La coralista Graciela Gamboa recuerda el legado del Maestro
Hoy se conmemora el natalicio del destacado director que impulsó la música coral venezolana en el mundo, desde “la casa que vence las sombras”
Hoy y siempre recordaremos al maestro Vinicio Adames, un legado de vida, amor y canto, quien revolucionó el movimiento coral en Venezuela, a través de su gestión y dirección del Orfeón Universitario de la Universidad Central de Venezuela (UCV), así como las distintas agrupaciones corales que fundó.
José Vinicio Adames nació el 1° de marzo de 1927, en el Estado Lara, en el seno de una familia de músicos. Desde los 14 años funda y dirige distintas agrupaciones corales y a los 18 años de edad, ingresa a la UCV a cursar estudios de Odontología. Ingresa al Orfeón Universitario de esta importante casa de estudios, dirigido en aquel momento por el maestro Antonio Estévez. Adames, ya como director, continúa la línea de excelencia marcada por Estévez y potencia esta agrupación como una referencia internacional del canto coral.
En entrevista con la coralista Graciela Gamboa, Psicóloga, egresada de la UCV, -quien hizo vida en el Orfeón Universitario durante 43 años y fuera una pieza clave en la gerencia de la Institución bajo la dirección de Adames-, nos relata algunas apreciaciones que nos aproximan al perfil humano y artístico del Director, que el día hoy arribaría a sus 89 años de vida.
“A mi juicio Vinicio Adames escribió una página de oro del movimiento coral venezolano, por varias razones. No solamente por su trabajo incansable y excelente frente al Orfeón Universitario, sino además por su cercanía y respeto a los compositores, por su preocupación porque el Orfeón Universitario llevara la voz de la UCV, ‘la casa que vence las sombras’, a todos los rincones del país y a los eventos internacionales de mayor prestigio. Vinicio creó espacios corales con carácter pedagógico y considero que esos espacios artísticos, de canto, teatro, etc, fomentan individuos integrales, preparados para participar y mejorar la sociedad, no solamente desde el punto de vista académico”.
-¿Cómo se da tu vínculo con el director?
– Fue específicamente el 9 de octubre de 1962. Tenía 19 años y cursaba psicología. Una tarde subía por la ‘Tierra de nadie’ hacia el reloj, donde me esperaba mi papá y se oían las voces del Orfeón, que ensayaba en donde sesiona actualmente el Consejo Universitario…me parecieron ángeles. Subí dos pisos por las escaleras del Rectorado, llegué al Orfeón y pregunté por los requisitos y por las audiciones. Me dijeron, “el director está allí, pregúntale directamente”.
Entré y me conseguí un señor muy guapo, pequeño, de ojos verdes, un maestro encantador, de esos grandes que te educan con la palabra, como Simón Rodríguez. Me llevó al piano me hizo mi prueba de escalas y luego me hizo la prueba rítmica con un arreglo coral de la pieza ‘Mare-Mare’.
-¿Cómo te vinculas a la gerencia del Orfeón Universitario?
-Vinicio fue un hombre con una gran visión, anticipado a su época. Él se graduó como Internacionalista, quiso estar al nivel de la Institución, pero jamás ejerció la profesión. Cuando yo llego a la Institución, lo encuentro trabajando muy solo y hacía gestiones para conseguir recursos a través de contactos con los Colegios Profesionales y creo que él me vio capacidad como gerente. Redactábamos comunicaciones, comenzamos a soñar, a programar cosas, a hacer repertorio y fuimos constituyendo así un equipo. El Orfeón Universitario fue creado originalmente para darle relevancia a los actos académicos, pero con la gestión de Vinicio se rebasó eso con creces y se convirtió en la primera agrupación coral del país.
Trágico accidente aéreo
El 3 de septiembre de 1976, un avión de las Fuerza Aérea Venezolana, se dirigía a Europa y llevaba en su interior a los integrantes del Orfeón Universitario de la UCV y a su director, Vinicio Adames, quienes se dirigían a Barcelona, España, a propósito de una presentación en el Festival Internacional de Canto Coral. A 200 metros de la pista del Aeropuerto de Lajes, en las Islas Azores del archipiélago portugués, en pleno Océano Atlántico, el avión se vino a tierra inesperadamente, provocando la muerte de sus 68 pasajeros. Pese al luto nacional y a la conmoción generada en la opinión pública, contrariamente, el legado y la ética de trabajo de Vinicio Adames, quedó impregnada en la mística de sus coralistas, según apunta finalmente Graciela:
“Luego que ocurre la tragedia y con el trabajo de re-estructuración y con el maestro Raúl Delgado Estévez, ahora como director musical, el orfeón Universitario logra una proyección internacional impresionante. Cuando visitábamos plazas de Europa, en países que nos llevan 400 años en desarrollo musical, el orfeón sorprendía a los públicos. Eso demuestra el legado del maestro fundador Antonio Estévez, que fue perfectamente cumplido por Vinicio Adames y que luego continuó con Raúl Delgado Estévez y le dio prestancia a la Institución y el espacio que hoy tienen en el medio cultural venezolano”.