Vía: www.theguardian.com Por Stephen Moss | Traducido por Luis Contreras | Licenciado en Idiomas Modernos | Profesor de la ULA | Agradecidos con Carlos Luengo
“The Dude”, el director de la Filarmónica de Los Ángeles, llegó para traer el espíritu venezolano de la creación musical a los niños más pobres de Los Ángeles, pero ¿cómo él completará su misión de alcanzar al 99% que no ha conocido la música clásica?
Esto podría ser llamado “Esperando a Gustavo”. Me encuentro en Los Ángeles para asistir a una serie de conciertos dirigidos por este magnífico hombre (quien además es absurdamente joven) y aquí nos encontraremos. ¿Cuándo? Aún no lo sé. Él está ensayando, cenando con el pianista Sergio Tempo – quien interpreta el dramático Primer Concierto para Piano de Ginastera en uno de los conciertos – o conduciendo desde su casa en el centro de Los Ángeles hacia la impresionante sala de conciertos de la orquesta diseñada por Frank Gehry. Nos encontraremos en algún momento, aunque quizá esto tome tiempo.
Dudamel – “the Dude”, como es afectuosamente llamado y reverenciado en Los Ángeles – es el director más reconocido en el mundo. Los seguidores de Simon Rattle y Daniel Barenboim podrían refutar esta afirmación pero ¿podrías imaginar alguno de ellos en el escenario junto a Coldplay en el espectáculo del medio tiempo del Super Bowl como lo hizo Dudamel este año?
Él además inspiró el personaje de Rodrigo en la exitosa serie de televisión Mozart in the Jungle, producida por Amazon Studios – de la cual algunos actores se encontraban en uno de los conciertos a los que asistí, aunque se pierden entre la multitud. Rodrigo, el inusual director musical mexicano de una mítica orquesta llamada The New York Symphony, la cual parece tener más de una similitud a la Filarmónica de Los Ángeles, está basado en Dudamel. Felizmente, the Dude es parte de la historia: él mismo adiestró al actor – su alter ego televisivo – Gael García Bernal en el arte de la dirección, incluso tuvo un papel como extra en uno de los episodios. De acuerdo con Mark Newbanks, representante de Dudamel, su misión en la vida es alcanzar el 99% de la población que no ha sido conquistada por la música clásica, a partir de las telenovelas y su aparición en el Super Bowl.
La clave del atractivo de estrella de rock de Dudamel está en su historia: nació en una familia venezolana – su padre trombonista en un grupo de salsa y su madre profesora de canto – a la que él describe como “humilde”. Inició en el legendario programa El Sistema, que afirma tener 800.000 niños aprendiendo música, de los cuales la mayoría provienen de contextos de pobreza. Fue director de la Orquesta Juvenil “Simón Bolívar” en su adolescencia. Salió de la nada para ganar el primer premio en el Concurso de Dirección Gustav Mahler en Alemania en el año 2004. En el 2007 dirigió a sus jóvenes compatriotas en lo que el diario The Daily Telegraph denominó “el mejor Prom de todos los tiempos”. Asumió la dirección artística en Los Ángeles en el 2009 y conducirá el concierto de Año Nuevo de Viena en 2017 (será la persona más joven en hacerlo). Dudamel ya tuvo la oportunidad de dirigir en La Scala y en el 2018 debutará en el Metropolitan de Nueva York. Tiene apenas 35 años de edad. Esta es una carrera clásica como ninguna otra.
La razón por la que Dudamel es famoso en Venezuela – la educación musical dirigida a los niños y jóvenes en Venezuela sumidos en el olvido – es ahora la vanguardia en Los Ángeles. Dudamel estuvo en el escenario del espectáculo de medio tiempo del Super Bowl con un grupo de estudiantes del YOLA – Youth Orchestra Los Angeles – y la próxima semana llevará a diez de ellos a Londres junto con la Filarmónica de Los Ángeles al Barbican Centre, una estadía de tres días que incluye un ensayo abierto donde los integrantes de la YOLA tocarán con otros jóvenes músicos del Este de Londres.
Dudamel dirige la Orquesta Sinfónica “Simón Bolívar” en los Proms de la BBC en el año 2007.
Dudamel – deseoso, abierto y carismático – está en su elemento cuando se encuentra con tal entusiasmo. Algo que no sucede con las orquestras profesionales, sin embargo, es un rasgo que tienden a mostrar. ¿Cómo ven ellos al joven maestro? Al igual que Rodrigo en Mozart in the Jungle, se rumora que Dudamel es grande en amor. Tom Hooten, primera trompeta de la Filarmónica de Los Ángeles, me cuenta que Dudamel siempre dice “vamos a divertirnos”. Hooten, quien se considera ansioso y perseguidor de la perfección técnica, estaba asombrado. “Era difícil de entender porque jamás pensarías que ambas cosas [la diversión y la perfección técnica] fueran congruentes”.
Richard Elegino, quien toca la viola en la agrupación desde 1980, dice que Dudamel “hace cantar a la orquesta”. El gran director italiano Carlo Maria Giulini, fue el director musical cuando el japonés Elegino se unió a la Filarmónica de Los Ángeles y comenta que es como volver a los inicios: “Guilini y Gustavo son muy similares”. “Ellos desean que la orquesta interpreten desde el corazón”. Es por esto que Dudamel sobresale con su gran repertorio romántico – y quizá el porqué algunos críticos desestiman este acercamiento como una indebida muestra de sentimientos.
“Todo es muy exagerado”, me comenta un crítico británico cuando regreso a Londres. “Él es muy bueno con las obras que exigen un colorido intenso pero cuando realiza piezas de Schumann o Haydn tiende a ‘sobreinterpretar’”. Mark Swed, crítico de música clásica de Los Ángeles Times es más optimista: “Lo más sorprendente sobre él es su enorme curiosidad”, y agrega, “Siento que quiero darle toda la libertad del mundo. Quiero verlo cometer errores mientras intenta cosas alocadas y se equivoca, porque pueden suceder cosas asombrosas si logra aprender de sus errores. Pero de no ser así, y en su lugar se vuelve un cliché de sí mismo, entonces eso será todo”.
Luego de tres días, la espera terminó. Dudamel tenía un tiempo libre en su camerino antes del concierto de las 8 p.m. Se sienta junto a mí usando unos pequeños y redondos anteojos que jamás había visto anteriormente – definitivamente él no sale al escenario con ellos. Es una persona acogedora, amistosa y aficionada a los soliloquios sobre las glorias de El Sistema, sin embargo evita hacer referencia a las críticas que ha recibido.
En el 2014, el musicólogo británico Geoff Baker publicó un libro llamado El Sistema, Orchestrating Venezuela’s Youth (El Sistema, Orquestrando a la juventud venezolana), acusando a El Sistema como una institución autoritaria, conservadora y limitada en su impacto social. Una escandalosa batalla entre los pros y los contras se ha propagado desde entonces.
La posición de Dudamel ha sido socavada por el deterioro económico y la inestabilidad política en Venezuela y su visible cercanía a los gobiernos de izquierda de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, una postura que no cayó muy bien incluso en Los Ángeles. A esto se le agrega su separación con Eloísa Maturén el año pasado – la pareja comparte la custodia de su hijo de cuatro años – lo que crea un potente cóctel para una conversación antes de una presentación.
Le pregunté si alguna vez se habría imaginado el desarrollo de su carrera de forma tan rápida. “Todo fue muy natural”, respondió, “He dirigido desde que tenía 11 años. Estamos hablando de 24 años haciendo esto todos los días, teniendo la música como mi principal objetivo en la vida. Yo no busqué esto, [el trabajo en la Filarmónica de Los Ángeles] yo sólo quería hacer buena música y tener una gran relación con las personas con las que trabajo. Soy muy privilegiado: dirigí en Viena, Berlín, La Scala; tengo esta gran orquesta, esta gran institución; tengo mi otra familia: la Orquesta “Simón Bolívar”, y también a El Sistema, que es un universo. Es como un regalo y todo gracias a El Sistema y al maestro [José Antonio] Abreu [el venezolano fundador de El Sistema]”.
Abreu, quien actualmente tiene 76 años y está un poco grave de salud, eligió a Dudamel para guiar la Orquesta “Simón Bolívar”. The Dude lo menciona constantemente describiéndolo como “el mejor músico que he conocido”. Su constante compromiso con El Sistema y su país se debe a su lealtad personal.
La única parte incómoda de nuestro encuentro fue cuando mencioné el libro de Baker. “No lo he leído aún”, respondió. Parafraseé los puntos clave del argumento de Baker: sólo los niños de clase media son los beneficiados del programa y sobre el estilo antiguo y dogmático de enseñanza. “Querido amigo”, respondió con agradable ironía, “Yo viví El Sistema. Yo fui un niño de El Sistema. Un libro no me dirá la realidad de lo que yo estuve viviendo”. Además insistió que el programa sobrevivirá pase lo que pase en Venezuela. “El Sistema es un símbolo cultural de nuestro país y todos estamos orgullosos de ello. Por supuesto, en momentos críticos la gente puede sentir que todo se sacude pero El Sistema es muy sólido”.
Dudamel dice que él pasa casi la mitad de su tiempo en Venezuela. Muchos se preguntaban, ya que su carrera internacional creció rápidamente, si él abandonaría su país natal, sin embargo Dudamel no muestra ningún deseo de hacerlo. “Nunca me he desconectado de El Sistema, ni siquiera en los momento más difíciles. Es mi familia y ellos son mis hijos. Yo fui uno de ellos”.
¿Resulta agotador tener una agenda internacional tan demandante y al mismo tiempo trabajar para mantener a flote el Sistema? “Conozco mis límites”, comentó, “Todos ven mi carrera internacional pero nadie me ve en mi oficina en Caracas trabajando tranquilamente. Para mí trabajar allí no es una responsabilidad, es un regalo”.
Dudamel aún dirige y realiza giras con la Orquesta “Simón Bolívar”, aunque hoy en día – ya que todos los integrantes van creciendo – han dejado la parte “joven” del nombre y se han presentado como una orquesta sinfónica adulta (un problema para ellos, según los críticos, debido a que no están listos para ser comparados con las grandes orquestas internacionales).
¿Es una persona distinta cuando dirige a los talentos locales que educó durante dos décadas y a los experimentados músicos de la Filarmónica de Los Ángeles? “No, soy el mismo”, respondió, “Ellos [la Orquesta Simón Bolívar”] vienen a menudo y estoy seguro que desde que la Filarmónica de Los Ángeles ha tocado con los de la Bolívar han cambiado. Lo mismo ocurrió con los integrantes de la Bolívar – el espíritu, el acercamiento, toda la atmósfera. Eso es muy importante. Nuestro mundo es una rutina. Es normal: estás tocando la misma música, a veces incluso para la misma audiencia. Pero yo odio la rutina. Odio hacer siempre lo mismo. La música debe tener magia dentro de sí”.
De los músicos de la Filarmónica de Los Ángeles tengo la sensación que la energía y la espontaneidad – “estar en el momento” – significan más para Dudamel que la perfección técnica. “Hablemos de la perfección como concepto”, dijo, “Eso no existe. Incluso la natura, que es maravillosa, no es perfecta. Esto es una presentación en vivo; no es una película; no es una pintura que estará allí por siempre y en la que no puedes cambiar nada. Las presentaciones son así.” “En una presentación en vivo un error es secundario, como tres segundos en una sinfonía que dura una hora.” El espíritu lo es todo, si temes cometer un error jamás serás libre.
Todos los directores dicen que pueden cambiar algunas cosas del ensayo al concierto. En el caso de Dudamel esto es cierto. La mayoría de los programas en Los Ángeles se dan cuatro veces y la velocidad de Dudamel difiere notablemente de concierto en concierto. En una presentación me senté junto a Mirga Gražinytė-Tyla, la recién nombrada directora de la Orquesta Sinfónica de Birmingham y asistente de dirección en Los Ángeles, y señalaba los detalles que cambian respecto a los conciertos anteriores – ella asiste a todos los conciertos en caso que Dudamel caiga del podio y deba tomar el relevo.
Gražinytė-Tyla me comentó luego que Dudamel es “un animal en el escenario siempre que se trate de hacer música de forma inmediata”. Además agregó que “su don de comunicar cosas al momento es increíble” y que incluso sus ensayos tienen la misma intensidad que los conciertos. “Si se trata de una pieza de repertorio, él siempre tratará de hacerla de una manera distinta”. Resalta, igualmente, que su exterioridad y energía visceral en el escenario contrasta con su relativa personalidad introvertida. “En la vida casual, él es de alguna manera encerrado en sí mismo. Creo que es un cierto estado que necesita para cargar su propio bagaje emocional y psicológico”. Él está, sugiere Gražinytė-Tyla, administrando sus recursos: internalizando todo pero sin revelar mucho, ahorrando su energía para cuando necesite desatarla en el podio.
Un director musical debe ser dos personas distintas: el líder de la orquesta y un estudiante apasionado de las partituras que dirigirá. Es una combinación extraña entre un relacionista público y un monje, sin embargo Dudamel insiste que él no la considera incongruente. “Hoy estuve en mi estudio leyendo sobre Messiaen”, comentó – ya que interpretará la monumental pieza De los cañones a las estrellas por primera vez como parte de su estadía en el Barbican Centre. “Es una pieza muy difícil pero hermosa”. Cuando estoy leyendo una partitura tomo un libro y me relajo. Me gusta jugar con mi mente y Messiaen ofrece un universo de posibilidades. Allí hay muchísimas cosas técnicas para resolver, pero la clave está en las tonalidades. Los compositores te dan la dinámica pero todo depende del contexto y es precisamente eso lo que trato de descubrir. ¿Qué matiz prefieres dar? Es como cuando cocinas: un poco más de sal hará una interpretación diferente.
Dudamel expresa que heredó una orquesta muy “elegante” de su precursor Esa-Pekka Salonen, pero que está tratando de instilar más fuego dentro de su interpretación. “A veces adoro esa elegancia de ser un poco más estruendoso”. Él se declara culpable de sentimentalismo, a pesar de que a los críticos no les guste. “No lo puedo hacer de otra manera. Imagina que un día lea todas las críticas y quiera hacerlos felices a todos. No sería honesto. No sería yo, sería ellos. Digo las cosas como sé”.
¿Le molesta que los críticos le hagan pasar malos ratos incluso más que cuando era un audaz y prometedor suramericano? “La crítica es muy subjetiva”, respondió, “Tengo que hacer las cosas que hago como yo las creo porque yo soy quien comparte una idea musical con la orquesta. La orquesta confía en mí y yo confío en ellos. Siempre digo que es una interacción 50-50. Yo soy muy crítico conmigo mismo, pero al final no me mato. Sé que este concierto es un momento”.
¿Es ahora un director diferente a aquel que fue hace 10 años? “Soy el mismo pero con más experiencia y una manera más profunda de pensar en lo que hago”. Su repertorio ya es amplio pero dice que espera pronto interpretar un poco más de Bruckner, quizá un ciclo completo de sinfonías, y las óperas de Wagner. Actualmente está estudiando alemán para así poder comprender los textos antes de abordarlos.
Su amigo Rattle le habría sugerido hace un par de años que se alejara de la música por un tiempo para nutrirse de otras experiencias, pero es algo que ciertamente resulta poco probable. Newbanks dice que Dudamel trabaja entre 40 y 45 semanas al año, es selectivo respecto a dónde dirige y nunca cree que tiene exceso de trabajo.
Rattle considera que abarcar ‘Everests musicales’ es apropiado para directores experimentados. Sin embargo, Dudamel reconoce que esto se puede intentar a cualquier edad siempre que, cada vez que se haga, se busque un nuevo camino. Él, de igual manera, recuerda cuando trabajó en la Sinfonía n.° 3 de Mahler junto a Claudio Abbado en Venezuela. “Esa fue una obra que él grabó muchas veces, aun así, él siempre estaba estudiando como si fuera la primera vez. Sus ojos eran como los de un niño. Siempre estábamos estudiando. Esta es una profesión y una vida en la que siempre te sientes joven”.
Dudamel expresa que no tiene idea hacia dónde se dirige su carrera últimamente. Un amigo me comentó que él estaba gravemente afectado por la separación con su esposa. Dudamel habla sobre su hijo, a quien adora, y en la manera en cómo convertirse en padre le hizo ver el mundo de una manera diferente.
Él me comentó que recientemente asistió a un concierto en una pequeña población llamada Upata, en el noreste de Venezuela. “La orquesta juvenil estaba interpretando la Sinfonía del Nuevo Mundo. Yo estaba regresando de una gira con la Filarmónica de Viena en la cual tocamos la misma sinfonía. Personalmente, la mejor interpretación que escuché fue la de Upata porque fue muy honesta, no había rutina. Siempre les digo a los músicos [profesionales] con los que trabajo: ‘Recuerden el día en el que descubrieron que esta era su vida, cuando decidieron que ustedes serían músicos. Tenemos que recordar eso’. Cuando trabajamos juntos, creo que la mayoría de ellos lo recuerdan”. Y con esto se retiró a su presentación. Me dijo que hablaríamos un poco más durante el intermedio, pero esto nunca sucedió. Para entonces, muchas otras personas quieren un poco de Dudamel.