Una de las batutas más prestigiosas del mundo, Nagano dirigirá esta noche y mañana a la Orquesta Filarmónica de Munich, para el Mozarteum Argentino en el Colón, con programas en los que predomina el romanticismo.
Vía: www.ambito.com | Por Margarita Pollini
El notable director Kent Nagano está nuevamente en la Argentina, y hoy y mañana dirigirá en el Teatro Colón a la Orquesta Filarmónica Estatal de Hamburgo, una de las más antiguas del mundo, para el Mozarteum Argentino. El programa del primer ciclo contará con el cellista Gautier Capuçon, solista en el “Don Quijote” de Richard Strauss, y se completará con la Primera Sinfonía de Brahms. El del segundo con la mezzo Mihoko Fujimura, comprenderá los “Wesendonck Lieder” y el preludio y la muerte de amor de “Tristán e Isolda” de Wagner y la Sexta Sinfonía de Bruckner. Dialogamos con Nagano.
Periodista: Usted es director musical general de esta orquesta desde el año pasado. ¿Cómo es el vínculo que ha construido con ella?
Kent Nagano: Una colaboración profunda. El trabajo y la visión que tenemos de la tradición orquestal es motivante, y nuestros objetivos ambiciosos.
P.: Se eligió un repertorio de música alemana del romanticismo y el posromanticismo. ¿A qué responde esta elección?
K. N.: Lo hicimos con la cultura sudamericana en mente. Quisimos llevar sólo obras que tuvieran un vínculo histórico con esta orquesta. Hamburgo es la ciudad natal de Brahms, y él fue mi predecesor, porque dirigió a la Filarmónica y escribió para ella también. El sonido de esta orquesta representa una suerte de ADN de Brahms. Y, respecto de las demás obras, en todos los casos tuvimos una relación cercana con sus autores, como en el caso de Richard Strauss y Wagner; además buscamos incluir alguna referencia al español, con “Don Quijote”.
P.: Cuando trabaja con una orquesta, ¿intenta mantener su identidad sonora o busca una idea más personal?
K. N.: Todo trabajo con compañeros del arte debe ser una experiencia de colaboración artística. Eso ayuda a una tradición a crecer: si la tradición sólo se repite, se muere. Una tradición sólo lo es si evoluciona y es tomada por la próxima generación, y ésta por lo general no tiene interés en el “statu quo”, sino en aportar nuevas ideas. Es importante que el director haga una investigación cuidadosa y buscar las cualidades de la tradición que son muy especiales, y los lazos con la cultura, con la sociedad, y tomarse el tiempo para entenderlo, porque eso se refleja en la imagen sonora que la orquesta crea. Imponer algo a otro artista nunca trae buenos resultados.
P.: ¿Escucha música en casa?
K. N.: No. Salvo que estemos grabando o editando, pero habitualmente no escuchamos. Mi esposa, mi hija y yo somos músicos y hacemos música en vivo, y cuando llegamos a casa apreciamos el silencio. No tenemos televisión ni equipo de música ni reproductor de video. Nos gusta hablar entre nosotros o simplemente estar en silencio.
P.: Tal vez el entorno en el que usted creció influya en este modo de vida.
K. N.: Sí, cuando era chico estaba un poco enojado porque pensaba en todo lo que me estaba perdiendo. No teníamos televisión, había un cine en nuestro pueblo en el que cada película era proyectada durante seis meses, no teníamos centros comerciales… pero era un lugar con mucha naturaleza, dramático y teatral, sin contaminación, muy parecido a lo que es la costa argentina.
P.: Y eso influyó en su concepción de la música.
K. N.: Me hizo muy cercano a los compositores románticos, a su pensamiento y su sentimiento. La tradición romántica está muy ligada a la naturaleza. Durante la Revolución Industrial gran parte de belleza de la naturaleza fue destruida para hacer combustible; eso creó en los escritores y los compositores un gran sentimiento hacia la naturaleza. Pienso en la “Sinfonía Pastoral” de Beethoven, o incluso en Haydn, con sus oratorios, escritos en tiempos en los que él vio los terribles efectos de la Revolución Industrial en Viena y Londres. Esta relación con la naturaleza tuvo un fuerte efecto en la escritura musical y literaria, y me siento muy ligado a estos autores