El libro se refiere a episodio de 1989, con dictadura en Argentina
(ANSA) – BUENOS AIRES, 30 ABR – La visita de Daniel Barenboim y la Orquesta de París a la Argentina en junio de 1980, en plena dictadura militar, disparó uno de los incidentes mas resonantes entre ese país y Francia, según un trabajo de reciente publicación.
Es que en ese viaje, un grupo de músicos de la orquesta se solidarizó con los familiares de los desaparecidos desafiando a la junta militar que gobernaba el país.
El episodio, escasamente conocido hasta ahora, es recreado por el historiador argentino Estaban Buch en “Música, dictadura, resistencia”, un libro publicado por el Fondo de Cultura Económica.
Buch, de 53 años, profesor de la Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales de París, accedió a documentos confidenciales y a testimonios directos de algunos de los protagonistas del incidente diplomático.
La gira de la Orquesta de París fue patrocinada por el Mozarteum Argentino con el apoyo de los gobiernos de Argentina y Francia, pero cuando algunos de sus integrantes se solidarizaron públicamente con los familiares de los desaparecidos, se hizo astillas la diplomacia cultural, recuerda Buch.
El autor señala que las divergencias sobre la actuación de la Orquesta de París en Buenos Aires comenzaron antes de su desembarco, ya que oficiales de inteligencia argentinos habían informado que varios de sus integrantes ya se habían manifestado contra la dictadura argentina en París.
Por el contrario, el ministro de Economía, José Martínez de Hoz, y el exclusivo Mozarteum Argentino alentaron la gira, estimando que una vez instalados en Buenos Aires se comportarían de acuerdo a los códigos diplomáticos.
Los informes de inteligencia se acercaban más a la realidad, pues en Francia habían explotado las críticas contra el embajador en Buenos Aires, Bernard Destremau, por su “indulgencia” con los militares argentinos después de las desapariciones de las monjas francesas Alice Domon y Léonie Duquet en diciembre de 1977.
El autor precisa que el miércoles 16 de julio de 1980 un grupo de músicos de la Orquesta de París se reunió con las Madres de Plaza de Mayo, en un departamento que por entonces alquilaban en la calle Uruguay, en pleno centro de la ciudad.
Esa noche, la orquesta brindó su último concierto y a continuación un grupo de integrantes difundió un comunicado en el que explicaban que no asistirían a ninguna recepción oficial en signo de protesta por “los artistas desaparecidos”.
En el comunicado, que publicaron algunos medios locales y Le Monde en París – agradecían la “cálida recepción” del público argentino “en el transcurso de todos nuestros conciertos”, pero ratificaban “nuestra decisión simbólica de no participar de ninguna recepción” y pedían, también simbólicamente, “un encuentro con los artistas desaparecidos”.
El diario “Convicción” de Buenos Aires, vocero de la Marina argentina, respondió indignado que el episodio no debía sorprender “porque nadie que no sea opa (tonto) diplomado puede ignorar que Francia es la principal usina de ataques a nuestro país”.
La revista Gente, también convertida en defensora de la dictadura militar, entrevistó al embajador Destremau, con la finalidad de desautorizar a los músicos de la Orquesta de París que partieron de regreso el 17 de julio.
La revista presionó al embajador para que condenara esa actitud y finalmente consiguió un escueto y forzado “eso no se debe hacer” de censura a sus compatriotas de la orquesta.
El conflicto no terminó en Buenos Aires, pues estalló una feroz interna en París entre los músicos, los delegados, Barenboim, la Cancillería y el Comité de Empresa de la orquesta, cuando en noviembre de 1980 debió analizar el informe de la gira por Argentina, entre otras actuaciones en el exterior. Buch recuerda que si bien “los detalles no siempre coinciden, es recurrente en los testimonios el relato de la pelea de Daniel Borenboim con algunos músicos durante los ensayos en Buenos Aires”. “Parece evidente que la actitud del ‘grupo de artistas músicos’ había exasperado” a Borenboim, director de la Orquesta de París desde 1975, afirma Buch.
Borenboim afrontaba una situación irregular -recuerda Buch – pues como ciudadano argentino para la ley del país era un “desertor” del servicio militar obligatorio y podía ser detenido.
El embajador francés había intentado en los meses previos calmar su preocupación “sin mucho éxito”, explica Buch.
“Puede decirle al señor Barenboim que yo me hago responsable de su persona de modo que no sea ni arrestado ni molestado”, escribió el embajador Destremau en una carta del 16 de mayo de 1980. Sin embargo, el director nacido en Argentina pero radicado en Israel desde los diez años, volvió a estremecerse cuando a comienzos de junio la Cancillería francesa de modo informal le comunicó que “no está en condiciones de darle seguridad al señor Borenboim contra ese riesgo”, en referencia a la posibilidad de que fuese arrestado por la dictadura argentina por su condición de “desertor” del servicio militar.
Buch asegura que esa semana de julio de 1980 en Buenos Aires fue una de las más difíciles para Barenboim, “porque compartía el malestar de la delegación por los desaparecidos, pero quería pasar desapercibido” y no exasperar a los militares. (ANSA).