía un Oscar en su vitrina por la música adaptada de “El violinista en el tejado”. Gracias a “Tiburón” obtuvo su segundo Oscar. Su fama como músico de cine se disparó y confirmó el tándem que a partir de ese momento formaría con Spielberg.
Con “Tiburón”, además, John Williams comenzó su reivindicación de la vuelta al sinfonismo en la música de cine, estilo que había caído en desuso en los años anteriores en favor del pop, el jazz y otras músicas. La revitalización total llegaría dos años después con “La guerra de las galaxias”. Hoy en día el tema del tiburón sigue siendo una de las melodías más aterradoras que jamás se hayan escrito para el cine, solo comparable, quizá en popularidad y eficacia, al tema del asesinato en la ducha de “Psicosis”.