Diego Matheuz, de 30 años, violinista y director de orquestas sinfónicas en Venecia.
Nació en Barquisimeto, estado Lara.
Desde 2009 es director principal invitado de la Orquesta Mozart y desde 2011 director principal del Teatro La Fenice de Venecia.
En 2013 fue designado director musical asociado de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar y director principal invitado de la Sinfónica de Melbourne, Australia.
“Mi primera presentación internacional la hice gracias al Sistema (Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela). Con la orquesta Simón Bolívar fui al Festival Pablo Casals, en Puerto Rico (marzo 2008), y fue allí donde comenzó todo.
Poco después de esta presentación comencé a dirigir en Europa, donde hice un concierto por invitación del maestro Claudio Abbado (de Italia) y luego empezaron a llegarme más invitaciones de otras orquestas europeas.
Siempre estoy entre Venezuela y Venecia, en Italia (donde es director principal de orquesta del Teatro La Fenice). Vivo en muchas partes, siempre viajando y gracias a Dios me ha ido muy bien. Ya tengo unos seis o siete años saliendo bastante de Venezuela y haciendo conciertos fuera del país (Londres, Berlín, Estados Unidos, Canadá, Japón, China, entre otros).
Vivir en el exterior es un estilo de vida que no es fácil, pero llegas a agarrarle el ritmo y ya cuando no estás viajando te hace falta. Cada vez que voy a Venezuela voy a trabajar con El Sistema, con las orquestas Simón Bolívar, con la Teresa Carreño y la juvenil de Caracas.
Entre mis distintas funciones soy el director principal invitado de la orquesta de Melbourne, en Australia. Voy dos veces al año y es una orquesta maravillosa. Allá hay muchos venezolanos que siempre van a los conciertos. Me esperan afuera para saludarme y están orgullosos de que un venezolano los represente. Estoy verdaderamente contento porque creo que el mejor público siempre será el venezolano.
Somos embajadores de nuestro país, pero también somos representantes de lo bueno que podemos ser los venezolanos y del más alto nivel que puede llegar a tener la gente de este país, y creo que lo más importante es tener siempre presente a Venezuela y tratar, así sea desde afuera, de aportar su granito de arena para nuestro territorio.
En Venezuela, antes de entrar al Sistema, audicioné en la orquesta Simón Bolívar y quedé como violinista. Tuve la fortuna de tener grandes maestros de violín y, gracias a Dios, me fue muy bien. Siempre tuve una relación cercana con el maestro Abreu, quien fue la persona que me dio todo el apoyo y me incitó al mundo de la dirección de orquestas”.