Es bastante habitual al hablar del compositor Richard Wagner, incluyendo en esto a profesionales de la música, que muchos lo sigan considerando como un ente fragoso, pesado y difícil de escuchar. Seguro que ya nos hemos dado cuenta a lo largo de los años que incluso la frase pronunciada por el cineasta Woody Allen “I can’t listen to that much Wagner, you know? I start to get the urge to conquer Poland” en Manhattan Murder Mystery, ha sido tan repetida por personas que ni siquiera habían visto la célebre película, que creo ha minado a muchos la mente de prejuicios por este gran compositor sin ni siquiera haberse parado a ponerse un fragmento en sus auriculares.
¿Cómo entonces hacerse un hueco en el corazón de la música decimonónica alemana? Desde mi punto de vista, dejándose llevar.
Una de las excusas más comunes que me han dado algunos conocidos es que no se disfruta igual la obra sin conocer a Wagner. ¿Tan seguros estamos de que tenemos que conocer su vida y libretos para apreciarle? En primer lugar ya sería raro para un ciudadano del mundo occidental que no hubiese escuchado un pedazo de Wagner en algún anuncio televisivo o en alguna mezcla electrónica durante alguna juerga nocturna. Seguro que él no iniciado en la materia habrá saboreado mínimo un par de docenas de veces el celebérrimo inicio del tercer acto de Die Walküre sin haberse dado ni cuenta. Con esto ya puedo asegurar que la primera impresión de su obra, no va a ser ni mucho menos, de desconfianza.
¿Podemos disfrutar sin conocimiento? Pienso que sí, y por eso me pongo como ejemplo de profano en la pintura, que para el caso creo que viene bastante bien. En las múltiples veces que me he visto inmerso en una sala de exposiciones, creo que en un porcentaje bastante elevado he entrado sin conocer absolutamente nada del autor, ni de lo que quería expresar, ni de las técnicas que empleó para crear su obra. En estas circunstancias simplemente me he dedicado a observar y a dejarme llevar por los sentimientos y por lo que la pintura me decía, si algo no llamaba mi atención seguía adelante con otra obra y así iba viendo si el paseo entre cuadros me transmitía algo, y si ese algo era lo suficientemente intenso como para querer profundizar en él. Puede que haya visitantes que aprecien una característica de un autor que a mí me produce indiferencia y viceversa, pero ahí estriba la magia de cada ser humano y su capacidad para interpretar, maravillarse o repugnarse con el arte.
Con Wagner aconsejo el mismo paseo. No creo sinceramente que haya una relación causa efecto directa entre conocer más a un artista con apreciarle más. Entiendo que es fácil si uno conoce quién es y qué quiere decir, pero por otra parte la escucha se vicia y el nivel de abstracción que tiene este arte prehistórico se pierde para intentar descifrar el galimatías entre lo leído y lo escuchado, poniendo racionalidad en dónde debería reinar lo impreciso.
Mucho se puede encontrar escrito sobre Richard Wagner y no me toca a mí desvelarlo. De su producción musical lo más reconocido son sus óperas o dramas musicales, y dentro de las mismas aconsejaría al que quiera comenzar a escuchar a Wagner escoger sus escrituras a partir de 1843, que es en donde empieza realmente el Wagner que conocemos hoy día. Ejemplos de este periodo medio de su composición musical son las óperas de Vliegende Hollander (1843), Tannhäuser(1845) y Lohengrin (1850). Pero el sumun colosal lo podemos encontrar en su último periodo a partir de 1851, en el que podemos disfrutar el celebérrimo Ciclo del Anillo Der ring des nibelungen y sus 4 colosales secciones, así como su última ópera Parsifal.
¿Por dónde empezar entonces? Sin ser un experto en pedagogía yo comenzaría claramente con la escucha de los preludios, que son los fragmentos previos de introducción a los diferentes actos de las óperas, en este caso creo que me iría a las últimas producciones: Parsifal, Tannhäuser, Die Walküre, Das Reingold, Siegfried, y Götterdämmerung.
No es necesario escuchar ni media hora de música, simplemente seleccionando algún preludio de los citados entre nuestra lista de reproducción en spotify ya tendremos la curiosidad suficiente como, para si nos gusta, adentrarnos más en esa obra. Otra de las vías por las que yo empezaría es seleccionar en youtube pequeños fragmentos, en esta red podemos encontrar auténticas joyas como por ejemplo esta grabación con la impresionante voz del bajo alemán Hans Hotter dirigido por Hans Knappertsbusch en el mismo teatro de Bayreuth durante las representaciones de verano de 1956.
¿Qué hacer si queremos ir a una ópera? En mi experiencia, y creo que no va a ser lo normal, la única vez que he llevado a dos personas a una ópera de Wagner en directo les encantó a ambas. Realmente no era lo que yo esperaba, una ópera de Wagner sí se puede hacer pesada si no se está familiarizado con los temas o con la audición de conciertos en general, pensemos que la duración de algunas rebasa las 4 horas sobradamente, y esto sólo por pura desconexión neuronal puede con cualquiera. No obstante hay muchas versiones de concierto en las que se sacan los extractos más conocidos a las que recomendaría ir antes, valga de ejemplo esta grabación de George Solti al frente de la Chicago Symphony Orchestra de Tristan e Isolda, la última obra que dejo como recomendación de este genial compositor.