Vía: www.lavanguardia.com | Por Joan Castelló
Valencia, 26 sep (EFE).- El Palau de les Arts Reina Sofía de Valencia, diseñado por Santiago Calatrava, ha conseguido en sus diez años de existencia hacerse un hueco entre la lírica internacional, con una programación que ha destacado tanto por sus virtudes y cualidades como por las incidencias sufridas.
Hasta convertirse en un icono vanguardista, el Palau de les Arts, con sus 40.000 metros cuadrados e inaugurado el 8 de octubre de 2005, también ha recibido críticas por su elevado coste de mantenimiento, la mala acústica del Auditori (la segunda sala del complejo tuvo que ser forrada con paneles de madera) y los defectos de la fachada, ya que este año se ha tenido que sustituir todo el ‘trencadís’ que la revestía.
Problemas de construcción o diseño aparte (los lavabos de caballeros del Auditori apenas tienen diez plazas para casi 1.500 personas), en esta década el Palau se ha ganado un puesto entre los grandes teatros líricos del mundo con una programación “clásica”, preferentemente de obras de autores del siglo XIX y primeras décadas del XX.
Lorin Maazel fue el artífice de la Orquestra de la Comunitat Valenciana, seleccionando a sus integrantes y dirigiendo quince óperas hasta situarla entre las mejores de Europa, con títulos tan emblemáticos como Don Giovanni (Mozart), Carmen (Bizet), Don Carlo, La traviata y Aida (Verdi), Madama Buterfly y Turandot (Puccini), y Parsifal (Wagner), además de 1984, la única ópera del propio director, que además supuso su despedida de Les Arts en 2011.
El otro puntal fue Zubin Mehta, que creó y dirigió el Festival del Mediterrani, en cuya programación incluyó el ciclo completo del Anillo del Nibelungo, la tetralogía de Wagner que por primera vez pudo verse en España en dos representaciones de cada uno de los títulos.
Los recortes presupuestarios por la crisis económica forzaron la marcha de Mehta, un director que apoyó el proyecto del Palau desde el minuto uno, reivindicando en varias ocasiones más ayuda económica desde el Gobierno central.
Con más pena que gloria pasó Omer Meir Wellber, el joven director que sustituyó a Maazel como director musical (de 2010-2011 a 2013-2014), que incidió en los compositores de países del este (Chaikovsky y Musorgski).
Más traumática fue la salida en enero de 2015 de Helga Schmidt como intendente-directora artística, imputada por supuestos delitos de prevaricación, malversación y falsedad documental en el ejercicio de su cargo.
Schimdt, contratada por Francisco Camps cuando el Palau de les Arts estaba todavía en obras, fue la artífice de la proyección internacional, gracias a la contratación de artistas de primer nivel y su obsesión por ofrecer espectáculos de gran calidad.
Por el foso han desfilado en esta década acreditados directores como Valery Guerguiev, Daniel Barenboim, Riccardo Chailly, Xian Zhang, Patrick Fournillier, Tomas Netopil, Dmitri Jurowsky, Michele Mariotti, Ottavio Dantone y Nicola Luisotti, así como los españoles Enrique García Asensio, Jordi Benácer, Manuel Galduf, Gustavo Gimeno y Ramon Tebar, entre otros.
Un capítulo destacado en la historia de este coliseo lo protagoniza Plácido Domingo, tanto como impulsor del Centro de Perfeccionamiento de jóvenes valores de la lírica que lleva su nombre, como por sus actuaciones como cantante (La valquiria de Wagner, I due Foscari y Simon Bocanegra de Verdi y Cyrano de Bergerac de Alfano) y también como director musical (Tosca y Manon Lescaut de Puccini, y Le Cid de Massenet).
Han pisado también los escenarios del Palau de les Arts cantantes como Waltraud Meier, Juan Diego Flórez, Erwin Schortt, Lance Ryan, Jorge de León, Jennifer Wilson, María Guleghina, Violeta Urmana, Marcelo Álvarez, Barbara Frittoli, Siegfried Jerusalem, Daniela Barcellona, Aquiles Machado, Mariella Devia, Anna Pirozzi y Carlos Álvarez.
El Palau de les Arts tampoco se ha librado de los percances: se inauguró en 2005, aunque estuvo un año cerrado hasta rematar las obras y poder iniciar la temporada de ópera en octubre de 2006; y unos meses después, en diciembre, se estropeó la plataforma escénica, por lo que hubo que reajustar la programación y suspender alguna ópera.
En octubre de 2007, unas fuertes lluvias inundaron la Sala Martín y Soler y causaron graves daños en diferentes departamentos del edificio.
Contratado para sustituir a Schimdt, Davide Livermore ha comenzado su primera temporada completa como director artístico con una pretemporada a precios reducidos para ganar nuevos públicos, y con una programación que se abre al siglo XVIII y a la segunda mitad del siglo XX.