Ahora que se acerca el Día del Niño, el tenor sensación en la ópera mundial Javier Camarena cumple su viejo sueño de cantar las canciones de Cri-Cri.
Vía: www.forbes.com.mx/ Por José David Cano
Mejor tome nota: este domingo 24 de abril (de 2016), en los jardines del Cenart, el tenor Javier Camarena —quien se ha convertido en una de las grandes figuras en el mundo de la ópera— estará presentado su nuevo álbum. Esta vez dedicado a uno de los mejores compositores mexicanos: Francisco Gabilondo Soler. Sí-sí, exacto: Cri-Cri.
Conste: si digo que Francisco Gabilondo Soler fue uno de los mejores músicos y compositores de México es mero sentido común. Basta escuchar sus canciones: por una parte llenas de imaginación, sí, pero también con mucho conocimiento del lenguaje y del verso. Así, algunas podían tener rima y otras no; de la misma manera, algunas podían estar escritas con un lenguaje coloquial, mientras otras estaban embellecidas con el uso de figuras literarias.
Lo mismo sucede con los múltiples trajes que las cubren: en las más de 200 que compuso, Gabilondo Soler presumió conocimiento y mundo —empleando varios ritmos de la época—: coquetea con la polka en “El ratón vaquero”, y con el tango en “Che araña” y “Tango medroso”. Se cuela un corrido en “El comal y la olla”, y una marcha para ese portento que es “La marcha de las letras”, ritmo que repite en “La marcha de las canicas” y “Mosquitos trompeteros”.
¡Ojo!, una digresión: ahora mismo que escribo estas líneas, del aparato de sonido salen las notas “El baile de los muñecos”, ¡un tema que este plumilla bailó en sus años de infancia! (Hay fotos que lo atestiguan.) Perdón, regresemos.
Eso sí: Gabilondo Soler también cultivó otros ritmos, como la rumba, el mambo, el cha-cha-cha, el son, el vals, el fox-trot, o el bolero. Esta frondosidad de ritmos, sumada al prolijo manejo del lenguaje y vocabulario —y el dilatado derroche de imaginación—, hicieron que muchos de sus temas traspasaran, sin demasiada dificultad, la barrera del tiempo y el espacio.
Esto fue lo que vio Javier Camarena, eso fue lo que le motivó a grabar este disco. O, al menos, fue lo que le contó a la prensa hace unos días.
Vestido de forma impecable, y con esa sencillez y naturalidad en el trato, el tenor desmenuzó este nuevo material, llamado precisamente Javier Camarena canta a Cri-Cri, el cual se suma a sus dos anteriores discos:Recitales y Serenata.
El proyecto nació aproximadamente hace dos años —empezó a platicar Javier—, cuando le sugirió a María Luisa Arcaraz, directora de enlace del Centro Cultural Roberto Cantoral, que quería hacer un concierto con canciones de Cri-Cri, como parte del Festival Artístico de Otoño que se realiza en ese lugar.
A ella le pareció fenomenal esta idea. Para él, para Javier, era un viejo sueño que tenía desde hacía años, y que quería cumplir. Así que pusieron manos a la obra…
Fue en mayo de 2015, cuando Javier estuvo en el país para cumplir con una gira de conciertos, que el pacto quedó hecho. Javier aprovecharía una semana libre, y que coincidía con el festival, para realizar ese concierto. También aprovecharían, quedó pactado, que se grabaría para posteriormente hacer un disco.
—Tenía una sola semana para venir, preparar el concierto, y cantarlo, y grabarlo. —Javier se escuchaba emocionado—. No me importó. Sabía que podía hacerlo. Y la verdad, por el cariño que le tengo a esta música, fue que nos aventamos… Hoy tenemos este resultado, que es la grabación de esos tres increíbles y maravillosos conciertos.
La selección de temas, de hecho, fue lo más complicado.
—Ya se ha dicho —agregó Javier—: Francisco Gabilondo y su obra ya es parte del legado cultural de México. Su catálogo de canciones es extenso. ¡Son más de 200 canciones! Así que no fue tarea fácil; de hecho, creo que fue lo más complicado al preparar el proyecto: escoger los temas que interpretaríamos. Creo que quedó, al final, una recopilación bastante completa… Están todos estos temas que eran y son parte de nosotros, están todas las canciones que conocemos muchísimo. Me parece que logramos conjuntar una muy linda colección. Yo me quedé con ganas de más…
Y tiene razón. Ahí están “La Patita”, “Che araña”, “El comal y la olla”, “El chorrito”, “El baile de los muñecos”, “Muñeca fea”, “El ropero” o “Teté”. También incluyó otros temas menos conocidos, como es “Pico Peñón”.
—¿Por qué hacer Cri-Cri? —se preguntó, más adelante, el propio Javier—. Desde luego —continuó—, esto parte primero de un gusto personal. Lo dice un poco ese texto que escribí, que viene en el álbum… Hoy, nuestra sociedad, todos nosotros, hemos ido evolucionando y hemos sido absorbidos, de una u otra manera, por la tecnología. Hoy en día es mucho más fácil ver a un niño con una tablet que ver a un niño jugando matatena o canicas… Es mucho más fácil verlos entretenidos en lo que pueden encontrar y lo que está a su disposición en internet y otro medios. La verdad es que, actualmente, existe muy poca oferta para los niños que invite a imaginar, que invite a pensar, que invite no sólo a distraerse sino a crear, ahí, en su cabeza, esos universos y personajes que se describen tan maravillosamente en las canciones de Cri-Cri.
Esto dijo Javier, y se detuvo unos segundos. (Quizá sopesando el pesos de lo que había dicho.) Luego prosiguió.
—Quiero dejar en claro algo —añadió, y trató de abarca con su mirada a todos los reporteros ahí reunidos—: no es solamente un disco pensado para los niños; está pensado para el niño que vive en el corazón de cada quien. —Con sus manos nos señaló—. Ahora que se acerca el Día del Niño, creo que es un excelente regalo…
Esto dijo Javier, y sonrió ligeramente.
Eso sí: no es la primera vez que, desde el mundo de la música clásica, se trata de reinventar a Cri-Cri. Javier lo sabe, y no quiso pasarlo por alto.
—Para ser sinceros —dijo—, la primera propuesta fue hacer este disco sinfónico. Sin embargo, entre 1984 y 1985 Plácido Domingo había grabado estos temas en versiones sinfónicas con Mireille Mathieu y Emmanuel. Yo me acuerdo de haber visto ese programa en la televisión…
Abramos paréntesis. Javier se refiere, desde luego, al programa de televisión que se realizó en 1984, intitulado Los cuentos de Cri-Cri, cuyo guión corrió a cargo de Germán Dehesa, y fue producido por Televisa. Cerremos paréntesis.
—Así que la idea de este concierto fue apegarnos a lo que está en el oído de todos nosotros —reconoció Javier—, de lo que recordamos de esas grabaciones, de esos discos de acetato. Quisimos traer de vuelta todos los colores que dan en particular esta orquestación tan característica del señor Francisco Gabilondo Soler, dar una interpretación fresca también. Me acompañaron, en esta travesía, Diana Peralta, Ariadne Montijo y Guadalupe Paz. Además, quisimos que con la orquesta (y creo que lo conseguimos) la interpretación fuera lo más fiel a las versiones originales, ésas que escuchábamos en el radio y en las grabaciones de Cri-Cri.
Un último detalle: la voz. Si uno espera encontrar en estas versiones la poderosa y potente voz operística de Javier, se llevará una sorpresa. Él así se lo propuso, y lo explicó muy bien:
—Como se darán cuenta, no es la voz del tenor la que está cantando las canciones de Cri-Cri. Yo tenía muy claro, desde un principio, que estaba prestando mi voz a la interpretación. Así que la interpretación que está aquí, es la que creí más justa para las canciones del compositor. Porque se hubiera escuchando muy raro si yo hubiera cantado así…
Javier, entonces, irguió su cuerpo y —ahora sí con esa voz tan potente y bella— cantó: “En la ratonera ha caído un ratón…”
Luego de la demostración, el tenor continuó:
—Entonces, esa interpretación ya se había escuchado y visto antes. Yo quería dar esta parte mucho más amable de la voz y… no sé… El hecho de ver a mis propios hijos emocionarse con estas canciones, me dio, y me da esperanza de que al público infantil le va a gustar, y lo recibirá en su corazón. Sé que lo van a disfrutar… Para mí es un privilegio el poder cantar estas canciones. Era un sueño, lo he cumplido, y ahora lo comparto…