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Ya en las afueras del Teatro se hacía sentir una energía especial, una larga fila de espectadores auguraba sala repleta y eso siempre crea una atmósfera única a todo espectáculo
Vía: tuiteroscultura.com | Por José Luis Arredondo.
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Porque la noche debut del elenco nacional del “Barbero de Sevilla”, de G. Rossini, en el Municipal de Santiago, fue con la sala llena de un público que tempranamente – al final de la Obertura de la ópera – ovacionó la labor de la Orquesta Filarmónica bajo la dirección del maestro José Miguel Pérez-Sierra. Era un indicio de lo que venía por delante.
Una conducción orquestal que nos entrega en brillante bandeja de plata toda la riqueza de la partitura. Fina, elegante, noble, impregnada de detalles y con una nota de belleza que nos evoca de fondo un delicado tono mozartiano, todo esto sin dejar de lado el frenesí y la locura que late en todo el desarrollo de la historia.
El Conde de Almaviva – haciéndose pasar por el estudiante Lindoro – pretende a la joven Rosina, se interpone el Doctor Bartolo, su tutor, un vejete que tiene intenciones de casarse con ella. El Barbero Fígaro, un buscavidas casamentero y hacelotodo será el encargado de urdir y llevar a cabo el hilarante plan que unirá al Conde y Rosina arruinando los planes del ambicioso y avaro Doctor.
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La producción, firmada por Fabio Sparvoli, es la misma que apreciamos ya en 2008 y 2013, pero se mantiene tan fresca como la primera vez. Una puesta en escena que no muestra signos de vejez, ágil, liviana, lúdica, colorida, festiva, de fuerte acento cómico e inspirada en la estética de la Commedia del’Arte y en el Cómic.
Un montaje que funciona como reloj de precisión en el alocado entramado de la peripecia, y del que el elenco nacional hace una entrega, en síntesis, memorable por la calidad en la suma de las partes y el todo.
El barítono Patricio Sabaté demuestra una vez más que maneja el rol de Fígaro al revés y al derecho, el peso preciso a cada frase, la entonación justa a cada intención, una performance escénica jugada sin exageración, suelta, fluida y muy lúdica, enmarcada en una musicalidad que pasa de la voz al cuerpo en perfecto equilibrio.
El tenor argentino Santiago Ballerini llenó el rol del Conde Almaviva en todos sus ribetes, marcando un debut en nuestro país que se recordará por mucho tiempo. Posee el timbre perfecto para el papel y una agilidad que le permite pasearse por toda la partitura sin escatimar ningún detalle, haciendo gala de coloratura y agudos revestidos de una musical, bella y armoniosa línea de canto, que fueron el deleite de la audiencia. La guinda de la torta fue su aria final “Cessa di piú resistere” vibrante. En escena se mueve con soltura y denota carisma.
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La Rosina de la mezzosoprano Evelyn Ramirez está dibujada con la calidad que da la experiencia y el conocimiento del estilo y el rol. Sabe expresar muy bien la picardia y el barniz de simulada candidez que la caracteriza.
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Al igual que el bajo-barítono Sergio Gallardo, un Doctor Bartolo sin fisuras, que se apodera de cada escena con la seguridad que da el manejo total del papel que exhibe el intérprete. Un timbre robusto y gran volumen, que gracias a la ductilidad, dotes actorales y manejo de los códigos del estilo buffo que tiene el cantante, configuran una entrega en extremo completa y expresiva.
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No se quedó atrás el bajo-barítono Alvaro Carrillo, en su debut en nuestro país, como un Don Basilio cómicamente oscuro y un tanto patético, apoyado en un timbre robusto y de buen cuerpo y color, potenciado por un volumen generoso y una linea musical muy expresiva; ni la Berta de la soprano Marcela González que se lució en su aria “Il vecchiotto cerca moglie”, coronada por un fuerte aplauso de la audiencia; ni el Fiorello del barítono Eleomar Cuello, que se impuso con presencia y mucha seguridad.
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Como siempre el Coro, masculino en este caso, se coloca a la altura del desafío que implica en lo musical y teatral esta obra, y sale airoso, bajo la tutela del maestro Jorge Klastornick.
Y aunque ya no es novedad que un elenco nacional ofrezca una interpretación de semejante calidad, esta velada en particular se alza a mi parecer, por todos los componentes de sus partes, como lo mejor en lo que va de esta temporada lírica.
Un “Barbero…” que el público ovacionó largamente en una vibrante y emocionada demostración de agradecimiento por la calidad de lo apreciado.
“El Barbero de Sevilla”, de G. Rossini. Municipal de Santiago. Elenco nacional: 26 y 28 de septiembre.
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