El caraqueño Alfonso López Chollet es un músico integral, que representa con dignidad y orgullo a su generación. Violinista, Solista, Concertino, Compositor, Director de Orquesta y Profesor, son múltiples las facetas donde sobresale gracias a una pasión absoluta, entrega total y el estudio constante. No olvida sus raíces y ejerce el día a día con la alegría de saber que vive de su gran amor por y para la música. Venezuela Sinfónica -primer noticiero digital dedicado exclusivamente al mundo sinfónico de nuestro país- conversa con este maestro que tantos logros le ha regalado a Venezuela portando su arco dorado como insignia.
Escrito por Evelyn Navas Abdulkadir, Entrevista Exclusiva para Venezuela Sinfónica
Alfonso López Chollet es músico desde niño. Descubrió la música a edad muy temprana en su preescolar. Sus padres vieron que su interés era genuino. El de su hermano también. No viene de una familia de músicos, pero en casa se apreciaba la música clásica. Aunque sus padres provienen del interior -su papá es de Cumanacoa y su mamá es de Tucupita- y no tenían mayor acceso a la cultura, llegaron a recibir clases de piano. De adolescentes se vinieron a Caracas buscando un mejor futuro, con esa semilla sembrada en sus corazones que daría fruto en sus dos hijos.
La influencia de ambos padres fue determinante. Los domingos eran de concierto y Alfonso López recuerda claramente los de la Orquesta Sinfónica de Venezuela a las 11 a.m. en el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela. Eran los años 70. Fue una influencia positiva y aunque como él mismo confiesa: “al principio mi hermano y yo no le prestábamos mucha atención, pero sí, después nos fue conquistando. Mis padres nunca sospecharon que ambos seríamos músicos profesionales. Mi papá se dedicaba a la electrónica y mi mamá a la publicidad. Amaban la música y sobre todo la clásica, y por supuesto, nos respetaban nuestra música infantil, las canciones de Cri-Cri cuyos arreglos eran sinfónicos”.
La pasión por la música a través del canto
Alfonso López ingresó al Colegio Emil Friedman (Los Campitos) en 1979 donde culminaría sus estudios de bachillerato y se iniciaría en la música con determinación de la mano del propio maestro Emil Friedman. Aunque el canto sería su primer amor, lo descubrió en su jardín de infancia (Kinderlandia, El Marqués). Desde pequeño le gustó participar en el coro, inclusive en su colegio Tío Tito (Alto Prado) llegó a cantar salón por salón el Himno Al Árbol: “Era el único que conocía la letra y la melodía. Ya estando en el Friedman entré al coro y viajé con ellos en gira a España”.
Y aunque fuera muy bueno con el canto, el destino le depararía otra cosa: las cuerdas de un violín. Su papá fue quien más le influenció cuando supo que el maestro Friedman tenía una opinión muy especial sobre las manos de su hijo: “tienes manos de ladrón, vas a ser violinista” sentenció a tono jocoso el propio maestro (en referencia al gran tamaño de las manos) y acto seguido le cedió en calidad de préstamo uno de sus violines de su colección personal: “era un violín alemán. El maestro Friedman tenía esa forma de complacernos como alumnos favoritos. Así nos motivaba”, rememora.
Desde entonces Alfonso López cambió los juegos de mesa, el deporte -su tan querido béisbol donde también sobresalía, ya que estaba en Los Criollitos de Venezuela- y todo aquello que un niño de su edad gusta hacer, por el estudio sistemático y aplicado de la música clásica. El instrumento pasó a ser una extensión de sí mismo. Actualmente toca con un violín moderno de 1999 que proviene de Ann Arbor, Michigan, Estados Unidos. Guarda con aprecio varios violines en su casa, uno de los cuales se lo regalaron durante una gira de conciertos como solista en Estados Unidos.
El aprecio por el instrumento es tal, que el músico guarda una relación muy especial con él. Y desde el principio, el maestro López aprendió a valorar eso: “Cuando saco el violín de su estuche es un ritual en sí mismo. Se traduce en un placer espiritual. Siempre recuerdo una anécdota de Jascha Heifetz en la que un alumno -que venía a tomar una clase magistral con él- abrió su caja y dejó todo desordenado adentro. Cuando el maestro Heifetz vio aquello no dejó que el joven violinista tocara una sola nota porque ya sabía cómo iba a tocar, a juzgar por la forma en que dejó todo en el estuche. Se trata de una actitud, si tienes orden en tu cabeza y en tu forma de ser, así se traduce a la música”. Un buen consejo viniendo de un profesor abnegado, que disfruta del triunfo de sus alumnos.
La dedicación le rindió frutos a corta edad. A los 14 años ganó el primer premio del Concurso de Violín Juan Bautista Plaza y desde allí supo que quería ser músico toda su vida.
Apóstol de la música
Alfonso López Chollet aprovechó con creces las enseñanzas del maestro Emil Friedman. Atesora recuerdos y el entusiasmo que el propio Friedman le imprimía a su actividad escolar. “Del maestro siempre me impresionó su pasión y disfrute por mostrar cómo estudiar y cómo hacer las cosas mejor. En su filosofía de ejecutante tenía tres fijaciones como son: proyección, fraseo (final de frase) y entonación. Son éstas las que considero también en mi labor docente porque resultan esenciales, son normas principales”.
El maestro Friedman le descubrió cuando tenía escasos 8 años, recién ingresando al colegio. Dos años más tarde llama a sus padres a la dirección del colegio y con gran determinación les informa que Alfonso iba a ser un gran violinista. Tenía razón. “Fue un momento significativo para la familia porque con el tiempo el colegio incluso me becó”.
La retribución ha sido larga y constante. Hay una relación profunda con el Colegio Emil Friedman, ya que Alfonso López es profesor de violín de la Academia de Música de la institución y participa en muchas actividades de índole educativa como los campamentos Música y Naturaleza, junto al maestro Jaime Martínez: “Se trata de convivencias en ambiente natural a través de la música. Yo nunca he estado en un retiro espiritual, pero me imagino que debe ser bastante parecido. Los muchachos tienen la oportunidad de convivir con alguien que tiene a la música como su apostolado y de eso aprenden también. Hemos estado en el Páramo El Tambor en Mérida y en Bajo Seco, la Colonia Tovar”.
Hoy se considera un profesor afortunado, quizás porque los tiempos nos marcan con una gran avidez de información y múltiples fuentes para conseguirla, basta ver el fenómeno que Internet representa también para los músicos y cómo la juventud venezolana logra destacar a nivel musical: “Mi mayor satisfacción está en ver que de forma más o menos estacional viene un estudiante que logra presentar un buen concierto de Tchaikovsky antes de graduarse de Bachiller, cosa que yo sólo hice estando en la Universidad”.
La educación integral tiene una gran valoración para el maestro López Chollet: “Es una filosofía del Colegio Emil Friedman: la música para el espíritu, las matemáticas para el intelecto y el deporte para el cuerpo. Lo importante es el equilibrio entre estos aspectos de la educación. Sería importante que el sistema escolar en general promoviese esta integración de estos tres factores para lograr ciudadanos completos”.
En los últimos años de sus estudios de bachillerato participó en un campamento en Interlochen, Michigan, Estados Unidos, y al graduarse cumplió un año de internado allí para obtener el título de secundaria, lo que le permitió ingresar al sistema universitario norteamericano, siendo seleccionado por dos instituciones a la vez, el Instituto de Música de Cleveland y la Universidad de Michigan, al final se decidió por esta alma mater porque fue becado por la Gran Mariscal de Ayacucho, y al obtener la licenciatura con Summa Cum Laude, obtuvo una beca completa. En la Universidad de Michigan estudió violín, composición y dirección orquestal, obteniendo licenciatura y maestría en 1994 y 1995 respectivamente.
Durante las vacaciones se regresaba a Venezuela y en los veranos de 1990 y 1991 llegó a tocar con la Orquesta Sinfónica de Venezuela bajo la batuta del maestro Eduardo Marturet. En la Universidad de Michigan estudió con Paul Kantor -hoy día uno de los maestros de violín más solicitados de los Estados Unidos, quien representó una gran influencia para Alfonso López. “Tengo gratos recuerdos de la Universidad de Michigan. Sigue ofreciendo todavía los mejores conciertos en su Hill Auditorium. Disfruté en vivo de la Gewandhaus de Leipzig, Chicago Symphony, Cleveland Orchestra, Israel Philharmonic, Virtuosi de Moscú (Vladimir Spivakov), Ann Sophie Mutter, Midori e Isaac Stern, entre muchos otros. Vi lo mejor de lo mejor en música clásica. También estuve en Austria en el Festival de Salzburgo y estudiando en el Mozarteum. En Inglaterra asistí para estudiar con el maestro George Hurst quien enseñó a Sir Simon Rattle y también fue maestro de Rodolfo Saglimbeni”, argumenta.
El puente dorado: un concertino de oro
Entre todos sus logros, Alfonso López Chollet destaca también por ser concertino en todas las orquestas en las que estuvo desde muy joven. En 1992 logró sobresalir entre 200 violinistas que concursaron por el cargo de concertino en la Aspen Concert Orchestra, en Aspen, Colorado, Estados Unidos. Cargo que mantuvo por tres años consecutivos. Primera vez que un venezolano lograba tal privilegio: “Fue un momento dulce, que implicaba una grandísima responsabilidad. Pasé horas de encierro estudiando a fondo las partes de orquesta. La visión que tenía sobre el estudio de la literatura orquestal cambió desde entonces para mí. No es más importante tocar un concierto de violín a un alto nivel que tocar una sinfonía de igual forma”, nos refiere.
En Venezuela logró destacar cuando regresó como profesional. Con todos esos conocimientos, su gran experiencia y su juventud a cuesta, ingresó por audición en las filas de la Orquesta Sinfónica de Venezuela, la OSV y a los 30 años gana también por audición el título de Concertino de la primera orquesta fundada en Venezuela y en América Latina. Los medios de comunicación reflejaron la noticia, advirtiendo que venía a inyectarle una dosis de energía a la orquesta más antigua de nuestro país (El Nacional y El Universal).
Han pasado los años y Alfonso López revela que la emoción sigue siendo la del primer día. Imagínense, pertenecer a la orquesta que lo deleitó de niño y de la que forma parte con gran orgullo. “La responsabilidad y el honor que tengo hoy en día no es menor. Todo lo contrario, la conciencia y la comprensión del rol del concertino es mayor por la experiencia que he logrado conseguir”, apunta y aunque siempre ocupó el cargo de concertino a nivel escolar y universitario, fue en la OSV donde hizo su gran escuela: “Siempre he dicho que la experiencia no se compra en la farmacia. Aún después de 18 años de actividades en la orquesta, permanezco con la misma voluntad de aprender y asimilar el conocimiento de los maestros como cuando ingresé el primer día”.
El secreto de seguir con la misma energía en el cargo es la preparación, el continuo estudio y el mantenimiento de la técnica que nunca paran. Y es que el papel del concertino es muy importante en toda orquesta, sirve de enlace entre el director y los músicos. Alfonso López explica: “Para mí el concertino debe tener el mismo sentido de globalidad y comprensión de la obra que tiene el director. Si bien no es necesario compartir esa visión, al menos debe entender bien que es lo que se quiere y así servir de puente con la orquesta para llevarla a cabo. Con frecuencia, aparece uno que otro director que no logra hacer funcionar las cosas en la orquesta y ahí viene el concertino e ‘interviene’ para que la música sufra lo menos posible”.
Además de concertino, Alfonso López Chollet sigue siendo violinista solista y director de orquesta. Estudia y ejecuta su repertorio de ensueño, ya que le encantan las obras de origen español: Sarasate, Falla, Albeniz, Granados, Halffter, Piazzolla y Wieniawsky. “Este repertorio me ha dado resultados con el público en el sentido de ser invitado a regresar para presentar más de esos compositores”.
Gusta además de los conciertos de cámara porque se mantiene contacto directo con el público: “me dejan ese sabor especial. Así que los dúos, tríos y cuartetos me han dado grandes satisfacciones”. Claro está es muy activo con ellos. Su asociación con la pianista Michelle Tabor, del dúo López Tabor con más de 125 presentaciones en gira por los Estados Unidos y Venezuela. El Cuarteto Friedman, donde aprendió mucho de Haydn y Beethoven y donde compartió escenario con Monique Duphil, Arnaldo Pizzolante, Elizabeth Guerrero, Igor Lavrov, Glenn Egner y Mark Friedman: “En fin, las satisfacciones con ese grupo han sido infinitas. Hoy en día no tenemos un segundo violín, pero eso no nos ha detenido ya que hemos tocado obras con piano y trío de cuerdas. También estoy trabajando en el Trío Académico Emil Friedman junto a mi hermano el cellista Mauricio López Chollet y Elizabeth Guerrero. Eso va marchando muy bien”.
Adicionalmente, es director de la Orquesta Típica del Colegio Emil Friedman, donde ha logrado imponer en el repertorio los ritmos afrocaribeños que tanto le deleitan. Perteneció a Virtuosi de Caracas y ha dirigido a La Camerata Criolla, Orquesta Sinfónica de Venezuela, Filarmonía Emil Friedman, Arcos y Voces Juveniles de Caracas y la University of Michigan Philarmonia Orchestra, la lista es larga. Ha realizado giras de conciertos en EEUU, Italia, España, Puerto Rico, República Dominicana, Trinidad y Tobago, entre otros. Sus principales maestros han sido Emil Friedman, Julia Bushkova y Paul Kantor en el violín, Michael Daugherty en la composición y Donald Schleicher en la dirección orquestal.
Arco y batuta, con ritmo y expresión
Alfonso López incluyó el estudio de dirección orquestal porque sabía la importancia de hacer llegar un mensaje a través de la música: “Se trata de hacer ver la visión de la ‘vida misma’ a los músicos de una orquesta, y por supuesto, al público”, comenta.
Suele usar la batuta como su arco. “Para mí es un instrumento que funciona de manera muy similar. Pienso en el movimiento de la batuta como arco abajo, arco arriba. Con frecuencia la mano izquierda la uso como la expresiva y así a veces muestro el vibrato con ella. Dirigir una orquesta se parece mucho a tocar el violín frente a ella”.
Considera la Serenata para Cuerdas de Tchaikovsky una de las obras favoritas para dirigir. Recientemente dirigió a la OSV con la Obertura Coriolano Op. 62 y la Sinfonía N° 1 de Beethoven: “Beethoven es para mí un repertorio obligado y necesario tanto para la orquesta como para el director”.
Ha dirigido a muchas orquestas juveniles venezolanas y sobre ellas cuenta que representa un reto: “El problema para el director está en ‘separar’ bien las mañas que usa con los jóvenes y NO usarlas con los profesionales. Con frecuencia los jóvenes directores (los que habitúan trabajar con orquestas juveniles) no saben que el profesional no necesita tanta información o tanta repetición”.
La composición: explorar desde los gustos por El Caribe
Otro aspecto de Alfonso López es su éxito como compositor. Suele inspirarse en los ritmos musicales de El Caribe: “Montuno y tumbao son dos aspectos de la música que me han permitido hacer muchos experimentos en la composición. Mi obra Serenata para Cuerdas es quizá la más tocada. Ya ha sonado en Boston, Reno, La Habana, Santiago de Cuba, Novosibirsk, Minsk, Caracas, Tegucigalpa y Corpus Christi, por mencionar. También he tocado mucho mi Caribe Piraña para Violín y Piano. En el año 2000 la OSV hizo la versión sinfónica de ésta que dirigió el maestro Juan Carlos Núñez. La Orquesta Típica Emil Friedman que dirijo, también estrenó mi Caribe soy y la Orquesta Típica Nacional también tocó mi Joyopo. Otra obra de cámara a la que le tengo afecto es mi cuarteto al que llamé Joropo y Estribillo con Triqui-Traqui”.
Para el maestro López, el proceso creativo en todas las artes es importante: “De eso depende el desarrollo mismo de la música, la escultura, las artes visuales, por decir y por eso es necesario apoyarlo”. A pesar de los esfuerzos de los últimos años para motivar a los compositores nacionales, reconoce que “ni el director ni el compositor deben de dejar de tocar un instrumento. Yo creo que estar en contacto cercano con la música y su ejecución es esencial”.
El 17 de diciembre de 2007 fue estrenada con gran éxito su obra Serenata para Cuerdas en la Federación Rusa por la Orquesta de Cámara de Novosibirsk, y luego en Minsk por la Orquesta de Cámara del Estado Bielorruso. Alfonso López asistió a esta última presentación en calidad de invitado de honor. Ambas interpretaciones fueron dirigidas por el famoso director y maestro ruso Evgeny Bushkov. El estreno de esta obra en nuestro país tuvo lugar en mayo de 2008 en el marco de la celebración del centenario del nacimiento del maestro Emil Friedman con el compositor al frente de la Orquesta Sinfónica de Venezuela. “Ser invitado de honor en un país extranjero para escuchar a músicos de otras latitudes tocar tu música es indescriptible. Es sentir a tu creación tomar vida en manos de personas que no hablan tu lengua natal y sin embargo hablan el lenguaje de tu música”, agregó al respecto.
Compartir la música a todo nivel
Alfonso López actualmente trabaja en el estudio de las Estaciones para Trío de Piazzolla (arreglos de José Bragato) y las Estaciones con orquesta de cuerdas de Piazzolla (arreglos de Desyatnikov). En septiembre de 2013 estrena nuevo repertorio para el dúo López Tabor.
También se ocupa de conocer y utilizar las nuevas tecnologías con aplicaciones para la música. Simplemente disfruta de sus videos posteados en YouTube y en otras redes sociales. En Twitter está en @alfonsolopezch. “Son herramientas muy útiles para promocionarte, pero también hay mucha más competencia. Yo he logrado establecer relaciones profesionales y conocer a personas en otros países gracias a los videos que he colgado en la web. Ahora bien, la aplicación Finale ha revolucionado mi vida como compositor y arreglista”.
Lo importante es sentir pasión por la música: “Y es esa pasión que transmiten los grandes artistas del momento su mejor tarjeta de presentación, por eso Lang Lang y Dudamel han tenido tan buenos resultados. El mercadeo también ha sido importante en sus carreras, pero el sello que ellos han impreso en la manera de hacer las cosas les ha traído muchos dividendos. La música clásica no se renueva si el músico no se renueva. La invención y la creación, en sí, son aspectos que hacen que una institución pase al próximo nivel. La mejor orquesta es aquella que tiene versatilidad y en la que sus músicos son capaces de salir del atril y hacer música de cámara, tocar de solista, dar clases y hacer seminarios, entre otras muchas cosas”.
Entre sus planes está grabar un disco con sus mejores interpretaciones, algo que tiene planteado a corto plazo. Y componer una sinfonía: “sería un sueño cumplido el día que la tenga y la ejecute como director también”.
El maestro López Chollet tiene una familia, sus hijas aunque sienten afinidad hacia Beethoven, Tchaikovsky y la música clásica en general, no le siguen los pasos aún: “prefieren el ballet, son enérgicas y tienen carácter, ya veremos” refiere sobre ellas con paciencia y convencido que serán apoyadas en lo quieran destacar.
Con tantas actividades y multiplicidad de roles, uno se pregunta por su tiempo libre: “Se lo dedico a mi esposa e hijas y a la familia. Me gusta mucho viajar con ellos. Dejé el boliche, el tenis, las excursiones, la natación y el ciclismo, hasta el yoga que me servía para agarrar mínimo, pero con dos niñas pequeñas, ni modo, hoy me relajo en compañía de un escocés”.